Lun 16.06.2014

EL PAíS  › LUEGO DE DíAS Y DíAS DE INDIFERENCIA, CALUROSA RECEPCIóN A LOS ARGENTINOS

Brasil entró por fin en clima de Copa y fiesta

› Por Eric Nepomuceno

Página/12 En Brasil

Desde Río de Janeiro

Brasil despertó ayer con ansiedad dominical y novedades en su selección. La ansiedad se debió al estreno de dos rivales fuertes, Francia y Argentina. Ya las novedades de la selección no tendrán mayor impacto en la estrategia de mañana, cuando enfrentaremos a México: Neymar apareció con mechas rubias, y Daniel Alves optó por mechas grises. Así, y a menos que cambien de idea (y de color de tintura), tendremos en la cancha a un rubio extravagante y un canoso precoz.

Brasil entró, definitivamente, en clima de Copa y de fiesta. A la una y media de la tarde de ayer, en el Cerro de los Placeres, una favela lindera con el bucólico barrio de Santa Teresa, el bar Uga-Uga dispuso dos inmensos y poderosos parlantes para ampliar al máximo el sonido de un televisor. Así, no sólo los habitantes de la favela, sino muchísimos de los moradores del barrio, acompañaron (queriéndolo o no...) las emociones del encuentro entre Suiza y Ecuador. Ninguno de ellos, a propósito, parecía muy interesado en lo que ecuatorianos y suizos hacían en la cancha. Guardaban fuerzas para el partido de la noche, entre argentinos y bosnios. Los argentinos son rivales irremediables, y asistir al partido es un deber ineludible de cualquier brasileño.

En su cuarta jornada, la Copa ya colecciona historias curiosas, como la de William Meynard, un policía francés. Paseaba monsieur Meynard por el barrio bohemio de Lapa, en el centro de Río, alrededor de la una y media de la madrugada de ayer, cuando no se le ocurrió mejor idea que prender un cigarrillo de marihuana delante de un par de policías. Al ser abordado, tuvo una segunda idea brillante: ofreció a sus colegas un billete de 50 euros. Llevado a la comisaría, dijo que en Francia había sido cuidadosamente orientado para, en caso de ser abordado por algún colega, de inmediato ofrecerle dinero: ‘Dijeron que es un hábito local’. Bueno, es verdad: la policía brasileña está lejos de ser un ejemplo moral. Pero hay excepciones, y monsieur Meynard tuvo la mala suerte de tropezar con dos de ellas. Terminó con un acta por porte y uso de droga e intento de soborno.

En Manaos, el venezolano Fabio Pizzi también se sorprendió, pero por razones diferentes. Al llegar con su esposa y su hijo de 16 años al hotel Millenium, donde había reservado habitaciones por Internet, notó algo raro. Por los pasillos circulaban muchachas en trajes íntimos, y las parejas que esperaban en el lobby del hotel parecían bastante impacientes. Es que el venezolano había reservado –y pagado por anticipado sonoros 160 dólares por noche– habitaciones en un motel. La explicación del gerente ha sido cándida e irrefutable: al observar que sólo habría plazas en los hoteles de lujo (tarifas a partir de 340 dólares la noche), decidió ofrecer habitaciones que normalmente alquila por un período de dos horas. Resultado: 17 extranjeros (mexicanos, italianos y venezolanos) reservaron y pagaron por el derecho de poder dormir mientras en las habitaciones vecinas los clientes se turnan sin cesar.

Ya en Salvador de Bahía los huéspedes de un hotel cinco estrellas también tuvieron su sorpresa: para combatir el calor sofocante, Lovren, Modric y Srna, de la selección croata, decidieron zambullirse en el agua de la piscina. Sería una actitud normal, si no fuese por un detalle: nadaron y se divirtieron completamente desnudos. El martes, Croacia enfrenta a Camerún en Manaos, una ciudad de temperatura más elevada aún que la de Salvador. Se espera que no intenten entrar a la cancha como lo hicieron en la piscina bahiana...

En Río, los bosnios transformaron un bar de Copacabana en su cuartel general. Al compás de cantidades industriales de cerveza y caipirinha, despliegan banderas y lanzan gritos de guerra y canciones de tono heroico (es un suponer, ya que nadie entiende una palabra de lo que cantan). El sábado por la tarde, cinco argentinos despistados, vistiendo camisetas de su país, cometieron el desatino de entrar al bar. Fueron expulsados a los gritos. Tampoco entendieron una sola palabra, pero quedó bien claro de qué se trataba.

De todas formas, los argentinos no tienen razón alguna para quejarse, a no ser por los precios exorbitantes. Para sorpresa general, inclusive de los cariocas, han sido cálidamente recibidos en todas partes. Si los bosnios instalaron su cuartel general en un bar de Copacabana, los argentinos se adueñaron de todo el barrio. La avenida Atlántica, al borde del mar e imagen esencial en uno de los paisajes brasileños más conocidos, estuvo, desde el sábado cubierta por una marea de camisetas azules y blancas. Hubo, es verdad, el encontronazo con la policía en la tarde del sábado, con derecho a spray de pimienta y otros cariños. Pero ha sido algo circunstancial, que no disminuyó el entusiasmo de quienes enfrentaron hasta 3500 kilómetros para llegar a Río sin reserva en hotel ni ingreso para los partidos. Con tal de ver a Messi y compañía en Maracaná, aunque sea por la tele de algún bar, todo vale la pena.

Hoy habrá tres partidos: Alemania enfrenta a Portugal, con Cristiano Ronaldo. A pesar de Alemania estar entre los cuatro favoritos, la gran atracción será el portugués. La expectativa alrededor de su presencia es tan grande que en el primer entrenamiento que Portugal realizó aparecieron nada menos que diez mil personas.

En los otros dos, Irán enfrenta a Nigeria, y Ghana al equipo de los Estados Unidos. O sea, nada que teóricamente despierte mayores entusiasmos entre los brasileños. Teóricamente. Porque luego de días y días de indiferencia, el país entró a fondo en el Mundial.

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