Martes, 1 de julio de 2014 | Hoy
EL PAíS › A 40 AñOS DE LA MUERTE DE PERóN > OPINIóN
Por Sergio Wischñevsky
El peronismo cumple hoy 40 años sin Perón. Fue el 1º de julio de 1974 a las 13.15. María Estela Martínez de Perón, que ya estaba ejerciendo la presidencia, hizo el anuncio a las 14.10. La CGT decretó el cese de actividades y la CGE se sumó. Por un conflicto gremial, ese día no hubo diarios. Su cuerpo se expuso para el último saludo del pueblo en el Congreso de la Nación hasta el jueves 4. Multitudes desconsoladas se acercaron y desfilaron bajo una lluvia que completaba la escena, en un pasar de rostros doloridos incesante. Más de un millón de personas se quedaron sin poder verlo, otros cuantos millones se aferraron a la televisión que transmitía sin pausas. Llegaron para cubrir la ceremonia dos mil periodistas extranjeros. Vinieron los presidentes de Uruguay, Bolivia y Paraguay. Antes de que se iniciara la marcha hacia Olivos, en el Congreso, doce oradores despidieron al muerto: Benito Llambí, en representación de los ministros; José Antonio Allende, por los senadores; Raúl Lastiri, en nombre de los diputados; Miguel Angel Bercaitz, por la Corte Suprema de la Nación; el teniente general Leandro E. Anaya, en representación de las Fuerzas Armadas; el gobernador riojano Carlos Menem, en nombre de sus colegas de todas las provincias; Ricardo Balbín, por los partidos políticos; Duilio Brunillo y Silvana Rota, por el Partido Justicialista; Lorenzo Miguel, de las 62 Organizaciones; Adelino Romero, de la CGT; y Julio Broner, por la CGE.
En Moscú estaban reunidos el presidente de EE.UU., Richard Nixon, y el primer mandatario de la Unión Soviética, Leonidas Brezhnev, que hicieron un alto en su cumbre de potencias mundiales y organizaron un homenaje. En Brasil decidieron tres días de duelo. En todo el mundo las banderas quedaron a media asta, incluso en la ONU. El Mundial de Alemania había comenzado el 14 de junio, desde el 1º de julio se hizo un minuto de silencio en los estadios.
Los informes médicos del doctor Seara y sobre todo de Jorge Taiana, sus médicos personales, indican que Perón estaba enfermo desde hacía mucho tiempo. Impacta ese contraste entre el personaje tan poderoso en público y tan vulnerable en la intimidad. ¿Cuánto de eso jugó en la preponderancia de Isabel y López Rega en sus últimas decisiones políticas? ¿Cuánto es sólo y simplemente achacable a él?
Si bien desde muy temprano en su historia política existieron las 20 verdades peronistas e incluso se ha desarrollado una doctrina, Perón era un líder carismático y ese carisma no se hereda. ¿Pudo haber dejado un heredero? Aquí sólo el lirismo de un discurso da una pista: “Mi único heredero es el pueblo” suena genial pero ¿cómo se concreta? Apropiarse del peronismo y su esencia fue y es una tentación tan frecuente como vana. El propio caudillo fundador tuvo quienes se le enfrentaron y le discutieron en nombre de las verdades peronistas. Cuando decidió que Héctor Cámpora fuera el candidato a presidente por el justicialismo tuvo que soportar la resistencia de los dirigentes sindicales de la CGT Azopardo. Los sucesos de la masacre de Ezeiza que le arruinaron la fiesta del regreso no son otra cosa que el reflejo de esa puja interna en la que todos gritan fuerte “viva Perón”, pero todos tienen su propia idea de cuál debería ser el “verdadero”.
El General se acercaba a su muerte, él lo sabía, con un problema enorme sin resolver: como darle continuidad al peronismo.
Pero ¿quién podía ser su heredero? ¿Galimberti? ¿Lorenzo Miguel? ¿Quién hubiese sido la figura aceptada por todos? Ninguna lo era. Finalmente optó por Isabel, sin ninguna virtud como líder y sin lograr ser ni la sombra de Evita, pero por lo menos era su esposa, tenía su apellido. El problema quedó sin resolverse, tal vez porque no tenía solución, tal vez porque no quería morir.
Pero su muerte fue en sí misma un golpe político fenomenal. Los casi 30 años transcurridos desde aquel mítico 17 de octubre de 1945 hasta ese dramático julio de 1974 forjaron en los sectores populares una conciencia muy particular. Es frecuente ver a esas masas como el telón de fondo, la escenografía que da el marco a la épica justicialista. Sin embargo, todo líder, todo caudillo, forma y es formado por las multitudes, por los trabajadores. El rol de catalizador y aglutinador de esa masa dispersa no se construye desde la lógica institucional. Por eso en gran medida esos líderes son insustituibles. Perón, entre otras muchas cosas, fue un producto de los trabajadores argentinos, y su muerte generó un vacío político desgarrador, la antesala de una tragedia. Detrás de ese ¡viva Perón! con los dedos en V había mucho más que un simple culto a la personalidad.
Las fuerzas desatadas en aquellos años ’70 eran titanes que ningún hombre podía conjurar, todos le pedían mucho, él los había alentado a eso. Viendo los sucesos que se precipitaron tras su muerte, ese Perón que volvió del largo exilio y declaró ser un león herbívoro que proponía un acuerdo social entre trabajadores y empresarios, entre la derecha y la izquierda, no fue acatado. Estaba más allá de sus fuerzas contener la tempestad.
Sin embargo, una paradoja muy interesante se ha consumado. No pudo cumplir su última tarea, muchos pronosticaron que sin su líder y sin haber dejado herederos el movimiento peronista desaparecería. Hasta hay quienes le diagnosticaron a la Argentina peronista una larga agonía. Pero el peronismo sin Perón ya lleva 40 años de existencia, con una identidad zigzagueante, con cambios radicales, con virajes impresionantes, con fuerzas conservadoras y con fuerzas de vanguardia.
No son muchos los movimientos políticos carismáticos que sobreviven a su fundador. Pero el peronismo no sólo es una lógica política, el historiador Daniel James lo define como una “estructura de sentimiento”; hoy está de moda decir empoderamiento. Pero tampoco son muchos los líderes mundiales que han podido despedirse de las multitudes que los encaraman diciéndoles para emoción de todo aquel que tenga sangre en las venas: “Llevo en mis oídos la más maravillosa música, que es la palabra del pueblo argentino”. Es muy difícil definir qué es el peronismo, pero entregados a sentir ese torrente de emoción que generó este hombre, por ahí es más fácil acercarse.
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