EL PAíS
› ARGENTINA RATIFICO SUS CONDICIONES
PARA EL ACUERDO Y NO PAGA HASTA QUE EL FONDO LAS ACEPTE
Una audaz decisión del Gobierno en la pelea con el FMI
Néstor Kirchner ordenó congelar los depósitos que estaban disponibles para cubrir el vencimiento de hoy con el FMI, por 2900 millones de dólares. Ayer hubo conversaciones y pulseadas en varias latitudes: Washington pidió flexibilidad al FMI y los europeos presionaron en el G-7 en Londres por un compromiso de ajuste de tarifas. El Gobierno sigue esperando respuesta del Fondo.
› Por Claudio Zlotnik
Ante la falta de acuerdo, Néstor Kirchner decidió dejar impagos 2900 millones de dólares de la deuda que vencen hoy con el Fondo Monetario. Si bien en la formalidad deberán pasar algunas semanas hasta que el organismo declare en cesación de pagos a la Argentina, será la primera vez que el país entre en atraso con ese organismo. Durante toda la jornada de ayer, los funcionarios de máxima responsabilidad del Gobierno y la cúpula del Banco Central se abocaron con exclusividad a la negociación con el Fondo. Pero la imposibilidad de ponerse de acuerdo sobre las tarifas de los servicios públicos impidió, al menos hasta anoche, acercar posiciones. Ni siquiera lo hizo una decidida jugada del gobierno de los Estados Unidos, que directamente reclamó “mayor flexibilidad y razonabilidad” al FMI en su relación con la Argentina. El directorio del FMI se reunirá el próximo viernes para analizar el “caso argentino”. Mientras tanto, la Casa Rosada ordenó al Banco Central congelar los fondos de una cuenta de la que el FMI podía cobrarse cada vencimiento.
George Bush, en forma personal, se involucró en la pulseada de la Argentina y el FMI. Durante la entrevista con José Octavio Bordón, embajador argentino en Washington que ayer presentó en la Casa Blanca sus credenciales, Bush aseguró que sigue “con mucho interés” las negociaciones. Y prometió que, de ser necesario, volverá a tratar la cuestión con el secretario del Tesoro, John Snow. En la carta que Bush entregó a Bordón, el presidente fue muy elogioso del proceso argentino. Aseguró que el país “seguirá teniendo respaldo” de los Estados Unidos para superar las dificultades y reconoció que la Argentina, tras la crisis, “está saliendo adelante”.
Roger Noriega, encargado para América Latina del Departamento de Estado, reforzó el espaldarazo de Bush e incluso emitió en forma más contundente la posición de Washington. “Estados Unidos cree que el Fondo Monetario debe ser muy flexible para ayudar a los argentinos a poner sus asuntos en orden”, manifestó durante una exposición académica sobre la relación de su país con Latinoamérica.
La poderosa señal enviada por la Casa Blanca transparentó las divergencias que existen en el seno del directorio del FMI. Mientras Estados Unidos, el principal socio en el organismo, quiere un acuerdo rápido que ayude a dejar atrás la crisis –y a ellos evitarles nuevos sacudones en la región–, los demás ocupantes de los sillones del directorio, en su mayoría europeos, presionan para que la administración Kirchner ajuste las tarifas y mejore las cuentas públicas para incrementar los pagos de la deuda. La estrategia tiene fundamentos: las privatizadas están en poder de conglomerados europeos y, a su vez, en ese continente habita la mayor parte de acreedores privados de la deuda impaga de la Argentina, especialmente en Italia y Alemania.
El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, fue otra de las personalidades que habló del caso argentino desde Washington. Estimó que el acuerdo podría concretarse “en las próximas 48 horas”. Wolfensohn utilizó uno de los argumentos del Gobierno para reclamar sensatez a los socios del Fondo. “Es necesario un acuerdo que dé a la Argentina espacio para el crecimiento económico”, auspició.
Fuentes cercanas a las negociaciones aceptaron que la pretensión de aumento de las tarifas terminó como el tema que más distancia puso entre las partes. Kirchner fue categórico hasta último momento en oponerse a que le arrancaran cualquier promesa de retoques. El desacuerdo incluyó las metas de superávit fiscal para los años 2005 y 2006. Sin embargo, este cortocircuito podría sortearse de una manera indirecta: estableciendo metas económicas que, si fuesen superadas en la realidad, posibilitarían que esa diferencia se destinara al pago de la deuda.
Los viceministros del Grupo de los Siete países más poderosos se reunieron ayer en Londres. Como era seguro que analizarían el caso argentino, Anne Krueger –vicedirectora del FMI– eligió faltar a la citacon el evidente objetivo de eludir presiones. No hubo declaraciones de los funcionarios al finalizar el encuentro.
El fracaso de las negociaciones obligó a Kirchner a dejar impago el vencimiento de hoy. Anoche, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, le comunicó a Alfonso Prat Gay, jefe del Central, que debía dejar sin efecto la autorización previa de debitar de las cuentas bancarias argentinas en el exterior los giros al FMI. Desde que estalló la crisis, los fondos argentinos se acumulan en distintos plazos fijos en el Banco de Basilea (Suiza) para impedir los embargos. Cuando se acerca un vencimiento, el Central pasa los fondos a cuentas a la vista, desde las cuales se efectúan los giros. Es el área de Operaciones del Central la encargada de instruir a Suiza los pagos de la deuda a los organismos.
Fernández y Prat Gay habían discutido el tema a primera hora de la mañana durante una reunión en la Casa Rosada, a la que se habría sumado Néstor Kirchner. En ese encuentro no sólo se tomó nota de los aspectos técnicos del impago, sino también se analizó el escenario financiero que se abriría tras el evento. La preocupación de los funcionarios radica en que, en las últimas semanas, empresas, bancos e inversores particulares pusieron sus fondos a muy corto plazo. Fue en respuesta al escenario de incertidumbre que generaron las negociaciones con Washington. Existen unos 70.000 millones de pesos en liquidez inmediata, y hay temor de que parte de este dinero se traslade al dólar en caso de que se prolongue el cortocircuito. En caso de turbulencias, el papel de Prat Gay sería decisivo para evitar mayores problemas.
Una fuente que hasta anoche formó parte de las negociaciones contó a Página/12 que la estrategia oficial consistirá en “recrear todo el tiempo la perspectiva de que habrá acuerdo en el corto plazo”. Esa será la manera de desincentivar cualquier ola especulativa del mercado.
Es por este motivo que en los despachos oficiales no descartaban que durante el día de hoy se difundan sendos comunicados desde la capital estadounidense y desde la Casa Rosada. El texto, corto pero preciso, diría que las partes siguen negociando en busca del acuerdo final. Una alta fuente de Economía descartó, en diálogo con este diario, la chance de una ruptura de las relaciones con el FMI. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, expresó al respecto: “El Gobierno tiene vocación de llegar a un acuerdo”, dijo, al mismo tiempo que rechazó los reclamos. “No se aceptarán condiciones que pongan en riesgo la incipiente recuperación económica del país”, remató.
Si la jornada de hoy pasa sin novedades, las miradas se centrarán en lo que suceda el próximo viernes. Habrá un encuentro de los directores del FMI. Según trascendió en despachos oficiales locales, los funcionarios tratarían el caso argentino. Si bien sólo podrían hacerlo en caso de que antes la Argentina se ponga al día con la deuda, es probable que previo a ello envíen la esperada señal de que aceptaron las condiciones del Gobierno.
Hace unos 2500 años, el general chino Sun Tzu se dedicó a escribir una especie de manual sobre “el arte de la guerra”. Si bien polémicos, sus escritos sirvieron a la estrategia de disímiles ejércitos. Sun Tzu fue considerado un genio de la estrategia militar y sus propuestas son utilizadas hasta en el mundo de los negocios. Una de sus máximas indica que un guerrero nunca debería encerrarse en su propia posición ni ahogar a su enemigo. De lo contrario no quedaría espacio para negociar. Kirchner eligió, en esta instancia de la batalla, jugar fuerte y esperar que sea el adversario el que se vea obligado a dar un paso atrás para seguir negociando.
Subnotas