EL PAíS
› EL GOBIERNO NO PAGO CON LAS
RESERVAS EL VENCIMIENTO DE 2900 MILLONES AL FMI
Aca nadie habló de sacar la billetera
El tira y afloje con el Fondo suscitó ayer la primera diferencia entre el Presidente y su ministro de Economía. Para destrabar el acuerdo, Lavagna estaba dispuesto a efectuar pagos con reservas y así achicar la deuda con el FMI. Pero la negativa de Kirchner fue terminante.
› Por Maximiliano Montenegro
El Gobierno no pagó con reservas del Banco Central el vencimiento de 2900 millones de dólares al FMI. Ahora hay 30 días de plazo hasta que la Argentina sea declarada oficialmente en default también por los organismos internacionales. El tira y afloje con el Fondo suscitó ayer el primer cortocircuito entre el Presidente y su ministro de Economía. En los últimos días, Lavagna logró quebrar la intransigencia del FMI en algunos temas clave: compensación a los bancos por amparos, tope del 3 por ciento al superávit fiscal, y hasta la insólita pretensión de incluir un cronograma de aumentos de tarifas en el acuerdo. A cambio, según pudo saber Página/12, los burócratas del Fondo plantearon que la Argentina achicara la deuda con el organismo, efectuando pagos netos de capital del orden de los 700 millones al año. (Vale recordar que con el superávit fiscal se cubren sólo intereses.) El ministro no ve con malos ojos la oferta e instruyó a sus colaboradores para que redactaran un nuevo borrador de la carta de intención. Pero Kirchner no quiere saber nada con tocar un solo dólar más de las reservas para cumplir con Washington. La impugnación presidencial dejó descolocado a Lavagna. Pero las negociaciones continúan y en Casa de Gobierno son optimistas sobre la posibilidad de llegar a un entendimiento en los próximos días.
“Que no nos vengan a asustar con el caos y las siete plagas: creamos en nosotros mismos”, dijo el Presidente para contrarrestar los pronósticos apocalípticos de los gurúes de la city (ver aparte). Fue poco antes de que la Argentina dejara caer por primera vez un vencimiento de deuda con el Fondo Monetario. En los papeles, el Gobierno debía depositar antes de las cinco de la tarde casi 2900 millones de dólares en una cuenta especial del FMI en Nueva York para evitar así que empezara a correr el reloj del default también con los organismos internacionales. De ahora en más hay 30 días antes de que sobrevengan las primeras sanciones de parte del acreedor. Pero al margen de las formalidades, Kirchner envió ayer una fuerte señal política a Washington. Dejó en claro que aspira a un acuerdo, pero que no teme las consecuencias en caso de no alcanzarlo.
No casualmente, el comunicado oficial que explica por qué no se pagó no fue emitido por el Ministerio de Economía sino por Jefatura de Gabinete: “El gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional no han concluido aún las negociaciones referidas a un acuerdo de refinanciamiento con los organismos multilaterales de créditos (FMI, Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo). A fin de evitar comprometer el 25 por ciento de las reservas se ha dispuesto suspender el pago que debía hacerse en el día de hoy”, afirma.
Hacia el mediodía, el Presidente se había reunido durante casi dos horas con Lavagna. En ese encuentro, el ministro lo puso al tanto de las últimas novedades. El organismo admitiría un superávit fiscal del 3 por ciento el año próximo y dejar abiertas las metas para los dos años subsiguientes. Tampoco sería un obstáculo la postergación de la compensación a los bancos por los amparos. Y hasta habría dejado de ser una condición sine qua non el fijar un cronograma para el ajuste tarifario.
En cambio, habría consenso en el Directorio del Fondo –aun entre el representante norteamericano y los europeos– en avalar una exigencia que los técnicos pusieron hace rato sobre la mesa: que la Argentina disminuya en los próximos tres años, aunque fuera en una mínima porción, la deuda con el organismo, que asciende casi a 14.000 millones de dólares, una cifra superior a todas las reservas del Banco Central. Con el superávit fiscal primario (ingresos menos gastos operativos), el Gobierno se compromete a abonar intereses a una larga fila de acreedores, entre ellos el propio FMI. Pero si procurara cancelar capital de la deuda, debería echar mano de las reservas, porque obviamente no alcanzaría con el ahorro fiscal corriente. La “sugerencia” de Washington es que los pagos de capital sean del orden de los 700 millones anuales en promedio, aunque en un primer borrador se hablaba de un giro inicial de 1000 millones.
El planteo del Fondo no es nuevo, ni exclusivo para el caso argentino. Siempre después de un gran paquete de ayuda financiera, el organismo se preocupó por reducir lo más rápido posible su exposición con el país en cuestión. Por ejemplo, tras la crisis del tequila a fines del ‘94, México hizo fuertes pagos de capital al Fondo en el ‘96 y en el 2000 ya no debía nada. Rusia es otro ejemplo: después del colapso del ‘98, su pasivo llegó a 3 veces la cuota que posee en el organismo, pero empezó a cancelar principal en el ‘99 y hoy adeuda sólo media cuota. La Argentina adeuda actualmente 5,5 veces su cuota en el Fondo; y es el tercer mayor deudor después de Turquía (20 veces la cuota) y Brasil (7 veces).
Entre enero del año pasado y mayo último, Eduardo Duhalde autorizó pagos con reservas a los organismos internacionales por unos 5000 millones de dólares. Pero casi la totalidad de esos fondos se destinó a cancelar deuda con el Banco Mundial y el BID, por lo que ahora el Fondo reclama su parte. De hecho, en el 2004, mientras los vencimientos de capital con el Fondo ascienden a 7000 millones, con el Banco Mundial son sólo de 760 millones. Lavagna no sólo no considera descabellada la contraoferta del Fondo sino que, según pudo chequear este diario, en más de una oportunidad dio a entender a los burócratas de Washington que la aceptaría.
Sin embargo, el Presidente se comprometió públicamente a no dilapidar las reservas y está empecinado en cumplir con su palabra. La terminante negativa de Kirchner dejó descolocado al ministro de Economía, cuyo vocero debió desmentir su renuncia por primera vez en mucho tiempo.
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