EL PAíS
› EN EL PALACIO SAN MIGUEL, IBARRA FESTEJÓ EL TRIUNFO
Un ballottage con gusto a revancha
Poco después de que finalizaran los comicios, todas las encuestas de boca de urna daban como ganador a Ibarra. Mauricio Macri reconoció la derrota y Aníbal Ibarra festejó en su búnquer del Palacio San Miguel.
› Por Santiago Rodríguez
“Se rindió”, reaccionó anoche Aníbal Ibarra al ver que Mauricio Macri admitía su derrota. El actual jefe de Gobierno –ahora reelecto– supo de su triunfo a media tarde porque así lo indicaban a esa altura todas las encuestas de boca de urna, salvo una que dijo tener su adversario y que finalmente demostró estar equivocada. “Todas las informaciones nos dan como claros ganadores, esto no es un empate técnico”, afirmó de hecho Ibarra minutos después del cierre de los comicios. Pero la alegría contenida que mostró entonces se transformó en euforia un par de horas más tarde al ver la imagen del empresario reconociendo que había perdido. Euforia propia y de todos los que se juntaron en el Palacio San Miguel –el lugar donde los ibarristas aguardaron el resultado de las elecciones– que estallaron el grito de “un minuto de silencio, para Macri que está muerto”.
“Hay olor a triunfo en el Palacio San Miguel”, decían los ibarristas ya a mitad de la tarde a todos aquellos que llamaban interesados en saber alguna novedad de las elecciones. A esa hora Ibarra estaba en su casa ayudando a su hijo Pablo a preparar un examen de Historia, pero sus asesores lo mantenían al tanto de los datos de boca de urna que les pasaban los consultores y que lo señalaban como ganador.
La llegada de Ibarra al lugar dio la pauta de que la cosa venía bien: el jefe de Gobierno no se recluyó en la sala que le habían acondicionado para esperar el escrutinio junto a sus colaboradores, sino que hizo una recorrida por los salones del Palacio San Miguel y saludó a quienes a las cinco y cuarto de la tarde ya habían llegado.
“Quiero decirles que todas las bocas de urna propias, independientes y hasta las de nuestro adversario nos dan ganadores y por una clara diferencia; esto no es un empate técnico”, dijo Ibarra dos minutos después del cierre de los comicios. La premura de su salida a escena –junto a su compañero de fórmula, Jorge Telerman– tuvo una razón de ser: los ibarristas tenían el dato de que el jefe de campaña de Macri, Juan Pablo Schiavi, trataría de instalar la idea de que el empresario había ganado y quisieron cortar de raíz esa jugada.
Si en la primera aparición de Ibarra fue ensordecedor el grito de “es para Macri que lo mira por TV”, ni qué decir cuando las pantallas instaladas en el Palacio San Miguel mostraron al empresario admitiendo su derrota. Ibarra vio esa imagen y se confundió en abrazos con sus principales colaboradores de campaña en el segundo piso.
En la planta baja todo era delirio. Abundaban las remeras con la leyenda 100% Ibarra y eran muchos –varias secretarias a las que suele verse serias en sus despachos del gobierno porteño– los que bailaban sin parar al ritmo de los bombos y platillos de un grupo de la Juventud Porteña.
Después de ver a Macri y del festejo en la intimidad, Ibarra dedicó un rato a dar el toque final al discurso que sus asesores le habían preparado. Y antes de bajar a pronunciarlo habló con Néstor Kirchner y con Elisa Carrió. Fueron varios los dirigentes que llegaron durante el tiempo que medió entre una cosa y otra, entre ellos varios miembros del gabinete nacional, encabezados por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
“Hemos ganado con una diferencia mayor de la que pensábamos más temprano y de las que nos daban las proyecciones”, dijo Ibarra en su segunda aparición y señaló que “tenemos una agenda cargada de futuro” antes de repasar las metas que se plantea para su segundo período de gobierno. Como en campaña, mencionó la deserción escolar cero, la obra pública y los subtes y el compromiso social, entre lo que se propone hacer.
Después de mencionar que había hablado con Kirchner y Carrió, el jefe de gobierno destacó que “integramos el mismo horizonte político” y que la ciudad “decidió mirar al futuro y consolidar la esperanza”. En esa línea, le mandó saludos al bonaerense Felipe Solá. Para cuando Ibarra habló, las cifras concretas de los comicios eran ya una anécdota. También el análisis que se hacía de que los votantes de Luis Zamora –de cuya madre se acordaron los ibarristas en los cantitos– no habían respondido al llamado de votar en blanco. Lo único importante para todos los que estaban era haber ganado. Como cierre, Ibarra habló desde el balcón del Palacio San Miguel.
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