EL PAíS
› PERSISTEN LAS VERSIONES DE CAMBIOS DE GABINETE
Una lotería en la Casa Rosada
Mientras se diluyeron las versiones sobre la renuncia de Jorge Remes Lenicov y Duhalde desmiente todas, surgieron otras sobre cambios en la Jefatura de Gabinete y en Interior.
Ese despacho de la Casa Rosada era atractivo. Pero el funcionario exigió atención en el papel. Primero hizo un garabato y después invitó a la adivinanza. Puso una “G” y una “I”. No esperó una respuesta. “Gabinete e Interior”, facilitó el juego. Se refería a los cambios de gabinete que hace tiempo el Gobierno quiere implementar pero que Eduardo Duhalde ayer decidió demorar para mejor momento.
Las insistentes versiones llevaron al Presidente a abordar por primera vez el tema. “Es evidente que hay sectores que están haciendo lobby, pero no hay absolutamente nada”, dijo sin dar mayores detalles.
Lo cierto es que la Jefatura de Gabinete es un cargo que desvela a Duhalde. Apenas asumió, y con su proyecto de consagrar una administración “federal”, se lo ofreció al gobernador de La Pampa, Rubén Marín. Por esos tiempos también se dijo que la oferta llegó a los oídos del mandatario jujeño, Eduardo Fellner.
Ninguno se animó. Y entonces Duhalde debió “bajar” sus pretensiones. Descartados los gobernadores, fue por un legislador que no fuera bonaerense. Allí rescató a Jorge Capitanich, a quien había respaldado -junto a Carlos Ruckauf– en las elecciones legislativas del Chaco.
Para Capitanich sobran elogios: dicen que es un dirigente capaz, instruido y solvente. Pero también señalan que todas esas virtudes propias de un “técnico” no alcanzan para garantizar un buen manejo “político”. Empresarios de importantes petroleras lo han tratado de “chico” para minimizar su gestión en las negociaciones.
Hace varias semanas que se especula con la vuelta de Capitanich al Senado u a otro lugar del Ejecutivo. Y, por eso mismo, hace días que surgen candidatos para su puesto. A Marín le llegó una oferta concreta -la segunda–, que volvió a rechazar. En el Gobierno aseguraron a Página/12 que buscan al cordobés José Manuel de la Sota.
Parece impensado ese premio para quien da permanentes muestras de distanciamiento, pide volver a la convertibilidad y busca sacar rédito electoral diciendo que tiene la receta para salir del corralito pero que sólo la develará si lo votan.
“¿Acaso a De la Sota no le conviene recalar en el Gobierno antes de que se le incendie la provincia?”, fue la lógica en la Casa Rosada. El diputado José María Díaz Bancalari utilizó otro argumento. “Es necesario incorporar figuras importantes”, justificó.
A Marín y De la Sota, se sumó a último momento otro candidato: el santafesino Jorge Obeid. Sería una manera de comprometer en la gestión al gobernador Carlos Reutemann, a quien no sólo duhaldistas sino también menemistas ven como el mejor candidato del PJ para el 2003.
Pero Obeid tampoco se imagina en ese lugar. Santa Fe considera que con Oscar Lamberto, quien se comprometió a trabajar durante un breve tiempo en Economía, cumple con su cupo.
A pesar de lograr un nuevo pacto fiscal, y de fogonear la reforma política, el ministro del Interior, Rodolfo Gabrielli, sigue ocupando un lugar privilegiado a la hora de mencionar quiénes tienen poco futuro en este Gobierno. Hablan de perfil bajo y falta de acción. En su entorno prefirieron optar por el silencio para no alimentar más las versiones en su contra.
Del resto del gabinete, esta semana se dio por retirado a Ignacio de Mendiguren. Pero el ministro de la Producción dijo que los rumores son interesados, y en ese sentido apuntó hacia “algunos bancos que juegan a que seamos una colonia y que promueven la dolarización”.
Jorge Remes Lenicov, en cambio, pareció recuperar oxígeno pese a que la semana pasada una versión de su renuncia alcanzó las radios y la pantalla de la televisión. En el entorno del ministro de Economía también vieron por allí la mano del club de dolarizadores.