Vie 19.09.2003

EL PAíS  › ALICIA KIRCHNER RECORRIO LA ISLA MACIEL Y EL DOCK SUD

Un tour por la mishiadura

La ministra de Desarrollo Social y su equipo incursionaron en la zona, en una villa donde la desocupación es empardada por el aislamiento en que viven sus habitantes. Los pedidos.

› Por Laura Vales

La ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, recorrió la isla Maciel y el Dock Sud con parte de su equipo social. Durante la visita a la villa recibió pedidos de trabajo y reclamos por la contaminación. Kirchner entró a las casillas para tomar los datos de la gente, todos desocupados en una fuerte situación de aislamiento, pese a la cercanía de la zona con la Capital.
La villa de la Isla Maciel está ubicada enfrente de La Boca. Un olor acre, fétido, llega desde el Riachuelo cercano. En el interior de la isla, las empresas resguardan su perímetro levantando paredones con alambres de púa en lo alto. Un tren de carga llega y sale del lugar tres veces por día, con containers. Entre las vías del ferrocarril y los muros de cemento, sobre una franja estrecha, están las primeras casas del asentamiento.
Nadie sabe muy bien cuántas personas viven allí. Casi todas son de chapa y madera, con los techos sostenidos por grandes piedras. Son casillas con electricidad y agua potable, pero en gran parte sin baños. En el corazón del asentamiento, un arroyo se desborda y anega la zona cuando llueve.
En esos pasillos no hay otro rastro de la reciente campaña electoral que algún cartel de Menem-Romero. Poca política y mucho templo evangélico, con nombres como “Tabernáculo La palabra hablada de Jesucristo”.
El equipo del ministerio se internó acompañado por un centenar de vecinos, algunos del mismo barrio y otros del cercano Urquiza, en el Docke.
Nélida, de 39 años, fue una de las mujeres que mostró a la ministra su vivienda.
–Le pedí a la intendenta que ayude a mi mamá –dijo después a Página/12.
Su casa es un único cuarto sin colchones, donde se acomodan su madre, su hermano, dos hijos adolescentes, cuatro perros y un televisor color. El único ingreso de la familia son 150 pesos de un plan para desocupados, el Jefes de Hogar.
Nélida muestra sus comodidades. En el interior del cuarto su hermano Víctor se presenta: “Víctor, recién salido de Sierra Chica”. El hombre extiende su DNI para corroborarlo. Efectivamente, en la línea del documento correspondiente al domicilio se lee “Sierra Chica”. Cuenta que cumplió 9 años de condena, que nadie le daría trabajo y que ya no anda para salir a robar. Nélida tampoco consigue trabajo.
–¿Y qué le contestaron?
–Que me van a ayudar –dice ella. Pero se debe quedar pensando en que nada es seguro, porque agrega:–, con el otro intendente tengo una foto. Me saqué una foto con él, pero no llegó ayuda de nadie.
Junto a Alicia Kirchner estuvieron los secretarios Liliana Perotti (Alimentación) y Fernando Gray (Comunicación), el coordinador del área con las organizaciones sociales, Sergio Berni, y un grupo de asistentes sociales. El intendente de Avellaneda, Oscar Laborde, se unió a la delegación desde el inicio de la caminata.
El equipo está trabajando con el plan Manos a la Obra, destinado a impulsar microemprendimientos. Están recibiendo solicitudes de máquinas de hacer pañales, máquinas de coser, insumos para panaderías y en algunos casos para huertas. “Hoy estamos viendo muchos casos de enfermos o discapacitados”, menciona una de las asistentes durante en el trayecto. Es el efecto de la contaminación.
La recorrida de Kirchner fue acompañada por un cortejo que creció a medida que la ministra atravesaba el barrio, una columna en la que se mezclaron punteros del PJ, vecinas que reclamaron ser atendidas “sin intermediarios”, chicos (“¡No tiren piedras al tren!”, tuvieron que advertir varias veces las madres), funcionarios de saco y corbata, manzaneras, personas que entregaron cartas. Los pedidos hicieron centro en el trabajo. “Limpiaba casas en un country de Ezeiza hasta que me tuve que venir acá”, planteó por ejemplo Teresa Paredes, de 38 años. Francisco Sánchez, padre de siete hijos, propuso “construir una plaza para la comunidad”, mientras que otros vecinos se ofrecieron para impulsar alguna obra pública que solucione las inundaciones y la polución.
Las asistentes sociales tomaron los pedidos. El próximo paso en su mecanismo de trabajo es fijar prioridades y volver al barrio para empezar a paliar las urgencias y armar grupos de producción. Con este esquema, ya pasaron por la villa del bajo Flores, la 21 (en Barracas) y algunos distritos del conurbano, como Moreno.
Según los datos que maneja el ministerio, en el marco del programa Manos a la Obra ya están funcionando cien emprendimientos, en su mayoría a partir de iniciativas organizadas por los desempleados.
Al final de la gira, los vecinos del Docke invitaron a Kirchner a conocer “Las casitas de Perón”. Son varias cuadras de viviendas de construcción barata, algunas todavía con interiores de cartón, que el primer gobierno de Perón construyó cuando se quemaron los conventillos de La Boca. En el frente de una de esas casas hay un árbol antiguo, según los vecinos plantado por Evita. El árbol es un árbol cualquiera, sin una placa que recuerde el episodio que todos cuentan como si lo hubieran visto con sus propios ojos. Que debe ser verdad, porque es el único en toda la zona que nunca permitieron cortar.

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