EL PAíS
› ELISA CARRIO EXPLICA SUS CRITICAS Y SU DISTANCIA CON EL GOBIERNO
“Ahora comienzan los desacuerdos”
Repite que está feliz porque pronto deja su banca. Pero está enojada por “el hegemonismo” y la vuelta de los “viejos ladrillos” a la política. “No nos integramos a esta especie de pan-justicialismo” que ella ve en Kirchner. Y hace muy profundas críticas al rumbo económico y los nuevos beneficiados.
› Por Felipe Yapur
Elisa Carrió insiste en que se siente feliz porque en pocos meses más abandona su banca en el Congreso. De todas maneras, ello no le impide pintar un panorama preocupante para el país. Critica a Néstor Kirchner por su tendencia hegemónica, por “el retorno de los personajes que destruyeron el país”, que dan cuenta de una continuidad que también se expresa en el Presupuesto 2004. Al mismo tiempo anuncia su alejamiento de Aníbal Ibarra. No le gustó su acercamiento al Presidente y esto se traducirá en la prescindencia de ocupar cargos en la nueva gestión porteña. “No nos integraremos a esta especie de pan-justicialismo. Respetamos la decisión de Ibarra pero nosotros nunca lo haremos.”
–En un reportaje anterior, usted dijo que el gobierno de Kirchner tenía una buena dirección pero le preocupaba la renovación del Congreso. Ya se produjo. ¿Qué se puede esperar?
–Mire, yo dije en esa oportunidad que no era posible construir un nuevo edificio con ladrillos viejos. Para el mapa político que quedó en el país, el aumento de la pobreza y los planes sociales focalizados son absolutamente funcionales al esclerosamiento del sistema político. En las provincias ganaron los que manejan el aparato estatal, a excepción de Tierra del Fuego. Entonces, si hubiera ganado (Carlos) Menem, creo que no se habría modificado. (José) De la Sota, (Carlos) Reutemann o (Felipe) Solá, todos hubieran ganado igual. Por un lado hay en las provincias una petrificación de fotos del pasado y, por el otro, una paralización o congelamiento de los procesos de cambio.
–¿Esto quiere decir que todo lo positivo que hasta ahora realizó Kirchner no sirvió de nada. Es una especie de gatopardismo?
–No, creo que las presidencias son históricas por algunos actos. Y la presidencia de Kirchner ya es histórica. Cambiar el principio impunidad por el de apertura en el tema de la Corte Suprema, ayudar a la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final que es ni más ni menos que instaurar el principio de verdad y justicia en derechos humanos, la verdad que es histórico. A Kirchner le puede ir bien, muy bien, regular o mal en su gobierno, pero esto es histórico. No creo que eso haya sido gatopardismo. El tema es que las otras cuestiones pueden marcar una continuidad de lo anterior. El Presupuesto, por ejemplo, no es un avance.
–¿Ni siquiera que se destine más dinero a educación o salud?
–Pero esto es una mentira. Es decir, si uno tiene 10 por ciento de inflación y congelamiento de salarios y jubilaciones, lo que se tiene entonces es una retracción del mercado interno y una pérdida del poder adquisitivo. Con lo cual, no hay una nueva pauta de distribución del ingreso. Este presupuesto no tiene este principio y persiste en las políticas sociales focalizadas y si no opta por las universales nos están hablando de que este país no tiene cambio. Al contrario, hay preferencia por el sector exportador, como antes se lo tuvo por el financiero, y hay una marcada restricción interna.
–¿Esto significa que Kirchner está siendo doblegado por el establishment y nadie dice nada? ¿Es fruto de una debilidad?
–Lo que digo es que el Presupuesto ya nos pone sobre la realidad. Teníamos acuerdos profundos en la nulidad de las leyes de impunidad, acuerdos profundos en materia de limpiar la Corte. Ahora comienzan los desacuerdos. El Presupuesto marca la ausencia de plan o directamente la continuidad de los planes anteriores y es obvio que surjan las diferencias. Acá comienza la gran discusión política del país que es la distribución del ingreso, la ampliación del mercado interno y las políticas sociales. En esto estamos en discrepancia. Y no lo digo en un sentido oportunista. Al contrario, esto es exactamente lo contrario de lo que planteamos en nuestra propuesta de gobierno cuando competimos en abril por la presidencia.
–¿Intentar mejorar la distribución de la riqueza –al menos en lo que hace al Presupuesto– podría decirse que es una pelea perdida en el Congreso?
–Claro que es una pelea perdida. Ahora, este plan no resuelve el problema de las políticas sociales focalizadas, al contrario, los profundiza. Y esto es decisivo para condicionar a un país pobre estructuralmente al cabo de cinco años y que no se podrá revertir por cincuenta. No hay una política para la PyME y hay una pérdida muy clara del poder adquisitivo.
–¿Usted dice que está asomando la verdadera cara del presidente Kirchner?
–No. No quiero aventurar eso. Somos una fuerza política de oposición constructiva. Creo que el Presidente tiene buenas intenciones, más allá de sobreactuaciones menores, pero nosotros no somos el PJ. No vamos a formar fuerzas kirchneristas no justicialistas. Esta idea lanzada por (Aníbal) Ibarra y el Presidente nos separa.
–Bueno, por lo que está afirmando, se puede entrever que su relación con el jefe de Gobierno está llegando a su fin.
–(Piensa.) Yo estoy satisfecha, somos el partido que más sacrificio hizo para que no ganara Macri. Acordamos el apoyo y una vez terminada la elección recuperamos nuestra plena autonomía. No formamos parte de un proyecto de un pan-PJ. La estrategia de Kirchner es clara. Por un lado un justicialismo con él como líder y, por el otro, un centroizquierda que también lo tiene como referente. Esto llega a una hegemonía total y absoluta del cuadro político del país que es incompatible con la república y la democracia. En este juego estamos fuera. Así las cosas, mantenemos nuestra autonomía que implica no incorporarnos a su gabinete.
–¿Entonces por qué no integrar el gabinete?
–No, porque yo se lo dije siempre así. Nosotros tenemos muy claro que en algunos momentos el partido se tiene que sacrificar para que las cosas no retrocedan. Ese sacrificio no es con factura. En este momento lo que el ARI debe cuidar, aunque signifique oposición interna porque sufrirán la tentación hegemónica, es mantener la autonomía. No vamos a contribuir a una hegemonía que deje sin alternativa a la sociedad.
–¿El acercamiento a Kirchner significa que Ibarra se quebró?
–No. El hizo dos alianzas. Y está en su derecho de privilegiar alguna. De todas formas nos agradeció nuestro apoyo. Yo le dije que sólo lo iba a ir a ver si perdía, si ganaba el triunfo era de él. Está en todo su derecho de plantear esta opción por el kirchnerismo y nosotros de optar por la autonomía. Es su decisión y su responsabilidad. Lo respetamos, lo único que pedimos es que no nos incluyan en ningún proceso prooficialista. Porque esto no es sano ni para la democracia y ni para la república. Lo único que cobro es que no nos incluyan, o al menos a mí.
–¿Entonces, puede ser que haya otros de su partido que se sientan tentados?
–Bueno, los vientos son los vientos. Por eso me quedé tantas veces con menos. Lo único que te salva es tener en claro las convicciones, porque los vientos siempre confunden. Porque cuando se detiene el viento, los que los buscan miran donde hay otro, así se muestran los oportunistas.
–¿Ibarra es un oportunista?
–No, no digo eso. Digo que nosotros no lo somos. Nos costó demasiado irnos de nuestros partidos para sumarnos a la primera golondrina volando.
–Entonces no se podrá ver en el gabinete de Ibarra a su gente.
–No. Además hay muchas dudas. ¿Quién es Alberto Fernández? ¿El que integró una lista con Domingo Cavallo y Elena Cruz? O es el jefe de Gabinete de un gobierno progresista. Hay muchas preguntas sin respuesta. La historia de las personas no nos da confiabilidad. Porque no sólo hay que tener un discurso, porque los mercenarios también lo tienen.
–Epa, usted es cristiana y debería creer en la conversión.
–(Lanza una carcajada.) Yo no los he visto tomando la comunión.
–Usted habla de sacrificios, pero se nota una especie de candidez a la hora de armar listas. Y esto se nota en el caso de los diputados nacionales porteños, donde el ARI no tiene representantes.
–Es cierto, pero esto no tiene que ver con nuestra candidez sino con el uso que hacen los otros de nosotros.
–¿Hasta cuándo se puede aguantar que lo usen por una buena causa?
–Sólo una vez.
–Sí, pero ya pasó lo mismo con los socialistas y ahora con Ibarra.
–Es cierto, pero el problema es de los otros. Yo no usé a nadie. Tengo claro que para grandes sectores, analistas políticos y para aquellos que sólo piensan en la construcción del poder, nosotros somos tontos y que yo no sé construir política. El tema es que desprecio la forma de construcción política que tiene que ver con el posicionamiento de poder y no me van a convertir en ellos. Prefiero dedicarme a plantar zapallos a tener el código de pensamiento de los que construyen política a cualquier precio. Entonces, quizá perdamos algunos cargos, lo que nunca perderemos es la conciencia. Esto es independiente de que en algún momento ayudemos a algunos de ellos porque hay enfrente algo que es peor. Ahora, a los que dicen que no sabemos construir les contesto que simplemente no buscamos el poder desde el atajo, no nos importa el poder a cualquier precio. Y no es que no somos por imposibilidad sino que decidimos no ser ellos.
–¿Por qué insiste en que el resultado de la provincia es un éxito?
–Primero porque sabíamos que la elección de abril era una votación de proyectos y de personas. Entonces, la gran prueba de sobrevivencia era este comicio. Siempre dije que éramos un partido del 10 por ciento y ese objetivo lo logramos. Es nuestro piso porque no tuvimos afiches, intendentes, nada que nos traccione. Desde ese punto de vista somos el único partido de centroizquierda que quedó en el país.
–¿Y el radicalismo qué es?
–Ellos iban a ser la segunda fuerza porque al no haberse atado la renovación de diputados nacionales a las presidenciales, era obvio que iba a haber una sobrerrepresentación en términos institucionales de la UCR.
–¿Esto se puede leer como una estrategia del PJ para tener una segunda fuerza más afín?
–Somos el único partido fuera del PJ que no perdió bancas. El Polo Social desapareció, otras fuerzas sufrieron lo mismo. Pero yo entiendo que el sistema de poder y de comunicación diga que la primera fuerza es el PJ y la segunda el radicalismo, con una característica fundamental y que es la permanencia de la UCR como segundo partido en el interior y su pérdida absoluta de protagonismo en los grandes centros urbanos.
–A partir de diciembre la Cámara baja será casi monocolor. ¿Qué estrategia se está planteando para enfrentar el desembarco masivo del PJ?
–Eso depende del ARI y depende de los legisladores. Si el partido sostiene los principios y posiciones sin ningún tipo de mezquindad. Sin un apoyo obsecuente ni en una oposición maniquea, votará aquellas iniciativas de Kirchner que considere correctas y se opondrá a las otras. Finalmente la coherencia de sus principios y el no pacto será lo que les dará continuidad. Pero, en definitiva, a mí el número de legisladores del PJ no me preocupa, en todo caso lo preocupante son las personas que vienen. Me hubiera gustado una profunda renovación en las fuerzas políticas tradicionales. A veces tengo esa sensación de paradoja. Tanto peleamos y al final volvieron los mismos.
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