EL PAíS › OPINION
› Por Julián Domínguez *
Que los parió a los gringos
una y gran siete
navegar tantos mares
venirse al cuete.
“Triunfo de la Vuelta de Obligado”,
Miguel Brascó-Alberto Merlo
Los argentinos sabemos bien, por nuestro propio pasado, que la soberanía nacional no es una conquista irreversible e inmutable, sino que es el complejo resultado de luchas históricas que cristalizan relaciones de poder.
Lo supo tempranamente José de San Martín cuando en una carta a Juan Manuel de Rosas advertía sobre las consecuencias de una derrota en la batalla en la Vuelta de Obligado: “El deshonor que caerá sobre nuestra Patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda, en mi opinión, es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de España”. El ejército rosista hizo suyas las palabras del Libertador de la Patria, defendiendo con heroísmo la integridad territorial ante la agresión extranjera.
Este mandato histórico fue debidamente recogido por Néstor y Cristina Kirchner en el amanecer del siglo XXI. El fortalecimiento de la capacidad decisoria y la autonomía del Estado, el rechazo al ALCA en 2005 y la opción por la integración regional, la política de desendeudamiento, la recuperación de YPF y el sostenimiento de la posición argentina frente al ataque especulativo de los buitres constituyen hitos fundamentales en la reafirmación de la soberanía nacional.
Por el contrario, para el liberalismo, el del siglo XIX, el del XX y el del XXI, la soberanía es más un obstáculo para sus proyectos que un valor a defender. Los mismos que hoy se muestran preocupados porque los buitres cobren su usura fueron los que se aterraron porque las cadenas de Mansilla pudieran lastimar las quillas de los barcos invasores. Los mismos que escondieron las valientes jornadas de la Reconquista de Buenos Aires o el combate de la Vuelta de Obligado son los que hoy anuncian como programa de gobierno derogar leyes que forman parte del patrimonio del pueblo argentino.
Una nueva conmemoración de la gesta de Obligado sirve para reconocer un mismo pasado de lucha por la defensa de la Patria y para alumbrar sobre los nuevos desafíos y amenazas que hoy en día se ciernen sobre ella. Hoy más que nunca, la unidad y el compromiso patriótico son la garantía de que el futuro del proyecto nacional no retrocederá frente a los poderes económicos especulativos y seguirá representando los intereses de la mayoría de los argentinos.
* Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación.
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