EL PAíS
› CHACHO ALVAREZ ESTRENO SU PROGRAMA EN LA TV
Una academia por televisión
› Por José Natanson
En realidad, lo que se propuso Carlos “Chacho” Alvarez es complicado y en algún sentido va contra la lógica televisiva: un programa casi académico, dedicado a difundir ideas y debates profundos, que superen la urgencia de la coyuntura y que al mismo tiempo no sea un bodrio absoluto. Ayer, en su debut con “El poder de las ideas”, el ex vice resumió algunas de sus líneas de pensamiento, desde el caso de Chile como modelo de construcción de políticas de Estado hasta la defensa de Néstor Kirchner. En general, Chacho dijo algunas cosas interesantes y lució un tanto acartonado en su nuevo rol de conductor, aunque el objetivo de transmitir cuestiones complejas por la tele se parece bastante a una misión imposible.
En las charlas previas, Alvarez aseguró que no se convertiría en un periodista o un conductor televisivo. Sin embargo, lo de ayer se pareció bastante a eso que quería evitar.
Por esos misterios del cable, el programa –todos los miércoles a las 21 por Plus Satelital– comienza después de “Estilo Anamá”. Va grabado y tiene una estética mas cuidada que la del cable tradicional. Sentado en la clásica banqueta, con una escenografía austera, Alvarez apareció solo frente a cámara para presentar el ciclo.
Según dijo, funcionará como la prolongación del Cepes, el centro de estudios que dirige, y buscará instalar debates claves con la participación de figuras provenientes de diferentes ámbitos. “La idea es terminar con la Argentina compartimentada, sin intercambio”, señaló.
Luego de la publicidad, presentada con el poco original “vamos a un corte y volvemos”, Alvarez presentó a sus dos coequipers: la politóloga Florencia Grieco y el economista Nicolás Salvatore, a quienes sobre el final se sumó Facundo Nejamkis, con recomendaciones bibliográficas sobre los temas del programa.
Junto a los columnistas, Chacho buscó superar las cuestiones inmediatas con un enfoque más profundo. Lo consiguió a medias: por más inteligentes y formados que sean los participantes, temas como las restricciones impuestas por la globalización al Estado-Nación, la importancia de la calidad institucional para el desarrollo económico o la construcción de consensos estratégicos en un contexto de baja legitimidad de los actores sociales, son complicados de discutir en media hora de televisión.
En cualquier caso, Alvarez hizo un esfuerzo para evitar los lugares comunes. Sumó a dos amigos politólogos –Juan Manuel Abal Medina y Franco Castiglioni– y dirigió el debate. Lo hizo con seguridad, aunque le faltó soltura y abusó de ciertos recursos, como la pregunta retórica.
En cuanto a las ideas, el programa es una síntesis del Chacho pos derrumbe y pro Kirchner. Dijo, por ejemplo, que la historia argentina tuvo sólo tres grandes proyectos de país: el de la oligarquía conservadora del 80, el de la sustitución de importaciones del primer peronismo y el desarrollista de los 60. “Este es un país con mucho dialogo pero con poca capacidad de generar acuerdos. Ahora tenemos la oportunidad para transformar el enorme consenso y expectativa, esta sensación de última oportunidad, para construir hegemonía, pero no en el sentido que se la habitualmente da a la palabra, sino hegemonía para acordar”, explicó.
Finalizado el debate, Chacho pidió disculpas por las falencias propias de un primer programa y se despidió hasta la próxima semana. Al menos no dijo “hasta el jueves” o “lo dejamos ahí”.