Por R.K.

El máximo experto de la Casa Blanca en financiación del terrorismo, David Aufhauser, sostuvo ayer a través del New York Times, que la Triple Frontera sigue siendo un lugar de entrenamiento y financiación de movimientos terroristas. “Allí hay un poderoso matrimonio entre drogas y terror”, afirmó el especialista. En verdad, Aufhauser se refiere esencialmente a Ciudad del Este, la ciudad que está del lado paraguayo y menciona que “desde allí se financian movimientos como Hezbollah, Hamas y otros grupos islámicos extremistas”.
“Esperamos que las operaciones antiterroristas en esa región empiecen a dar sus frutos”, redondeó Aufhauser, mencionando así que, en verdad, la Triple Frontera se ha convertido en una especie de meca de los agentes de inteligencia de numerosos países, en especial de Estados Unidos. Según quienes manejan las investigaciones sobre terrorismo en la Argentina, principalmente la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal, las cosas no son del todo como la señalan los norteamericanos. “En los últimos años hay más agentes de inteligencia que activistas de movimientos islámicos”, le dijo a Página/12 uno de los hombres encargados del seguimiento de la Triple Frontera. Según su diagnóstico, la mayor parte del respaldo a Hezbollah o Hamas se ha trasladado a la zona de San Pablo en Brasil, al Chuy, en la frontera entre Uruguay y Brasil y al puerto libre de Iquique, en Chile.
Armas y drogas
De todas maneras, la mayor parte de los expertos del Mercosur admiten que Paraguay, y en especial Ciudad del Este, sigue siendo un centro de contrabando y tráfico de drogas y de armas, actividad en la que aparecen allí radicados una inusual cantidad de bancos, la mayoría de ellos de origen norteamericano. Ese increíble movimiento de fondos ilegales da pie para que también se muevan fondos para organizaciones fundamentalistas.
Más allá de los hechos concretos, después de los ataques a las Torres Gemelas, se percibe que Estados Unidos mantiene un fuerte interés en la zona de la Triple Frontera y que en algún momento barajó la posibilidad de establecer una especie de fuerza de supervisión sobre la zona.