EL PAíS
› CLAUDE KATZ, FEDERACION INTERNACIONAL DE DERECHOS HUMANOS
“La gente está demasiado triste”
Después de veintiún años una delegación de la FIDH llega al país para realizar un informe sobre la situación de los derechos humanos. El presidente Duhalde y la Corte no respondieron su pedido de entrevista.
› Por Victoria Ginzberg
El lobby señorial del hotel Castelar está prácticamente vacío. Por la puerta pasan los últimos manifestantes que se dirigen al Ministerio de Salud. Claude Katz, secretario general de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), habla con Página/12 y dice que la tristeza que vio en los rostros de esa gente es una de las cosas que más lo impresionó de su visita a la Argentina, en donde se encontró con “una crisis a todo nivel: social, económico y político”. Katz vino al país junto con otros tres integrantes de la organización –que nuclea a 114 agrupaciones de todo el mundo– a entrevistarse con políticos, sindicalistas, jueces y miembros de diferentes organismos de derechos humanos para empaparse de la situación y luego elaborar un informe sobre Argentina. Con un marcado acento que delata su origen francés, adelanta algunas de las conclusiones que anunciará mañana en una conferencia de prensa.
–¿Hace cuánto que no venía al país una misión de la FIDH?
–En 1981, durante la dictadura militar, vino una misión de investigación. Pero es la primera vez que hay una misión específica que toma en cuenta no sólo los derechos civiles y políticos, sino también los económicos y sociales. Lo que nos preocupa es cómo una democracia puede enfrentar una crisis de este tipo.
–¿La crisis actual de los derechos económicos y sociales se puede comparar con la crisis de los derechos civiles y políticos que hubo durante la dictadura?
–Nosotros afirmamos que hay una interdependencia entre los derechos económicos y los políticos. Y lo que ocurre aquí es la ilustración de esa interdependencia. Nuestra problemática, como he dicho, es cómo la democracia puede enfrentar esta situación y sostenerse. Esperamos que la democracia argentina salga más fuerte de esta crisis, y no más débil.
–¿Cómo puede describir la situación con la que se encontró en Argentina?
–Una situación muy preocupante. Una crisis inmensa a todo nivel: crisis social –hablo de la miseria–, económica –del aparato de producción– y crisis política, por los problemas de representación y la inmensa desconfianza de la población hacia la Justicia y el Parlamento. Una crisis que afecta a cada nivel de la Nación.
–Pidieron una reunión con los miembros de la Corte Suprema ¿tuvieron respuesta?
–No contestaron. Tampoco el presidente Eduardo Duhalde. Estuvimos solamente con el ministro Juan Pablo Cafiero y el secretario de Trabajo, Carlos Tomada. Pero los otros se negaron a recibirnos, no sabemos por qué. Para nosotros, de todos modos, lo más importante fue tomar contacto con la sociedad civil, con los sindicatos, partidos políticos, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que son los actores esenciales de la situación. El Gobierno puede pasar, puede irse en dos días o en un mes, pero los actores van a permanecer.
–Fueron a ver al piquetero Emilio Alí a la cárcel ¿cómo lo encontraron?
–Nos preocupa mucho su caso porque es simbólico. Es una respuesta política inaceptable a la protesta social. Es el símbolo de la criminalización y la judicialización de la protesta. Lo encontramos con bastante determinación, muy firme y consciente de lo que representa. También vimos al secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Jorge Taiana, y al presidente del Tribunal de Casación. Le dijimos que en un país en el que la impunidad es una característica en muchos niveles no entendemos una condena a cinco años y medio por delitos que no existen.
–La respuesta fue...
–El presidente del Tribunal de Casación dijo que la represión policial no puede ser la respuesta a la protesta social. Dijo también que no es el papel de los jueces interponerse entre la protesta social, los ciudadanosy el poder político. Nos han dicho que van a estudiar pronto el caso y qué tipo de medidas pueden tomar. (N. de la R. ver página 9 sobre la amnistía a Alí)
–¿Cómo se vieron desde París los sucesos del 19 y 20 de diciembre?
–Lo que ocurre aquí ilustra el problema de la globalización y del neoliberalismo. Hay mucha atención en París y en toda Europa sobre lo que ocurre aquí porque Argentina fue un país muy europeo. Algunas personas pueden preguntarse si es posible que lo que ocurre aquí pueda ocurrir también allí, aunque no es la misma situación. También hablamos con Cafiero de nuestra preocupación por la represión del 19 y 20 de diciembre. Todas las personas con las que nos entrevistamos dijeron que era inaceptable lo que ocurrió.
–Por lo que pudieron observar en estos días ¿cuáles considera que son las violaciones más graves a los derechos humanos que se están cometiendo en el país?
–El derecho a tener alimentación, a la salud, a tener un techo, al empleo. Son derechos fundamentales que se están violando actualmente. No puede existir el derecho de expresión si no existe el mínimo bienestar social. A nivel político hay violaciones como las que ocurrieron el 19 y 20 de diciembre. Expresamos nuestra preocupación sobre el derecho de expresión y a la protesta social, que es muy legítima para nosotros.
–¿La ayuda externa es una solución o un problema para garantizar los derechos económicos?
–Es un problema de soberanía. Lo más importante hoy es permitir el funcionamiento del aparato de producción. El modelo neoliberal que impuso el FMI es un obstáculo para la soberanía de Argentina. El FMI tiene que ir y ver la miseria. Es de extrema urgencia resolver los problemas diarios para que la producción pueda funcionar, para que la población pueda comer. Esperamos que el Gobierno tome decisiones de distribución y permita que el país funcione normalmente. La ayuda externa es importante pero no es la prioridad.
–¿Hubo una imagen que lo haya impresionado en estos días?
–Esta manifestación (la que acababa de pasar por la puerta). Muestra la miseria porque las personas no tienen esperanza, tienen una tristeza terrible. En Francia hay manifestaciones donde se grita, donde se canta. Acá se protesta con un terrible sufrimiento.