EL PAíS
La gloriosa JP estuvo ausente en el lanzamiento de la Bullrich
La ex funcionaria delarruista presentó, ante un auditorio ABC1, su agrupación Ahora Argentina, con el que intentará seducir al electorado de centroderecha. Planes y perspectivas.
› Por José Natanson
Señoras pitucas con collares de perlas, yupies recién salidos de la oficina, cavallistas desencantados con el corralito y con Cavallo, ex ucedeístas, señores de La Biela, jóvenes supuestamente triunfadores y muchas chicas lindas de tailleur. Un público hetereogéneo –pero evidentemente ABC1– asistió ayer al lanzamiento de Ahora Argentina, el movimiento con el que Patricia Bullrich aspira a convertirse en la nueva líder de la centro derecha.
La primera convención del partido se desarrolló con puntualidad suiza y organización perfecta. Amables coordinadores, comunicados con handys, acomodaban a las mil personas que se acercaron al elegante Hotel Panamericano para escuchar a los responsables del “plan de gobierno”, unos cien militantes que vienen trabajando desde hace tres meses, cuando Bullrich abandonó –justito a tiempo– la gestión de Fernando de la Rúa.
La escenografía, semejante a una convención del Partido Republicano, era impecable. Los oradores iban pasando de a dos, utilizaban micrófonos inalámbricos y sus conceptos más sobresalientes aparecían en una pantalla gigante. Los primeros –Juan Manuel Velasco y Gustavo Grasso– explicaron que, en realidad, Ahora Argentina no es un partido político, sino un movimiento construido a través de “redes” y “nodos”.
Después aparecieron otros duetos, que hablaron del programa del millón de adherentes y de la política de recolección de fondos: explicaron que el financiamiento es transparente y que cada asistente puso entre uno y cien pesos para el acto de ayer. De este modo desmintieron las versiones que hicieron circular algunos ex delarruistas, quienes aseguraban que el ex banquero Fernando de Santibañes es el sostén económico de la nueva agrupación.
Circulaba una carpeta con el currículum de cada uno de los integrantes de los equipos de trabajo, y un “ideario”, como denominaban al folleto en donde figuran las principales líneas políticas de Ahora Argentina.
En verdad, se trata de la base de lanzamiento de la candidatura presidencial de Bullrich: su paso por el gobierno de De la Rúa le permitió ganar un cierto reconocimiento, derivado de su lucha contra los capos sindicales. Con esta base, la ex ministra de Trabajo pretende articular una opción con otros actores políticos en supuesto ascenso –como el empresario Mauricio Macri y el economista Ricardo López Murphy– que le permita disputar con Elisa Carrió y los dos partidos tradicionales las elecciones del año que viene.
Después de una hora de explicaciones, Bullrich subió al estrado. “Estamos decididos a hacernos cargo del futuro de la Argentina. Estamos decididos a gobernar”, dijo en tono enérgico, mientras su imagen se proyectaba en la pantalla gigante y la gente la aplaudía de pie.
Y, si los asistentes denunciaban la inclinación política de su agrupación, hay que reconocer que ella hizo todo lo posible para desmentirlos. “Que me perdonen nuestros economistas, pero vamos a dejar de hablar de economía, porque con el verso de la economía se escondieron muchos problemas. No vamos a hablar de achicamiento ni de ajuste. La riqueza de una sociedad no se mide por el valor de su moneda sino por la capacidad de sus habitantes y la calidad de sus instituciones”, sostuvo la ex funcionaria.
Desde luego, aseguró que está dispuesta a acabar con la corrupción, cargó contra las “corporaciones”, “las prácticas pebendarias” y “los sindicalistas que viven del trabajo de su gente”, arrancando el aplauso más potente de la tarde. “Se puede hacer todo eso. Sólo hay que tener una virtud: decisión. El que tiene decisión cambia la Argentina”, concluyó Bullrich.
Fue el final de la presentación del movimiento con el que aspira a construir una alternativa que la devuelva a las cercanías del poder. Es ambiciosa y tiene algunas certezas: la más firme, la convicción de que sulugar no está dentro de los partidos tradicionales sino en la construcción de una nueva fuerza política nueva. Sabe, también, que su futuro político depende de no alejarse demasiado del centro, e insiste en que no representa un nuevo polo de derecha que ocupará el lugar que dejó vacante Cavallo. Sin embargo, es evidente le va a costar escapar al encasillamiento: quedó claro con el perfil de los asistentes al acto de ayer, en el que, por otro lado, no se veían muchos ex militantes de la JP.