EL PAíS › RESISTIO LOS RECLAMOS PARA QUE RENUNCIE Y VA POR SU REELECCION
El suizo, presidente de la FIFA desde 1998, presentó una visión muy particular de lo sucedido: “No podemos controlar a todos todo el tiempo”. Pero el escándalo afectó sus chances de conseguir un quinto mandato. Platini pidió su renuncia.
› Por Ignacio Naya
Desde Zurich
A principio de semana su victoria parecía un mero formalismo, pero el último megaescándalo de corrupción en la FIFA abrió grietas en el granítico poder del suizo Joseph Blatter, cuya reelección como presidente de la FIFA no está hoy garantizada. La detención de siete dirigentes futbolísticos en una redada de la policía suiza, el miércoles, provocó una catarata de reacciones y redobló la presión sobre Blatter, pero la decisión final sobre el líder del ente rector del fútbol mundial la tienen las 209 federaciones miembro que participan en el congreso de Zurich.
En cualquier caso, las mejores cartas parecen seguir en manos del suizo de 79 años, que aspira a su quinto mandato al frente de un organismo que comanda desde 1998 y en el que trabaja en puestos directivos desde hace cuatro décadas. “Son tiempos sin precedentes y difíciles para la FIFA”, admitió el mandamás en la ceremonia de inauguración celebrada en un teatro cercano al pabellón Hallenstadion, donde hoy tendrá lugar la verdadera acción. La elección del presidente está prevista en el punto 17 de los 19 que tiene el orden del día. Sólo entonces se sabrá si la FIFA tiene o no un nuevo líder.
Blatter tiene amplio apoyo entre africanos, asiáticos y oceánicos, cuyas confederaciones, que suman 111 votos, expresaron abiertamente su preferencia por el helvético. Menos clara es la postura de los 35 votos de la Concacaf y la de los 10 de la Conmebol –entre ellos el de la Argentina– donde el último escándalo de corrupción golpeó más fuerte.
El suizo sigue siendo popular en la zona del Caribe, aunque tiene menos adeptos en el norte del continente. En Sudamérica, países como Uruguay apuestan por romper con el suizo, pero no terminan de convencer a sus colegas. La noche prometía ser larga en el mercado de votos en el que se convirtieron los lobbies de los mejores hoteles de Zurich.
Blatter presentó el escándalo como una muestra de su determinación en la lucha contra la corrupción. “Los acontecimientos de ayer han causado una sombra enorme al fútbol y a este congreso. La reputación de la FIFA no tiene por qué ser arrastrada al barro, tenemos que actuar aquí y ahora”, manifestó el suizo y agregó: “Mucha gente cree que soy responsable por las acciones. Nosotros no podemos controlar a todos todo el tiempo. No permitiré que unos pocos destruyan el trabajo duro de la mayoría”, dijo. “Estoy seguro de que vendrán más malas noticias, pero es necesario recuperar la confianza en nuestra organización.”
La UEFA hace tiempo que no cree que eso se pueda lograr con el suizo al frente. “Le dije: ‘Por favor, deja la FIFA. Déjala estar’”, aseguró el presidente del ente europeo, Michel Platini, que vio a Blatter en una reunión extraordinaria convocada con las confederaciones. “Hubiera sido un signo de grandeza. El fútbol es más grande que las personas, pero me dijo: ‘Es muy tarde. No puedo dejarlo, no en el inicio de este Congreso’”, contó el ex futbolista, antiguo aliado del helvético y hoy principal opositor.
El inglés David Gill, miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, fue un paso más allá y afirmó que no integrará el órgano de gobierno del ente rector si Blatter se impone.
El presidente ruso, Vladimir Putin, apoyó además públicamente a Blatter y criticó las investigaciones de Estados Unidos, que calificó como injerencias y movimientos políticos (ver aparte).
Platini estimó el apoyo al príncipe Ali en 45 o 46 de las 53 federaciones que integran la UEFA. A los 39 años, Al Hussein, tercer hijo del rey de Jordania, busca un lugar que lo perfile como líder internacional, aunque según aseguró durante su campaña, “el día que no se hable sobre el presidente de FIFA, ése será el día en el que las cosas irán bien para la organización”.
La imagen del organismo está por los suelos, las encuestas hablan de desconfianza mayoritaria entre los fanáticos, pero las cuentas bancarias muestran una FIFA en plena forma, con reservas de 1500 millones de dólares. Patrocinadores como Visa, McDonald’s o Adidas mostraron su decepción por los escándalos, pero el fútbol y los mundiales siguen siendo un gran y atractivo negocio que mueve cientos de millones. No es eso lo que preocupa a Blatter, un hombre que ha sabido sobrevivir a todos y cada uno de los escándalos que le salieron al paso, pero no encuentra la forma de ganarse, como siempre ha deseado, el afecto de los hinchas.
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