Desde Córdoba

En Córdoba hay siete candidatos que aspiran a suceder a José Manuel de la Sota en la gobernación. De ellos, tres son los que mayores chances tienen según las tendencias. En la punta va el oficialista Juan Schiaretti, quien ya suplió a su jefe político en el período 2007-2011, y va por un nuevo mandato. Si gana “el Gringo”, como se lo conoce en la provincia, Unión por Córdoba (UPC) cumplirá 20 años en el poder, y en sesión continuada. Le disputan el puesto el radical aliancista Oscar “el Milico” Aguad, quien para tener más posibilidades se alineó con Ernesto Sanz, se asoció al PRO de Mauricio Macri y a lo que queda del Frente Cívico de Luis Juez. El tercero en la disputa es Eduardo Accastello, por el Frente para la Victoria-Córdoba Podemos. El actual intendente de Villa María sumó como vice al humorista Cacho Buenaventura casi en la recta final de la carrera hacia “el Panal”, como también se nombra al edificio de gobierno local, desde que el Poder Ejecutivo mediterráneo se mudó en diciembre de 2011.

Según se informó desde la Justicia Electoral, son 2.680.964 los cordobeses habilitados para votar. Un 39 por ciento corresponde a la capital: 1.043.478 sufragantes; en tanto que el 61 por ciento: 1.637.486, lo harán en sus respectivas localidades. Se votará con el sistema de Boleta Unica de Sufragio (BUS), que se utiliza desde 2011. Los votantes tildan a sus favoritos –con una lapicera que se les entrega junto a la boleta– en los ítems: lista completa, gobernador y vice, legislador distrito único, legislador departamental y Tribunal de Cuentas provincial.

El resto de los candidatos a gobernador son Liliana Olivero, del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT); Eduardo Mulhall, del Movimiento al Socialismo (MAS); Roberto Birri, del Frente Progresista y Popular y Raúl Gómez, por el MST-Nueva Izquierda.

Rumbo al Panal

Juan Schiaretti es contador público, tiene 66 años, dos hijos y está casado en segundas nupcias con Alejandra Vigo, una concejal de Unión por Córdoba. Peronista, durante la última dictadura tuvo que refugiarse en Neuquén y luego consiguió exiliarse en Brasil. Ha sido el compañero de fórmula de José Manuel de la Sota y luego su recurrente sucesor hasta hoy. Gobernó la provincia entre 2007 y diciembre de 2011. En 1989 fue parte del gobierno de Carlos Menem, quien lo designó como secretario de Comercio e Industria y lo envió a intervenir Santiago del Estero. También ocupó la banca de diputado nacional por Córdoba. Hay dos –costosas– obras en particular por las cuales los cordobeses capitalinos lo recuerdan cotidianamente y no para felicitarlo: el Faro del Parque Sarmiento (sí, un faro en el corazón de una provincia mediterránea); y la Nueva Terminal de Omnibus, que padeció inundaciones de escándalo a poco de su inauguración, y no es un ejemplo de funcionalidad. Durante su gobierno su actitud hacia la presidenta Cristina Fernández de Kirchner fue mucho más permeable de lo que lo fue nunca el actual gobernador.

A Oscar Aguad le dicen “el Milico”. Es abogado y tiene 65 años, está casado y es padre de cinco hijas. Se sabe que en su juventud jugaba al rugby y que por eso en la Unión Cívica Radical también lo llamaban “Cabeza de guinda”. Durante la década del ’90, con Ramón Mestre como gobernador, fue ministro de Asuntos Institucionales y Desa- rrollo Social de la provincia. Entre 1999 y 2001, fue interventor en Corrientes. De su paso por ese cargo se lo acusó por “administración fraudulenta” de 60 millones de pesos-dólares (convertibilidad mediante). Pero la causa prescribió y fue sobreseído el 6 de mayo de 2014. Durante los juicios por delitos de lesa humanidad en Córdoba, ha sido mencionado en varios testimonios por haber nombrado y sostenido en su puesto al torturador de la D2, Carlos “Tucán” Yanicelli, quien actualmente está con prisión perpetua en el penal de Bouwer por crímenes contra la humanidad. A la hora de los archivos, es famosa su foto de junio de 1997 con Luciano Benjamín Menéndez en un palco oficial. En los últimos años ha sido diputado nacional. Es la tercera vez que intentará ser gobernador. Las dos anteriores fueron en 2003 y en 2007, cuando se alió con Francisco de Narváez.

Eduardo Accastello es el más joven de los tres: tiene 53 años y está casado con la diputada nacional Nora Bedano, con quien tiene dos hijos. No terminó su carrera universitaria. Es peronista y nació en La Palestina, un pueblo cercano a Villa María, ciudad de la cuenca lechera del sur cordobés. Fue elegido intendente por primera vez en 1999. Lo reeligieron en el cargo en 2007 y en 2011. También fue ministro de Gobierno de José Manuel de la Sota en el 2005, y luego diputado nacional. Durante el conflicto desatado por el lock out patronal de la Sociedad Rural a “la 125” en el 2008, Accastello se acercó al kirchnerismo. De hecho, fue la cabecera de playa de Cristina Fernández de Kirchner cada vez que la presidente aterrizó en tierras cordobesas por aquéllos meses. Esta es la primera vez que se lanza a la carrera por la gobernación, para lo cual rechazó ir como vice de Schiaretti, y conformó su propia corriente afín al Frente para la Victoria. Sorprendió a propios y extraños en la elección de su compañero de fórmula. Optó por un personaje popular: su amigo humorista Cacho Buenaventura. Paradójicamente un rostro conocido en las campañas delasotistas y autoproclamado radical, con el que aspira a sumar votos.

Campaña helada

Casi invisible, salvo en los afiches, Juan Schiaretti habló el último día de proselitismo de “la necesidad combatir al narcotráfico, ganarle terreno y disputar el control social de los barrios”. Lo dijo como si hubiese sido ajeno al gobierno que tiene Córdoba desde hace 16 años. El Gringo se mantuvo casi al margen de la campaña más fría que se recuerde en la historia electoral cordobesa. Se negó también a un debate público co-organizado por universidades. Esa pertinaz ausencia fue criticada con dureza por Aguad, quien hasta lo acusó de “falta de respeto a la democracia”. Pero el propio Milico declinó asistir a sólo 48 horas de que el debate se concretara. Y a él le siguió Accastello, quien adujo que “el debate sin esos dos candidatos se desnaturalizaba”.

En el último tramo proselitista, a Aguad no se lo vio con el mejor ánimo: “Nadie está interesado en mis ideas. Los medios oficialistas sólo me maltratan” –se quejó a radio Universidad–. Cuando se le pidió que esbozara cuáles eran esas ideas no las mencionó. “Porque tienen el mismo gobierno hace 16 años”, dijo y se limitó a enumerar que falta gas en localidades serranas, que falta seguridad, educación y trabajo.

Accastello-Buenaventura, en tanto, parecieron transitar una especie de luna de miel. Esperanzados en llegar “a gobernar Córdoba”, como aseguró el villamariense, quedó claro que disputarle el segundo puesto a la Triple Alianza es también una meta en sí misma: superar la barrera del 14 por ciento del FpV en la última elección legislativa e ir por más. La dupla recibió el apoyo del precandidato presidencial Daniel Scioli, además de la visita de funcionarios como el ministro de Planificación, Julio De Vido, entre otros. Aspiran a quedarse con parte de los votos de los radicales furiosos con Aguad por montarse al carro de Macri y aliarse con Juez. Además, apuntan a capturar a los juecistas desilusionados por todos los renunciamientos de su ex líder; y también a los votos de los peronistas que siguieron hasta acá a De la Sota y ahora ven en el peronismo de centroizquierda una opción luego de la gestión de los gobiernos kirchneristas a nivel nacional. El intendente de Villa María confía en las alianzas que ha sabido entretejer con unos 30 intendentes radicales del interior provincial, y el arrastre de votantes que atraería gracias a su elección como compañero de Buenaventura.