EL PAíS › LA CRUZ QUE LE REGALó EVO MORALES AL PAPA
› Por Sebastián Ochoa
Luis Espinal Camps, nacido en 1932, fue un sacerdote jesuita que dejó Barcelona a fines de los ’60 para venirse a vivir a Bolivia. Además de la Biblia, traía su formación marxista, su amor por la filosofía, el arte, la poesía, el cine, la radio y el periodismo. En esos años inolvidables para América latina, Lucho –como todavía lo recuerdan– nunca dudó en manifestarse contra las dictaduras ni en ponerse del lado de los trabajadores, sobre todo de los mineros. En 1970 se nacionalizó boliviano. En 1977, inició una huelga de hambre junto a cuatro mujeres mineras: Aurora de Lora, Luzmila de Pimentel, Nelly Paniagua y Angélica de Flores. Le exigían a la dictadura de Hugo Banzer la amnistía general para los exiliados políticos, la vigencia de las organizaciones sindicales y el retiro del ejército de los centros mineros. Al poco tiempo, había más de 2000 piquetes de huelga en todo el país. Por eso el general Banzer tuvo que abandonar el cargo que había profanado. Pero a Espinal le harían pagar con su vida.
“Para enmarcar mi experiencia política durante estos días, he de aclarar dos hechos. Primero: mi condición de intelectual pequeñoburgués, que de pronto se siente plenamente inmerso en una experiencia histórica, plenamente popular y revolucionaria. Tal vez, por primera vez, he sido útil para mi pueblo. Segundo: mi condición de boliviano (siempre atacado por el gobierno como extranjero indeseable) y que se encuentra aceptado por el pueblo. Morir por un pueblo puede dar más carta de ciudadanía que nacer en un pueblo”, dijo Espinal finalizada la huelga.
El miércoles pasado, el presidente Evo Morales le regaló al papa Francisco una réplica de un crucifijo tallado por Espinal en esos años: quitó a Cristo de la cruz y lo clavó en un martillo y una hoz cruzados, acorde a la liturgia comunista. Luego del encuentro entre ambos, los gritos no tardaron en llegar al cielo. El líder aymara fue tratado de “burro” para arriba. Incluso funcionarios de la Iglesia Católica boliviana inventaron una historia según la cual Francisco se había enojado con Morales por mancillar sus objetos de idolatría.
Para Espinal, esa imagen representaba la necesaria unión entre la Iglesia y la clase obrera.
Ayer, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, tuvo que salir a aclarar: “El Papa no ha tenido una particular reacción a esto ni me ha dicho que manifieste particular reacción negativa a esto”, dijo en conferencia de prensa. Agregó que él personalmente pidió información sobre la cruz, para confirmar que fue diseñada por el padre Espinal.
El miércoles, cuando Francisco bajaba por la autopista que une a El Alto con La Paz, se detuvo unos minutos en una curva, donde se inauguró la plaza Papa Francisco y recordó a Espinal, asesinado de 17 balazos en marzo de 1980 por la dictadura de Luis García Meza. “Me detuve aquí para saludarlos, pero sobre todo para recordar a un hermano nuestro, víctima de intereses que no querían que se luche por la libertad de Bolivia. El padre Espinal predicó el Evangelio y ese Evangelio molestó. Por eso lo eliminaron”, dijo Francisco. Entre los presentes estaba el padre Xavier Albó, quien fuera amigo de Espinal y quien conserva el original de esa cruz tan cuestionada.
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