EL PAíS › OPINIóN
› Por Guillermo Levy *
En la noche del domingo quedaron consolidados límites a dos bandas.
El macrismo va a seguir cuatro años más pero su único distrito y el segundo más importante del país ya no es el lugar monocromático donde la mayoría imposible de quebrar ahogaba a los que entienden que no hay nada positivo en el PRO.
Las comunas tuvieron más de un color por primera vez en años. El golpe de que esta expresión consolidada de una derecha conservadora, émula de derechas dirigidas por empresarios en el mundo, ganase en comunas pobres y ricas se quebró parcialmente. Esta derecha gana a partir de su amplia mayoría en las comunas ricas, su núcleo duro original.
Macri, en su discurso como candidato presidencial, defendió la asignación universal, declaró resignado que no va a privatizar Aerolíneas ni YPF ni volver al sistema de jubilación privada. Ese es el límite que tiene la derecha electoral posible si quiere ganar elecciones, ese límite expresa los metros conquistados por la sociedad estos 12 años que todo el que quiera ganar elecciones tiene que avalar si no quiere salir en helicóptero de la Casa Rosada.
Hace poco más de 15 años, para ganar elecciones la Alianza tuvo que vociferar como un salmo que aseguraba la convertibilidad y el dólar barato para no derrumbarse en las encuestas. Sin duda, este piso que todos están obligados a recitar hoy es sustancialmente mejor.
El PRO en su búnker de la CABA ya no es invencible, se debilitó a semanas de las PASO y peligra como nunca el ballottage.
El candidato que pudieron lograr los operadores del poder –que batallaron incansablemente contra cada una de las transformaciones de estos años, apelando a todas las estigmatizaciones, operaciones mediáticas, judiciales y económicas– tiene que afirmar que va a mantener los principales logros del kirchnerismo, muy lejos del 1955, añorado como utopía por los que han hecho todo lo posible para que Cristina termine como Alfonsín y ya se han resignado.
Ni Buenos Aires es tan claramente conservadora ni el resto de la sociedad acompaña tan contundentemente la profundización de las transformaciones, como muestra la moderación del candidato a presidente oficialista elegido por ser el único con posibilidades de ser acompañado por la mayoría de la sociedad.
En esta elección presidencial de moderados, lo que estará en juego es mantener lo logrado y tener la astucia política para construir las fuerzas necesarias para profundizar lo logrado. El paladar negro que quede recluido para animarse a criticar lo necesario y construir lo que falta. Nunca para votar.
* Licenciado en Sociología. Docente UBA, investigador Untref.
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