Lun 20.07.2015

EL PAíS  › CRóNICA DE UN DíA DE ELECCIONES EN LA VILLA 31, DONDE SE HABíA IMPUESTO EL KIRCHNERISMO

“Voté al menos amarillo que pude”

Algunos optaron por votar en blanco, otros por anular el sufragio, y la mayoría terminó apoyando al candidato de ECO, que ganó en todas las mesas del circuito 5 de la Comuna 1. “No me sentía representado por ninguno” fue la frase más escuchada.

› Por Alejandra Dandan

Dani venía diciendo que esta vez no había nadie. Poca gente. Escuela 25, Bandera Argentina, en las afueras de la Villa 31 de Retiro. Puerta del aula donde debía votar. No hay personas en la cola. Dani entra. Entrega su documento. Segundos más tarde, está detrás de la pantalla electrónica con las dos caras sonrientes destinadas al ballottage. Afuera anda una vecina del barrio. Dani aprieta una de las opciones, imprime, dobla la boleta, pero en vez de someter el chip a la prueba de imagen, la dobla una vez más, y otra vez. La arruga. Entra una fiscal general a la sala. Pregunta al presidente de mesa cuántos votantes pasaron hasta esa hora, casi las cuatro de la tarde. Un 20 por ciento menos que en la primera vuelta. Dani ahora aprieta el chip contra la pantalla y, después de tantas piruetas con el papel, el cerebro digital de la boleta parece completamente muerto, ya no lee nada. El voto será anulado y Dani sale bastante contento: era el punto justo al que quería llegar.

“¿Cómo hiciste?”, le pregunta impaciente su vecina, apenas deja la sala. La mujer, joven, comenta, de paso, que sus dos hijos mayores, desmoralizados, ni siquiera atravesaron las cinco cuadras que separan su casa de la escuela del barrio para votar. Dani le cuenta el secreto, cómo desactivar el chip. Y anular el voto.

Griselda Domínguez tiene un año menos que Daniel, 23. Vive en la 31 desde los 8 años, después de que su madre y un milagro la rescataran de un instituto de menores a donde la había mandado la Justicia. Baila. Estudia ballet. Fue fiscal del FpV en las últimas elecciones del 5 de julio y ahora llegó a dirimir su alma este voto. “Yo en realidad estoy muy triste”, dice enseguida, como quien comparte penas con los amigos. “No me sentía representada por ninguno de los dos. Impugné el voto, pero como fui fiscal tenía miedo de que no lo entendieran.” En medio de ese dilema, se acercó a la pantalla. Votó. Rompió el chip. Gritó bien fuerte que había votado “al menos amarillo que pude” y metió la boleta en la urna.

–Bueno, ¡está bien! –le dijeron las autoridades de mesa, un poco consternados. Sus tres hermanos menores hicieron lo mismo que los hijos de la otra mujer. “No, no venir no lo pensé”, dice ella. “En realidad, no sabía si era muy democrático lo que iba a hacer, pero después entendí que era democrático porque estaba ejerciendo mi derecho a voto. No me siento representada por ninguno de los dos, para mí son el mismo partido.”

Mientras otras formas de resistencia cobraban vida en la ciudad entre militantes o simpatizantes del Frente para la Victoria, con votantes que concurrieron a las urnas con un broche en la nariz, Retiro generó su propia forma. Bandera Argentina es una de las pocas escuelas de la ciudad en las que el candidato del FpV, Mariano Recalde, salió primero en las elecciones porteñas de julio. Sucedió lo mismo en la escuela contigua, la Carlos Mugica. Y entre las dos reúnen el 99 por ciento de los votos de los habitantes de la Villa 31, explican acá. Las dos componen el Circuito 5 de la Comuna 1, que no tiene otras escuelas. En el Circuito 5, Recalde sacó su mayor porcentaje de votos en la ciudad: 51,2 por ciento; seguido por el PRO, con 30,6 por ciento, y muy por adelante del 12,3 por ciento de Lousteau. Aquella no fue la primera elección con estos datos: en 2011 Bandera Argentina fue la escuela de la Ciudad de Buenos Aires donde mejor le fue a Daniel Filmus cuando peleó con Mauricio Macri.

“El barrio tiene mucha cultura del voto”, dice un referente del FpV, una voz en esta parada dentro del territorio. Las familias pobladas de trabajadores crecieron con el peronismo y son peronistas. El PRO sabía que, esta vez, pese al ballottage, tampoco iba a poder ganar pero durante el día preparó toda la batería posible para achicar porcentajes, dicen acá. Ante la escuela, varias mujeres de negro muy hard parecían atentas a esa tarea. Un playón estratégicamente ubicado sobre la calle Antártida Argentina, frente a la terminal de ómnibus de Retiro, servía de ascenso y descenso de habitantes que otros punteros apresuraban a sacar desde adentro del barrio. “¿Ves ese auto?”, pregunta la voz, referente en el territorio: y el auto está ahí, a la hora precisa, como colectivo, que lleva y que trae, mientras las mujeres frente a la escuela, parecen dedicadas a la tarea de chequear.

Un matrimonio para en la puerta. Ella 43 años, empleada doméstica; él, 47, tapicero de aeronaves en Aeroparque. Sus hijos tienen 16 y 18 años. Las elecciones pasadas, el padre acompañó a la de 16 a votar por primera vez. Ahora, los hijos los primerearon. “Me parece que esto está mas tranquilo que la vez pasada –dice ella–, es como que muchos no le dieron importancia.” ¿Y como lo viven ustedes? “Con esperanza –dice él–, con mucha esperanza.” “Vinimos a cumplir, como ciudadanos, como corresponde. Toda la gente del barrio, la mayoría siente esto. Los jóvenes, vinieron muchísimos la vez pasada y hasta nuestros hijos hoy se levantaron temprano y vinieron solos.”

En la vereda, al solcito, el tránsito se acentúa. Pasa un señorón con una campera camuflada del Ejército Argentino. Pasan dos chicas, una le dice a la otra: “Están todos igual, ¡nadie quiere votar!” Otro pregunta a un joven si sabe quién paga. “Se creen que toda la política es lo mismo: por eso te ven, vienen y preguntan”, comenta por lo bajo el referente del territorio.

“Estoy tratando de que se cumpla algo que hace rato estoy esperando –dice Elba, con calma–. Lo único que es molesto es repetir la elección.” Elba vive hace años en el barrio, “desde antes de la dictadura, pero real, real, porque ahora todos se anotan, pero yo conocí hasta al padre Mugica”. Hace diez años, durante la larga crisis de 2001, esta mujer armaba una cooperativa de cartoneros con otras familias en el barrio. Ella es enfermera y hoy trabaja en el Hospital Argerich. “Vivimos muchas cosas que en el barrio no son reales: hoy está todo administrado directamente por el sistema que es la plata. No mueve la necesidad. Macri trató de dividirlo todo. Antes trabajábamos a pulmón sin pensar en un beneficio. Hicimos todo, desde la luz, que el Gobierno ni siquiera tuvo que ocuparse, y hasta tuvimos enfrentamientos para que los directivos no se escapen. Siempre con la lucha por el barrio. De abajo para arriba, pero ahora es al revés.”

“Animo”, se gritan unos a otros en la vereda. “¡Hay que aguantar!, dice otro. En eso, se detiene Ruth, 30 años, ya votó.

–¿Cómo estás?

–Horrible.

–¿Por qué?

–Porque no quería votar por ninguno de estos dos.

–¿Qué pasó?

–Esto de votar a uno que ya sabes que no querés, no está bueno. Voté a uno que para mí es lo mismo que el otro. Nos deja anonadadas. Pero bue...

Nidia Fernández no dice a quién voto. Dice: “Imaginate”. Y la respuesta parece cantada. Es referente de una asociación civil, Asociación de Madres Solas y Adolescentes. “La verdad estoy desconcertada porque esto fue una sorpresa”, comenta y una de las mujeres de campera zumba como una mosca. “Esperábamos otra cosa. Yo creo que muchas personas están pasando lo mismo. Decidí mi voto esta semana, me costó, porque no estaba de acuerdo con este Gobierno de la Ciudad, queríamos otra cosa.” A Nidia la consuelan las presidenciables aunque espera no tener desilusiones otra vez. Un viejito se acerca. Dice que vota pero “no con esperanza”, porque todos prometen pero no hacen nada. A las 18, La Cámpora terminaba su segunda jornada solidaria en el rearmado de una cancha dentro del barrio. Afuera, los mensajes por WhatsApp no paraban. Nadie podía creerlo:

19.16: de la mesa 86 a la 94 ya se cargaron los datos y en todas perdió Larreta.

19.16: falta que carguen de la 73 a la 85.

19.19: esto viene así: parece que va a perder Larreta en todas las mesas.

Otro emisor, contaba con mejores datos. 18.56: ganó Lustó en todas las mesas (sic).

19.32: fue un no queremos al PRO. Total de votos en las dos escuelas: 1116 ECO y 751 Larreta.

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