“Si quieren derrocar a Néstor Kirchner, lo vamos a defender a los tiros”, dijo ayer el dirigente piquetero Luis D’Elía. No se refería a una amenaza de las privatizadas, ni a las mentadas corporaciones que suele mencionar el discurso presidencial. D’Elía hablaba, a un nivel más local, de sus rivales en la interna piquetera, Raúl Castells y Néstor Pitrola. El dirigente de La Matanza acusó a ambos referentes de estar financiados por el duhaldismo, que busca –consideró– “esmerilar así al gobierno de Kirchner por izquierda”.
D’Elía formuló estas declaraciones a raíz de la marcha piquetera que el martes pasado llegó a la Plaza de Mayo para rechazar la criminalización de la protesta social. La movilización fue convocada luego de que el ministro Carlos Tomada denunciara en la Justicia federal a los piqueteros que bloquearon la sede de Trabajo. Y cerró con la ratificación de una nueva jornada de lucha para el 20 de diciembre, cuando se cumplirán dos años de la caída de Fernando de la Rúa. D’Elía sostuvo ayer que “los micros y buena parte de la logística” (de la marcha del martes y de la que se prepara) fue pagada con dinero del PJ bonaerense.
A su entender, la estructura duhaldista está movilizando a los piqueteros “para erosionar las bases del Presidente”.
–¿Tiene algún dato sobre esos pagos que denuncia? –le preguntó Página/12.
–Pruebas no puedo dar porque no quiero mandar a nadie en cana. Pero está claro que (los piqueteros liderados por Pitrola y Castells) están operando para el duhaldismo. Hacen una movilización cuando el episodio estaba saldado (se refiere a que el Gobierno había retirado la idea de crear una brigada antipiquetera). Además, salieron a la calle justo cuando el pico de tensión con el duhaldismo era fuerte por el tema de seguridad.
D’Elía había formulado una acusación en términos similares, aunque contra otra organización, el pasado 7 de julio, la semana en que lanzó su candidatura como gobernador bonaerense. En esa oportunidad sostuvo que el Frente de Trabajadores Combativos (una organización vinculada al trotskismo que trabaja en algunos barrios del sur del conurbano) recibía dinero de los operadores de Duhalde para “armar grupos de choque” que iban a provocar disturbios contra Kirchner. En los meses que siguieron tales disturbios no se produjeron y el FTC, como viene ocurriendo con todas las organizaciones de desocupados, se partió en varios pedazos.
Desde las agrupaciones ahora denunciadas hubo réplicas hacia el hombre de La Matanza. En el MIJD, que lidera Raúl Castells, la respuesta llegó en un tono acorde con “Titanes en el ring”. “D’Elía es un chupamedias y un alcahuete”, dijo Ovidio Pepe, para quien “está al descubierto que el gobierno de Kirchner financió su campaña” a gobernador.
En sintonía con el referente de La Matanza, en cambio, habló Juan Carlos Alderete, líder de la Corriente Clasista y Combativa (CCC). Antiguo compañero de ruta de Castells, Alderete señaló que “él en su momento trabajaba para (el ex gobernador bonaerense, Carlos) Ruckauf y por eso lo expulsamos”.
Néstor Pitrola, del Polo Obrero, opinó que las denuncias aparecen porque la manifestación del martes “les ha dolido a varios: al Gobierno, a la derecha y al colaboracionismo del movimiento piquetero”.
Las cuatro organizaciones que se cruzaron sobre el tema (la FTV, ligada a la CTA; la CCC, vinculada al Partido Comunista Revolucionario; el Polo Obrero, del Partido Obrero, y el MIJD, que nació como desprendimiento de la CCC) son las agrupaciones numéricamente más fuertes. Manejan mayor cantidad de planes de empleo que el resto de los sectores. Y están, a su vez, fuertemente atravesadas por la lógica de los partidos políticos a los que nacieron vinculadas.