EL PAíS
› DUHALDE LE DIJO A SOLA QUE, SI KIRCHNER QUIERE, DEJE IR A JUANJO ALVAREZ
Todos miran a diciembre en el calendario
El ex presidente dejó libre al gobernador para que tome la decisión que quiera y para no tensar más la cuerda con Kirchner. Solá respaldó ayer a su ministro de Seguridad y, desde la Casa Rosada, trataron de morigerar el tono de la confrontación. El conflicto sigue.
Por Diego Schurman
y Martín Piqué
“Si le jode al Flaco y lo tenés que soltar, soltalo.” Con esa frase, Eduardo Duhalde le transmitió a Felipe Solá su aval a un eventual desplazamiento de Juan José Alvarez del Ministerio de Seguridad. El ex mandatario dejó en claro así cuál será la actitud del peronismo bonaerense si Néstor Kirchner, o sea, el Flaco, no cesa en su sordo reclamo contra el funcionario provincial.
Duhalde no quiere aparecer en el foco de un nuevo conflicto con el Presidente. Y está decidido a ceder antes que a tensar la cuerda con la Casa Rosada. Fue el ex presidente quien se acercó en los últimos días al Gobierno para intentar bajar los decibeles en la disputa que generó el tema de la inseguridad.
La decisión del ex mandatario tiene sus costos. De hecho, fue él quien impuso a Alvarez en el cargo, hace poco más de un mes. Pero, por las palabras de su entorno, el “operativo despegue” ya comenzó. “Ojo que Juanjo no es un duhaldista puro”, dijeron ayer los laderos de Duhalde. Recordaban los tiempos de rebeldía de Alvarez, cuando intentó armar un polo de poder junto a los intendentes Julio Alak y Alberto Balestrini para enfrentar territorialmente al duhaldismo. Los tres mosqueteros, así se conoció la sociedad, se licuó con el correr de los días.
La distancia que Duhalde empezó a tomar de Alvarez y, simultáneamente, la ratificación en el cargo que ayer hizo públicamente Solá de su ministro de Seguridad generó todo tipo de especulaciones. Por eso el gobernador apuró un gesto de autoridad. “A los ministros de la provincia los designo y se van si quieren ellos o si quiero yo”, dijo.
El punto de vista de un duhaldista paladar negro no coincidía, pero tampoco lo contradecía. “Si Alvarez se va a hora, el golpe sería para el gobernador, que aparecería arrodillándose al primer grito de Kirchner, y también para Duhalde, porque todos saben que Alvarez está donde está por él. En cambio, si el paso al costado se produce más adelante, y cuando el tema inseguridad no esté tan candente, vamos a poder amortiguar el golpe”, señaló el duhaldista citado.
Ese más adelante es, en el lenguaje bonaerense, el 10 de diciembre, cuando se produzca el recambio institucional. Hay quienes creen que lo que resta para diciembre es una era glaciar, y que Alvarez no resistirá en el cargo tanto tiempo. Hay, por otro lado, quienes aseguran que antes de esa fecha sería impropio desplazarlo ya que le recaería toda la responsabilidad de lo que suceda, convirtiéndolo en un chivo expiatorio de una situación que lo excede.
Para Alvarez no hay ningún motivo para irse de su cargo. Y prefirió no meterse en la polémica, aunque dijo que seguirá firme en su lugar. “Yo estaba en mi casa tranquilo. Me fueron a buscar y les dije que no. Pero insistieron, insistieron, y aquí estoy”, recordó.
Sea como fuere, y ante el desgaste que de hecho sufrió el cuestionado funcionario en los últimos días, Solá reclamó respaldo para acumular “poder político”, el necesario como para enfrentar los problemas de la inseguridad. “No creo que Duhalde se ponga en contra”, consideró luego, cuando se le preguntó si el ex mandatario apoyaría su demanda.
Duhalde y los intendentes bonaerenses mantienen una pulseada con Solá por el poder del distrito. Y el gobernador no deja pasar la oportunidad para criticarlos, aunque sea lateralmente. “Hay intendentes que no tuvieron mucho que ver con la lucha contra el delito. Pero ahora los intendentes pueden cerrar desarmaderos, quieren herramientas en esta lucha y cuando se tienen armas legales hay que usarlas e ir a fondo”, señaló ayer.
El reclamo de respaldo no fue sólo un mensaje hacia Duhalde y los intendentes que, dice, lo esmerilan. También se dirigió hacia el gobierno nacional. Kirchner lo calmará el lunes. Será con una foto en un acto provincial. Juntos firmarán el contrato de obra para paliar inundacionesen la Cuenca Laguna La Picasa, del partido Florentino Ameghino, a unos 500 kilómetros de La Plata.
El gesto para descomprimir el conflicto tuvo algunos anticipos ayer, cuando el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, aseguró que “es necesario que Solá pueda trabajar y estar tranquilo en un tema difícil”. Fue en ese marco que intentó no desautorizar al mandatario provincial, asegurando que el gobierno nacional no anda pidiendo renuncias. “El que toma la decisión y el que compone su gabinete es el gobernador Solá”, dijo Fernández.
Efectivamente, Kirchner no llamó a Solá para pedir la renuncia de Alvarez. Pero le hizo saber de una y mil maneras que no cree que sea el hombre adecuado para realizar una depuración de la Policía Bonaerense. Para el felipismo, el estilo K fue lo que aceleró el conflicto en todo el peronismo.
“Kirchner gobierna con granadas en la mano. Cuando no le gusta algo tira una y genera estas situaciones desbordantes”, consideró uno de los ministros de mayor consulta de Solá.
Dentro de la Casa Rosada evaluaron el batifondo de la jugada política. Y por todos los medios buscaron moderar ayer el tono del enfrentamiento con Alvarez, del que dio cuenta Página/12 el jueves.
Para ello volvieron a organizar una cumbre entre los máximos responsables, a nivel nacional y bonaerense, de la seguridad. Fue en la sede porteña del Banco Provincia y sentó en una misma mesa a dos que se desconfían, Alvarez y Gustavo Beliz, quien se ganó el encono del aparato duhaldista por vincular a los políticos bonaerenses con la corrupción policial.
Subnotas