Sáb 08.11.2003

EL PAíS  › UNA FLOTA DE AUTOS, EMPRESAS Y BARCOS EN LA MIRA DE LOS INVESTIGADORES

Casafús es más que un botón de muestra

Hasta hoy, el comisario Angel Casafús sufría el embate de las críticas de Pablo Belluscio y la desconfianza desatada en el poder político sobre la Bonaerense. Los informes de los que investigan sus bienes lo obligarán a dar nuevas explicaciones. Aparece un patrimonio difícil de justificar con su sueldo de comisario.

› Por Carlos Rodríguez

La estadía del comisario Angel Domingo Casafús como titular de la Dirección de Investigaciones Complejas y Narcocriminalidad nunca fue apacible. Desde que asumió se aceleraron los secuestros extorsivos, el principal delito que debía combatir y, de ahí en más, a las críticas por su posible ineficacia se sumaron las sospechas por su presunta participación en actos de corrupción. Hasta ayer lo investigaban por las denuncias del ex policía Norberto Fiori, que lo puso en el medio de un supuesto circuito de coimas procedentes del juego, la prostitución y la droga. Su patrimonio era investigado por el fiscal Víctor Violini, que había ordenado una serie de pericias contables. El desenlace podría llegar pronto porque en el marco de la investigación que lleva adelante Asuntos Internos de la Bonaerense, a Casafús le están saltando bienes difíciles de compatibilizar con sus ingresos. Los primeros informes muestran al comisario como propietario de una flota de vehículos, de una distribuidora de café y hasta de tres embarcaciones cuyo valor rondaría los 500 mil pesos. Demasiado para un solo comisario.
De acuerdo con la información que trascendió desde el seno mismo de la fuerza y a la que tuvo acceso Página/12, el bueno de Casafús resultó ser uno de los policías más ahorrativos de que se tenga memoria. Aparece como el verdadero propietario de una Ford Ranger 2001 valuada en 40 mil dólares; de la empresa Caviana, una distribuidora de café, granos y máquinas que es manejada por un hijo suyo de 22 años; de ocho vehículos utilitarios Fiat Fiorino que tendrían un valor aproximado de 200 mil pesos, y de tres embarcaciones adquiridas desde 1999 por la módica suma de 500 mil pesos.
Con una de las naves realizó un reciente viajecito al Uruguay para escapar del estrés generado por casos de enorme repercusión, como el secuestro del joven Pablo Belluscio. La segunda carta enviada a los medios por el padre del joven, Gustavo Belluscio, apuntó muy claramente al ministro de Seguridad, Juan José Alvarez, y al propio comisario Casafús, a quienes les exigió que “en lugar de festejar” por la liberación del chico al que le cortaron dos falanges de un dedo “pidan disculpas” por las cosas que están pasando en su jurisdicción y que involucran a policías.
Todos los bienes habrían sido adquiridos por Casafús en un lapso que va del año 1998 a 2001. Todavía resta saber que pasó en los dos últimos años, desde que asumió la titularidad de Investigaciones Complejas. El fiscal Violini, de acuerdo con lo que pudo averiguar este diario, todavía no tiene el informe actualizado de la División Asuntos Internos. En esa Fiscalía tramita la denuncia formulada por el policía retirado Norberto Fiori y por su ex mujer Valeria Barci. El ex comisario Fiori habló de una “estructura corrupta” encabezada por el entonces jefe de la Bonaerense, Alberto Sobrado, quien luego fue separado del cargo cuando se supo que tenía 300 mil dólares depositados en un banco en Bahamas. Ellos habrían recibido parte de las utilidades del negocio de la prostitución, la droga, el juego clandestino y el robo de autos.
Fiori también les apuntó a los comisarios Aníbal Degastaldi y Alberto Cánepa, que fueron cayendo por el efecto dominó que terminó con la apertura de una investigación interna que llega a los 300 nombres, pero que se centra en unos 20 apellidos sobre cuyos bienes hay sobradas sospechas y hasta ahora dos confirmaciones, por lo menos desde el punto de vista del fiscal Violini (ver nota aparte). El nombre de Casafús fue aportado a esa investigación por Valeria Barci, que afirmó ante Violini que el comisario cuestionado sabía todo lo que estaba pasando porque ella personalmente lo puso al tanto.
La vida pública de Casafús nunca fue tan fácil como la privada. El 23 de julio de 2002, dos días después de ser puesto al frente del llamado “Grupo Antisecuestros”, tuvo que ofrecer su primera conferencia de prensa para admitir que tres policías de Investigaciones Complejas de Lomas de Zamorahabían participado en el secuestro de un joven, hijo de un comerciante de Rafael Calzada. A la víctima la habían tenido encerrada en el coche particular de uno de los policías secuestradores y una llamada a la familia se había hecho desde la misma sede policial a la que pertenecían.
El breve momento de gloria de Casafús fue la detención de la banda que había secuestrado y asesinado al joven Diego Peralta, en El Jagüel. El día del anuncio incurrió en una afirmación temeraria: “Encontramos el cuchillo Tramontina”, dijo aludiendo al arma que había sido utilizada para matar al joven Peralta. Todavía no se había realizado ninguna pericia y el Tramontina hallado era igual a cualquiera de los millones que andan por el mundo. El caso Peralta entró luego en duda, respecto del esclarecimiento, cuando se descubrió que el principal investigador policial, el comisario José Hernández, hombre de confianza de Casafús, había participado en otro secuestro anterior. La actuación del comisario Hernández en los secuestros de Diego Peralta y de Pablo Echarri fue duramente cuestionada por la Sala I de la Cámara Federal de La Plata.
Además de figurar en la investigación de Violini, el inefable Casafús tiene un peligro de procesamiento por falso testimonio en la causa en la que se investiga el homicidio de María Marta García Belsunce. En ese caso, el hermano de la víctima, Horacio García Belsunce, se habría comunicado con Casafús, presuntamente para pedirle que no mandara a ningún móvil policial al country Carmel. Al declarar ante el fiscal Diego Molina Pico, el comisario Casafús dijo que recibió una sola llamada y que no hubo ningún pedido de silencio policial. De todos modos, en el teléfono figuraría más de un llamado entre Casafús y Horacio.
“Todos los comisarios que van a misa cobran por un desarmadero”, declaró en el programa de Mirtha Legrand el ex comisario Fiori. Sus dichos, al principio, parecían meras fabulaciones. Sin embargo, con el tiempo, muchos de los nombres que tiró se empezaron a caer del listado de autoridades de la Bonaerense. El nombre de Angel Domingo Casafús es el que ahora aparece pendiendo de un hilo.

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