EL PAíS
El arzobispo oculta por qué es fiador de Trusso
El arzobispado de La Plata dijo que no puso dinero por Trusso, error de información que al menos este diario no cometió, pero omitió explicar por qué está dispuesto a ponerlo si Trusso huye.
› Por Martín Granovsky
El arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, aclaró ayer algo que estaba claro y dejó oscuro algo que estaba oscuro. Estaba claro que no puso el millón de pesos para excarcelar a Francisco Javier Trusso. En cambio el arzobispo no había explicado por qué fue fiador personal de Trusso y no de otros presos, y el tema siguió sin merecer una aclaración del obispado platense.
Un comunicado de Aguer distribuido por la AICA, la agencia informativa del episcopado, sostiene que Aguer intervino porque eso “se solicitó por motivo de su alta autoridad moral” pero informó que “no se pagó suma alguna”.
Los viejos maestros del periodismo y de la lengua desaconsejaban el uso de las formas impersonales como las que comienzan con “se”. El problema del “se” (se dijo, se solicitó, se pagó) es que el sujeto queda omitido. En periodismo y escritura se trata de un punto ligado a la buena expresión. Quizás Aguer recurrió a un redactor impreciso para su comunicado, o también puede pensarse que tanta impersonalidad fue buscada por el propio arzobispado. Cualquier examen de las homilías del arzobispo revela, efectivamente, que Aguer no presenta ninguna falla de expresión. Un ejemplo es la reflexión en el programa “Claves por un mundo mejor”, por Canal 9, el 12 de julio último. Tema, “La Argentina y su problema de concordia”. Idea: “Los reclamos de justicia que se oyen en nuestra sociedad suenen más bien como clamores de venganza”, dijo. Y agregó: “Hay mucho resentimiento todavía, hay rabias ideológicas y odio todavía en las entrañas de la sociedad argentina. Tenemos necesidad de liberarnos de eso, de dar una definitiva vuelta a hojas de nuestro pasado y mirar el presente pero avizorando el futuro”.
Trusso había estado prófugo y después preso en una causa en la que la empresa familiar, el Banco de Crédito Provincial, había caído arrastrando a 70 mil clientes y ahorristas.
El viernes la Justicia prometió a Trusso que podría ser excarcelado si presentaba un fiador que asegurase cualquier declaración futura ante la Justicia y el pago de un millón de pesos si el banquero volvía a fugarse. Aguer cumplió ese doble papel, contemplado en el código procesal de la provincia de Buenos Aires del mismo modo en que figura en el código nacional.
Según el comunicado, el fiado moral “tiene por fin asegurar que Trusso se presentará a la Justicia cuantas veces sea requerido hasta que acabe de cumplir la pena que le fue impuesta” y aclaró que “el aval no implica, de ninguna manera, juzgar acerca de los delitos cometidos”.
Los Trusso representaron en la Argentina al Banco Ambrosiano, que en los ‘80 estuvo ligado a los manejos financieros ilegales descubiertos dentro del Vaticano. Francisco Trusso, padre del protegido de Aguer, también estuvo estrechamente ligado al fallecido cardenal porteño Antonio Quarracino. La Justicia alberga otra causa para determinar los hechos y las culpas de un faltante de dinero en la curia metropolitana.
Antes de llegar a La Plata, Aguer fue la mano derecha de Quarracino en Buenos Aires. Los hechos revelarán si con su fianza del viernes Aguer sólo quiso garantizar la libertad de un banquero de suma confianza o eligió la forma de saldar viejas cuentas en confianza y sin la intervención de ningún poder temporal.
Dentro del Episcopado Aguer se ubica en la extrema derecha, y es el más activo después de la salida de obispos como Emilio Ogñeñovich, de Mercedes, el mismo que en 1987 sacó la imagen de la Virgen de Luján en procesión –un hecho inédito– para pelear contra la Ley de Divorcio.
La Plata tiene tradición de obispos ultraconservadores. Antes de recalar en Córdoba, Raúl Primatesta fue obispo auxiliar, consagrado en 1957 por Antonio Plaza, que ya era arzobispo. Plaza es el dignatario que apoyó la masacre dirigida por el general Ramón Camps al frente de las patotas de la Policía Bonaerense en tiempos de la dictadura militar. Plaza era capellán general de la fuerza. Después de Plaza Quarracino también fue arzobispo platense antes de desembarcar en Buenos Aires y morir en ese cargo en 1998.
Aguer ascendió políticamente en los últimos años del menemismo, pero su estrella no lo acompañó en la última decisión de Juan Pablo II, que no lo hizo figurar entre los obispos a quienes concedió el capelo cardenalicio y que por eso estarán en condiciones de elegir al próximo Papa.
El arzobispo es capellán conventual de los caballeros de Malta y también mantiene relaciones con la delegación argentina de la Soberana Orden de Malta, representada por Antonio Manuel Caselli, uno de los hijos del ex embajador de Carlos Menem en el Vaticano, Esteban Caselli, que considera a Aguer “una de las mentes más preclaras con las que cuenta el Episcopado argentino”. Cáritas de La Plata suele agradecer públicamente las donaciones, como la de 500 pares de zapatillas recibidas por el propio Aguer.
El arzobispado de La Plata no indicó ayer en su comunicado qué tipo de excarcelados se beneficiarán con la fianza personal de Aguer. Hasta ahora la opinión pública no cuenta con información de si la lista se cerró con Trusso, si abarca a otros procesados por delitos económicos o si terminará incluyendo a reos que ni siquiera tuvieron la oportunidad de defraudar a nadie.