Mié 26.11.2003

EL PAíS

“En la Argentina comienza un nuevo ciclo histórico”

Cristina Fernández de Kirchner dialogó con Página/12 en París, tras una conferencia en el Senado francés. Explicó la nueva relación entre sociedad y política. Analizó el liderazgo del Presidente. Y habló mucho, de casi todo.

› Por Eduardo Febbro

“Lo que hoy estamos viviendo es simplemente el ciclo histórico que la Argentina ha iniciado en la reconstrucción de un nuevo país.” Con tono categórico y seductor, la Primera Dama y senadora Cristina Fernández de Kirchner protagonizó ayer el acto más importante de su estadía en la capital francesa con una conferencia ofrecida en el Senado francés ante más de 250 personas. Sala colmada y llena de expectativas para oír a una mujer que transmitió el mensaje de un país que, dijo,“ha recuperado la credibilidad de las instituciones democráticas y donde se vuelve a ver la política como un instrumento apto para modificar la realidad”. Lejos de la imagen de la mujer amable pero en las sombras que dan por lo general las esposas de los jefes de Estado, la senadora Fernández sedujo a sus interlocutores por la fuerza de sus convicciones y la seguridad con que se dirige a la gente. En esta entrevista con Página/12 en París, Fernández detalla cómo es la Argentina con la que hizo soñar a los franceses.
–Usted presentó un país que entró en un nuevo ciclo histórico. ¿Dónde están las raíces de ese ciclo y qué período viene a terminar?
–El 25 de mayo de este año culmina un ciclo histórico que se inició en la Argentina el 24 de marzo de 1976. Más allá de que en ese ciclo está la dictadura y también el inicio de la democracia, cuando me refiero a ciclos históricos me estoy refiriendo fundamentalmente a un período que se cierra y que convirtió a la Argentina en un país que hizo explosión en el 2001. Estamos hablando de un país que cuando se dio el golpe militar los trabajadores tenían el 50 por ciento de participación en el Producto Bruto Interno, donde teníamos apenas 5 mil millones de dólares de deuda externa, donde el porcentaje de desocupación era de aproximadamente de un 4 por ciento y donde teníamos una red de producción industrial y fabril que nos distinguía en el resto de América latina. Era una Argentina muy distinta a la que encontró el presidente Kirchner cuando asumió, es decir, una Argentina devastada. Me parece que se trata entonces de un ciclo histórico diferente. Y no debe ser casualidad que en ese ciclo histórico de aproximadamente 30 años, 27 años tuvieron un tipo cambiario manejado desde el Estado, ya sea la tablita cambiaria de los militares o la convertibilidad del plan Cavallo.
–Aparte de recoger la confianza del electorado, ustedes recogen una expectativa muy grande. ¿Cómo explica esa nueva relación entre el poder y la sociedad?
–Nosotros no tenemos la lógica con que ha venido funcionando hasta ahora la dirigencia política argentina. Esa lógica perversa hacía que nada de lo que se decía era lo que realmente se pensaba y nada de lo que se prometía era lo que se iba a hacer. Creo que hay un compromiso muy fuerte de nuestras convicciones, con nuestras ideas, con lo que queremos y aspiramos que sea Argentina y la misma política. En definitiva, para mí la política no es una profesión en la cual tengo que cumplir un papel previamente establecido. Yo creo en la política como un instrumento para cambiar la realidad de la gente. No estamos haciendo nada extraordinario. ¿Acaso es tan horrible lo que hicieron los demás que lo que hacemos nosotros parece casi extraordinario? En definitiva, me parece que no, que tiene la lógica simple y sencilla de que es posible gobernar con convicciones y con ideales. La real politik de la gestión de gobierno vinculada únicamente con un pragmatismo que era más bien cinismo era inviable en términos de proyecto de político sustentable.
–Una serie de documentos recientes que emanan de organismos multilaterales ponen de relieve que la venta del Estado que se operó en los años 90 no funcionó y que hoy es preciso iniciar un nuevo proceso de legitimación del Estado. ¿Eso es lo que ustedes quieren encarnar?
–Esos diagnósticos un poco tardíos elaborados por determinados organismos me hacen acordar al doctor Benjamin Spok. Se trata de un famoso médico pediatra de los Estados Unidos que educó a varias generaciones de norteamericanos diciendo que tenían que hacer de todo para no coartar su libertad. Al final, con el tiempo, se dijo que se habían equivocado en las teorías. Esto es igual. Lástima que en el medio haya países y sociedades devastadas. Creo que ese reconocimiento es un poco tardío.
–La pregunta era: es fácil vender pero muy más difícil es recuperar un Estado. ¿Existe un margen de maniobra como para restaurar y Estado y recuperar lo que se cedió?
–Lo que el Estado debe hacer es reasumir su rol indelegable de regulador y de garante de los derechos de los ciudadanos. Los ciudadanos han hecho un contrato social que delega en el Estado el monopolio de la fuerza, etc. Existe un compromiso de ese Estado fijado mediante la Constitución que es la que fija las reglas de juego sobre las obligaciones y los derechos de cada uno. Me parece entonces que lo que debe hacer el Estado es reasumir el papel por el cual los ciudadanos le confiaron el monopolio de la fuerza y la representación social a través de sus instituciones. Ese es el rol concreto del Estado y no el de ser el Estado desertor de la última década y media.
–Sin embargo, hay propiedades del Estado que no son más del Estado.
–Me parece que por un lado está la propiedad del Estado y por el otro la jurisdicción del Estado. Que el Estado no sea propietario de los servicios públicos no le quita aptitud ni jurisdicción para controlar y regular la prestación de esos servicios públicos. Es su obligación constitucional. Son dos cosas diferentes.
–En el campo internacional, la nueva estrategia norteamericana de “guerra preventiva”, ¿no le acarrea acaso nuevos problemas a los ya dependientes Estados latinoamericanos?
–En realidad, la doctrina de la guerra preventiva más que una doctrina es la consecuencia del unilateralismo, es decir, de la ruptura del multilateralismo. Me parece que hay que dar nuevas respuestas. Yo creo que hasta tenemos que replantearnos si no es necesario poner en tela de juicio la existencia del Consejo de Seguridad de la ONU. El Consejo de Seguridad fue pensado en términos de la Guerra Fría, para un mundo bipolar, donde se requería un control de todos aquellos que detentaban un poder nuclear para evitar que el mundo saltara. El Consejo fue un instrumento apto para ese mundo bipolar. Pero en el mundo unilateral, donde hay una potencia con un poderío militar y económico, habría que pensar nuevos instrumentos capaces de reconstruir la noción de multilateralidad.
–Más cerca de la Argentina, Bolivia plantea un gran desafío para la región. La crisis boliviana muestra las grandes deudas pendientes: justicia, propiedad de la tierra, derechos sobre el subsuelo, educación, derechos humanos.
–El problema de la región y no solamente de Bolivia es la ausencia de gobiernos representativos en algunas comunidades. Cuando se escuchaba al presidente Sánchez de Lozada y salía a la calle y veía cómo se compone Bolivia, uno se decía “¿qué tiene que ver este presidente con esta sociedad?”. El problema no es de indigenismo o no indigenismo, sino de representación política. Ningún país funciona cuando sus gobernantes no representan la realidad de ese país. En la Argentina hay más coherencia. En este momento hay una dirigencia que ha interpretado las demandas de la sociedad.
–Usted está hoy en París y acá, al igual que en Italia y Alemania, hay muchos ahorristas que compraron bonos argentinos y que no están de acuerdo con el plan propuesto por el gobierno.
–Me gustaría que muchos bonistas pudieran ver la experiencia de Alemania. Cuando Alemania negoció su deuda en el Acta de Londres –27 de febrero 1953– negoció con una quita de casi el 80 por ciento de la deuda. Y estamos hablando de Alemania, un país que, junto a otros 15 países europeos, había recibido el plan Marshall. Y lo que recibió Alemania y los otros 15 países es similar a los dólares que fugaron de la Argentina. Nuestro país no recibió ningún auxilio y está recomponiendo toda sueconomía en contra de todas los pronósticos. Lo que está haciendo Argentina es una propuesta absolutamente racional. Lo irracional sería que prometiera cosas que no puede cumplir. Por último, creo que también tienen que rendir cuentas los bancos que asesoraron a los bonistas a adquirir esos títulos. Esa misma cooresponsabilidad la tienen los organismos multilaterales de crédito. Cuando uno llega a deber 150 mil millones de dólares, el problema no es solamente del deudor.

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