Jue 27.11.2003

EL PAíS  › OPINION

Una nueva amenaza

Por Francisco Gutiérrez *

El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) se constituiría en 2005 en el respirador artificial de un capitalismo que enfrenta la crisis más profunda de los últimos setenta años.
En 1972, Alan Greenspan anunció que los márgenes de ganancia en los negocios se habían reducido durante los ‘50 y ‘60 y que esta reducción en la rentabilidad del capital seguiría cayendo en los ‘70 y ‘80. Los trabajadores hemos aprendido que el capital jamás pierde y que esa caída en la rentabilidad del capital fue cubierta con el vaciamiento de la economía argentina y latinoamericana.
Las tres últimas décadas están asociadas a conceptos cuyo denominador común es la dominación. En los ‘70 fue la “Doctrina de la Seguridad Nacional” y el golpe militar que impuso a sangre y fuego el “libre mercado”.
Durante los ‘80 la profundización neoliberal llevó a la “década perdida”, con sus “frágiles democracias” incapaces de modificar una economía que sacrificó al pueblo en aras de la rentabilidad del capital. En los ‘80 se impuso la Reforma del Estado.
Las “recetas” neoliberales de los ‘90 provocaron cierre de fábricas, desocupación, empobrecimiento, destrucción del sistema de salud y educativo, privatización en manos extranjeras de las empresas estratégicas del Estado, corrupción política y delitos en las fuerzas de seguridad; en síntesis: desaparición del Estado.
Participar en una integración como la propuesta por el ALCA es impensable. Las asimetrías existentes entre Estados Unidos y cualquiera de los países latinoamericanos convierten esa iniciativa en un suicidio económico. Sostenemos la necesidad ineludible de avanzar en una negociación desde el Mercosur como bloque.
El ALCA es una amenaza al sistema productivo y destruiría el poco empleo industrial que sobrevivió a treinta años de liberalismo, elevando la ya criminal exclusión social del sesenta por ciento de la población. La Argentina fue históricamente competitiva y no complementaria con los Estados Unidos y hoy, en una integración como la propuesta, no tiene posibilidad de sobrevivir industrialmente.
Vemos el ALCA y la globalización como procesos imperiales que buscan no sólo la recuperación de la tasa de ganancia, sino la intervención de los países centrales de manera irrespetuosa en las economías. Sería el mecanismo idóneo para liberar de obstáculos los mercados latinoamericanos, y el instrumento que poseería Estados Unidos para competir y defender su hegemonía frente a Europa y a otros países.
La Unión Europea es un mejor modelo de integración y su esfuerzo económico, un mejor ejemplo de equidad hacia los países que ingresan en ella.
La Argentina se está recuperando lentamente a través de un tremendo sacrificio de nuestro pueblo que no puede ser malgastado. El ALCA debe ser analizado cuidadosamente y de manera coordinada con nuestros socios del Mercosur, en particular con Brasil, porque hay que debatir y definir una política común de negociación en la que se privilegie el bloque regional. En este sentido, debemos decir NO a una negociación de acuerdos bilaterales.
La implementación de la violencia descarnada demuestra que Estados Unidos ha perdido su iniciativa política, y esto nos ofrece la oportunidad de negociar con un mayor margen de éxito. Sólo resta ver nuestra voluntad política de revitalizar el Mercosur.

* Diputado nacional (Polo Social)

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