EL PAíS › DISPUSIERON SECRETO DE SUMARIO EN LA INVESTIGACIóN POR LA MUERTE DEL FISCAL ALBERTO NISMAN
La juez Fabiana Palmaghini dispuso medidas de prueba mientras los abogados de la madre del fiscal y de la jueza Sandra Arroyo Salgado insisten con la teoría del homicidio. Hasta ahora la mayoría de las pericias y estudios contradicen esa idea.
› Por Raúl Kollmann
La causa por la muerte de Alberto Nisman entró en una nueva etapa, con la jueza Fabiana Palmaghini a cargo del expediente, con el secreto decretado y con medidas que llevarán varios meses para que se terminen de hacer. Por ahora, el expediente transita sólidamente por la hipótesis de que Nisman se suicidó –habrá que ver si presionado por alguien–, lo que fue puesto en palabras por la fiscal Viviana Fein en un escrito de la semana que pasó: “No se ha acreditado un obrar homicida”. Ese texto tiene más fuerza que las declaraciones realizadas ayer (ver aparte), porque es un pronunciamiento judicial. La decisión de Palmaghini, por su parte, mueve a sospechas. Con el argumento de que la causa está paralizada por la pelea entre Fein y las querellas, ella misma asumió la investigación justito cinco días después de la llegada a la Casa Rosada de Mauricio Macri, que siempre estuvo rodeado por fiscales y funcionarios judiciales que respaldan la hipótesis del asesinato y que contó con la presencia de la ex esposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, respaldándolo en el debate televisivo del ballottage. La hipótesis de Arroyo Salgado y también de la madre de Nisman es que se liberó la zona del edificio Le Parc, lo que permitió perpetrar el crimen y después adecuar la escena. Además, señalan que participó más de una persona en el supuesto homicidio, que –dicen ellos– tuvo como objetivo de terminar con la actuación de Nisman.
Los abogados de Arroyo Salgado –Juan Pablo Vigliero, Manuel Romero Victorica y Federico Casal–, junto al letrado de la madre de Nisman, Pablo Lanusse, festejaron la irrupción de Palmaghini, porque con la investigación en manos de Fein hasta el momento no habían logrado avanzar en su hipótesis.
Que a Nisman lo asesinaron en un gigantesco complot en el que intervinieron custodios, servicios de Inteligencia y, por supuesto, el informático Diego Lagomarsino.
Para ellos, Nisman fue asesinado el sábado 17 de enero a la tardecita cuando Lagomarsino estaba en Le Parc.
Sostienen que el informático era parte de los servicios de Inteligencia y que no le prestó el arma a Nisman, sino que participó del crimen. Los querellantes no explican una circunstancia llamativa: si Lagomarsino fue parte de un plan criminal no se entiende por qué dejó un arma a su nombre en la escena de la muerte.
En principio, Nisman ingresó a su computadora el domingo a la mañana. Leyó Página/12 y otros diarios, entró a su cuenta de correo Yahoo, vio las fotos de una modelo con la que tuvo una relación y leyó una nota sobre el regreso de la muerte. El ingreso a este diario fue confirmado por el sistema informático de Página/12. Sin embargo, para los querellantes se trató de una maniobra remota, de la que podría ser responsable Lagomarsino, aunque todavía no lo han afirmado ni exhibieron ninguna prueba.
Los custodios y miembros de la Prefectura habrían participado de la zona liberada. Alguien entró al departamento junto con Lagomarsino, llevó al fiscal hasta el baño, lo obligó a arrodillarse, le disparó y luego salió del baño y del departamento sin dejar rastro.
No está claro, pero en el plan habrían intervenido agentes de Inteligencia, no se sabe si ligados al gobierno de Cristina o si actuaron ex agentes que fueron desplazados por Cristina y que seguían al mando de Jaime Stiuso.
Las querellas dicen que el cuerpo fue movido para alterar la escena de lo que consideran un homicidio. Se basan en que el médico de Swiss Medical –el primero que llegó al departamento– dice que el cuerpo no estaba como aparece en las fotos tomadas un rato más tarde, cuando intervinieron los especialistas de la Policía Federal. En verdad, el médico Carrera Mendoza más bien brinda un testimonio vacilante, en el que dice que no está seguro, mientras que la enfermera que lo acompañaba, Jessica López, sólidamente manifiesta que el cuerpo estaba como lo vieron ellos cuando intentaron entrar al baño.
Las querellas argumentan que Nisman no tenía rastros de fulminante en las manos. El estudio que se hizo en el Cuerpo de Investigaciones Fiscales de Salta no es concluyente. Por un lado dice que hay partículas consistentes con un disparo, pero que eso no es definitorio. Además mencionan que puede no haber partículas características –las que sí son definitorias– tanto por las manos con sangre como por las horas transcurridas entre la muerte y la toma de la muestra. “El estudio no puede concluir que la víctima sí disparó o que no disparó”, sostuvo el técnico de Salta, José Luis Manzano.
Por último, las querellas plantean, y ayer lo volvió a hacer Arroyo Salgado, que “todos saben que Nisman estaba amenazado”. Ese hecho por sí mismo no prueba nada, pero, además, las denuncias por amenazas fueron bastante anteriores a su muerte. Nisman era una persona rigurosa que hubiera denunciado de inmediato nuevas amenazas y que, por otra parte, anduvo por Europa, con su hija, sin ningún tipo de custodia.
Las querellas, entonces, afirman que se trató de un homicidio y que lo cometió Lagomarsino y otra persona, sobre la que no tienen datos ni aparece entrando o saliendo del edificio. Tampoco tienen elementos que indiquen que la muerte fue el sábado: los forenses dicen que murió el domingo a la mañana. También mencionan que intervinieron agentes de Inteligencia, pero –al menos hasta ahora– no se percibe cómo actuaron.
Los criminalistas sostienen que si la persona muerta hubiera sido otra, la causa estaría cerrada –al menos en una primera etapa– desde mediados de año, porque las pruebas son nítidas:
Según el dictamen de los forenses, la data de la muerte fue aproximadamente a las 9 horas del domingo 18 de enero. A esa hora no entró ni salió nadie del departamento. No hay indicios de que haya entrado o salido alguien extraño del edificio.
Todos coinciden en que el disparo fue a menos de un centímetro. No hay rastros de pelea en el baño, no hay lesiones defensivas. Esto último lo señalaron 13 de los 15 médicos que intervinieron en el informe forense, conducido por profesionales designados por la Corte. Registraba un golpe en la cabeza, producto de la caída, y uno en una pierna, posiblemente de larga data.
Según los forenses, “ningún elemento indica que se haya tratado de un hecho homicida”.
El cuerpo del fiscal estaba tirado en el baño, con la cabeza obstruyendo la apertura de la puerta. Sara Garfunkel, la madre de Nisman, estuvo sentada en una cama, frente a la puerta del baño, desde que ella misma encontró el cuerpo hasta que ingresaron los peritos de la Federal. Testimonió que nadie entró, que nadie movió el cuerpo.
Está probado que Lagomarsino salió del departamento el sábado a las 20 y no regresó. Hay comunicaciones de Nisman posteriores a esa hora. Los pasos de Lagomarsino por distintos peajes están acreditados por cámaras de seguridad.
Cinco de los seis criminalistas que intervinieron en el caso diagnosticaron: “No hubo ninguna otra persona dentro del baño al momento del disparo”. Esto lo determinaron, entre otras cosas, porque las gotas y chorros de sangre tienen una caída que no es interrumpida por ninguna persona que haya estado detrás o al costado de Nisman en el baño.
En caso de existencia de un homicida, debió salir de un baño en el que había sangre en el piso y en varios otros lugares. No hay, sin embargo, ninguna huella que así lo indique ni una gota de sangre fuera del baño.
Nisman –según Lagomarsino– le pidió el arma prestada el sábado 17. El dato significativo es que también le pidió un arma al custodio Rubén Benítez e incluso llamó a un comisario amigo, pero éste estaba en Mar del Plata.
Argumentar que Nisman estaba de buen ánimo no es indicio de nada. En la misma época se quitó la vida el financista Mariano Benedit y su familia argumentaba justamente lo mismo, que estaba de buen ánimo y que había tenido una hija dos semanas antes. Las cámaras de seguridad indicaron claramente que se suicidó. A diferencia del caso Benedit, en la causa Nisman también hay testimonios que mencionan que tuvieron diálogos con él que parecían una despedida.
El estudio informático tampoco señala movimientos que pudieran tener relación con la muerte del fiscal. En el celular le instalaron un troyano, software espía, que en este caso no sirvió, porque Nisman tenía en el celular otro sistema operativo. No se sabe si ese troyano sirvió para espiarle la computadora, porque en esa notebook hubo un programa de borrado. Nisman solía usarlos, pero no está claro si él lo hizo o lo hizo otra persona. Tampoco en ese caso surge ningún elemento sobre la muerte. Tal vez se concluya que lo espiaban, lo que no indica que lo mataron. La cuestión informática se sigue investigando.
Estos son los elementos que están en la causa judicial, en la que forenses y criminalistas dictaminaron hasta ahora que no hubo asesinato.
Palmaghini ordenó algunas medidas razonables, pero todo indica que la investigación seguirá abierta por muchos meses. La jueza le señaló a Fein que puede y debe presentar su dictamen con su hipótesis sobre lo que ocurrió con Nisman. Pero al mismo tiempo determinó:
Que declare Damián Pachter, periodista del Herald que en la noche del 18 de enero twiteó que había problemas con Nisman. Pachter se fue a vivir a Israel diciendo que estaba amenazado, pero nunca dijo de dónde obtuvo la información.
Que vuelva a declarar Jaime Stiuso. Entre otras cosas, tendrá que explicar mejor por qué no le atendió el celular a Nisman el viernes 16 de enero y el sábado 17. En la declaración ante Fein contestó una banalidad: que no escuchó las llamadas. Uno de los datos del caso es que el fiscal se quedó sólo con la denuncia que había hecho contra la presidenta: supuestamente le habían prometido escuchas para agregar a la imputación, pero Stiuso “lo dejó solo”. El ex jefe de Operaciones de la SI declaró que no tenía ninguna otra escucha para aportar, pero están los que dicen que lo indujo a Nisman a presentar la denuncia, prometiéndole elementos que después no existieron.
Palmaghini ordenó que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) certifique si Lagomarsino fue parte de la estructura de la ex SIDE.
También respecto de Lagomarsino, la jueza pide que declare el ex agente Carlos Moro Rodríguez, que supuestamente fue quien le presentó el informático a Nisman.
Hay una revisión de ingresos y egresos de Le Parc, llaves, movimientos de custodios y la actuación de los cerrajeros la noche de la muerte. Palmaghini pide que se revise si alguna vez Lagomarsino ingresó al departamento cuando Nisman no estaba.
También se revisarán los entrecruzamientos telefónicos y los movimientos en las computadoras.
Finalmente fue citada nuevamente la curiosa secretaria Soledad Castro, que luego de varios meses apareció declarando sobre los estados de ánimo de Nisman y su entusiasmo con la desechada denuncia contra la presidenta y otros miembros del Ejecutivo. También declarará Alberto Gentili, quien reemplazaba a Nisman cuando éste se iba de viaje.
Palmaghini registra como antecedente violentas entradas en su Facebook contra CFK y fue recibida con beneplácito por las querellas. Habrá que ver cómo conduce la investigación, en el marco de las sospechas políticas que despierta.
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