EL PAíS › OPINIóN
› Por Mempo Giardinelli
La semana que pasó, los llamados “grandes diarios” prácticamente silenciaron la fuerte protesta contra la indefendible eliminación de retenciones mineras en favor de la Barrick Gold y otras depredadoras. Sobre todo el durísimo cuestionamiento que le hizo al presidente Macri nada menos que su aliada la diputada Elisa Carrió, casi no tuvo eco. Tampoco el de Pino Solanas.
Es claro que eso se debe al tendencioso periodismo que se autoaplaude desde sellos como SIP o Adepa, y cuyas secciones de “comentarios” son cada vez más impresionantes repertorios de furia, propios de enfermos psiquiátricos.
Ese periodismo colmado ahora de espíritu vengativo parece degradarse matando o reviviendo personajes. Por caso, quisieron liquidar a Florencio Randazzo, invitado por el Sr. Macri a la inauguración del nuevo ramal Constitución-Quilmes. Su presencia se anunció desde el día anterior en primera plana como si tuviera otro significado que el obvio: estar donde le correspondía a quien siguiendo las directivas de la anterior presidenta fue el más importante renovador ferroviario del último cuarto de siglo. Randazzo fue, saludó, aceptó la foto y se retiró sin hablar. Y enseguida reafirmó en las redes sociales su posición “en las antípodas de este gobierno”.
A la vez, y en contrario, revivieron al Sr. Ricardo López Murphy, quien, acaso nostalgioso de 2001 cuando dejó para la historia el anuncio de un recorte del 13 por ciento en todos los salarios y jubilaciones (de la mano de la entonces ministra de Trabajo y hoy de Seguridad, Sra. Patricia Bullrich) declaró en título principal de La Nación y en su estilo prosopopéyico: “Si los salarios suben un 40 por ciento va a haber un desempleo como nunca se vio”.
Es claro que ninguno de los dirigentes del FpV teje en vano en las sombras. Quizás Randazzo a su manera, como el activísimo Héctor Recalde, el siempre oportuno Juan Manuel Abal Medina o el chaqueño Jorge Capitanich, que ahora lidia con una municipalidad que encontró fundida y desquiciada, y así y todo coordina a un centenar de intendentes de todo el país soñando con liderar el PJ, nada menos. Sueño que también disputan algunos “macri-dialoguistas” como el siempre atildado Sr. Urtubey, quien declaró a La Nación que a la ex presidenta “no le veo mucha vida fuera del peronismo”.
Obviamente, en las sombras hay siempre muertos y resurrectos. Así se explica que mientras unos creen en la liquidación definitiva de dirigentes, otros se mueven y colean como si nada. Los primeros se apresuran y creen, por ejemplo, que el silencio de la ex presidenta es indicador de su retiro, cuando la verdad es que a eso nadie lo sabe. Si hay algo que CFK manejó siempre fue su silencio, es decir, su sentido de la oportunidad. De manera que nadie sabe si reaparecerá ni cuándo. Anhelo de muchos y terror de otros más, en ese juego ella crece desde su hasta ahora empecinado –y por esta columna criticado– silencio. Lo que no hace otra cosa que multiplicar runrunes que indicarían, dicho sea en potencial, su regreso, temido o deseado. Todos los ruidos en el sótano la colocan nuevamente en el centro de la escena.
La columna de ayer del Sr. Morales Solá, columnista máximo de La Nación, fue reveladora: confesó lamentar que el Senado y los gremios “siempre fueron tormentos a veces concertados para los presidentes no peronistas”, y enseguida elogió sin vergüenza alguna al senador Pichetto (FpV) de quien dijo que perdió en 2015 la gobernación de Río Negro por culpa de Axel Kicillof, y a quien declaró “virtual jefe nacional de su partido”, porque ahora “muchos peronistas le reconocen el liderazgo de una oposición racional frente a Macri”. Y siguiendo su prédica corrosiva contra “la dinastía política que gobernó durante 12 años”, auguró “polvorines” en Santa Cruz, de donde supone que CFK tendrá que “huir”, a la vez que ni mencionó el polvorín nacional que su gobierno está gestando día a día.
Como nada es casual, en otra larga nota el devenido diario oficial sugirió ayer expresamente el retorno de CFK: “Llama desde Santa Cruz para dar directivas”, dice el artículo, pletórico de suposiciones, insidias y potenciales. Afirma que a José Ottavis lo “llamaba dos veces por día” y que Recalde “llegó a recibir tres llamadas diarias” durante la crisis que terminó con la ruptura de la bancada del FPV”. A la vez, da como información una obviedad como que “la ex presidenta se mantiene informada y muy activa”, y asegura que un supuesto “dirigente que conversa seguido con Cristina” le habría dicho al cronista algo trascendental: que “si alguien piensa que se dedica sólo a cuidar las flores de su jardín, está muy equivocado. Ejerce la conducción”.
Admitiendo que no es “información precisa”, sin embargo se juega y conjetura que “la mayoría de los consultados arriesga que el retorno será en marzo. Algunos se atreven a predecir que será el 24”. Y remata, magistral: “En general Cristina es la que toma la iniciativa”. Así que vaya, amigos, a enterarse...
Este tipo de especulaciones interesadas parece indicar que algo se mueve bajo la superficie. Y sobre todo, delatan el miedo de clase y de intereses que sigue produciendo ese gigante invertebrado llamado peronismo.
Párrafo aparte merecen los partidos históricos, hoy en crisis terminales pero ojalá, por el bien de la democracia no del todo muertos. El avanzado estado de descomposición del radicalismo lo mantiene atontado, pero en algunas provincias hay dirigentes de segundas líneas que ya se declaran hartos de la “entrega” de la UCR al macrismo. En el socialismo, en cambio, parece imperar todavía el silencio, y al menos esta columna no tiene información sobre reacciones a la escandalosa dispersión ideológica del viejo partido del incomparable Alfredo Palacios.
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