EL PAíS
› LA CONFESION DE MARIO PONTAQUARTO, FIGURA CLAVE DEL ESCANDALO DE LAS COIMAS EN EL SENADO
“De la Rúa dijo arréglenlo con Santibañes”
La revista TXT publicó la esperada confesión del “arrepentido”. En ella señala la responsabilidad del ex presidente y de su hombre de mayor confianza. El juez le tomó declaración e impedirá la salida del país de todos los involucrados.
› Por Eduardo Tagliaferro
Se quebró el pacto de silencio que rodeó al caso de las coimas en el Senado. A última hora de ayer, el ex secretario parlamentario del Senado Mario Pontaquarto, hombre de confianza del jefe de la bancada radical José Genoud, declaraba frente al juez federal Norberto Oyarbide y confesaba su participación en el escándalo. Al cierre de esta edición, el principal elemento de prueba aportado era la confesión del arrepentido. En círculos cercanos a la investigación se esperaba la aparición de alguien que admitiera su participación en la maniobra, tal como adelantó este diario el martes pasado al revelar que un informe de la SIDE volvía a poner en el centro de las sospechas a Pontaquarto.
Por el momento el ex mano derecha de Genoud no quedaría detenido. Tiene una custodia asignada y preventivamente los fiscales pidieron que se prohíba la salida del país de todos los mencionados en la declaración judicial.
“Fui el encargado de llevar el dinero”, dijo este militante radical oriundo de Luján a la revista TXT. En el reportaje, Pontaquarto repasa con pelos y señales la trama que rodeó al caso de corrupción que motivó la renuncia de Carlos “Chacho” Alvarez a la vicepresidencia de la Nación y terminó sellando la suerte de la Alianza.
Desde hace un año, Pontaquarto venía madurando la decisión. Sus allegados reconocen a Página/ 12 que el daño personal que le produjo el tema fue uno de los motores que lo empujaron a admitir públicamente sus culpas. “Fue la equivocación más grande de mis 41 años de vida. Ahora me libero de un hecho que me torturó durante mucho tiempo”, aseguró a la publicación. La decisión comenzó a tomar cuerpo el viernes de la semana pasada cuando el radical porteño Daniel Bravo acompañó a Pontaquarto a reunirse con Aníbal Ibarra en su despacho. En su esquema, Ibarra aparecía como la garantía de que el oficialismo se viera comprometido a avanzar con las investigaciones que se desprenderían de sus declaraciones. El domingo y el lunes, Pontaquarto concretó su encuentro con la revista. Ese mismo lunes por la noche volvió a reunirse con Ibarra. En esa ocasión, en el domicilio particular del jefe de Gobierno porteño. El jueves, Ibarra y Bravo se reunieron con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. “El Gobierno avanzará en este tema hasta las últimas consecuencias”, les dijo Fernández luego de entrevistarse a solas con Néstor Kirchner en el despacho presidencial. Precisamente el mismo despacho desde el que comenzó el affaire de las coimas en el Senado, cuando lo ocupaba Fernando de la Rúa.
Horas antes de que se conocieran públicamente los dichos del ex secretario parlamentario, Ibarra se reunió con “Chacho” Alvarez en su despacho de la Jefatura de Gobierno porteña. Para el ex vicepresidente, la aparición de este testimonio es una especie de revancha. Marcando las diferencias entre los dos principales dirigentes de la Alianza, ayer Fernando de la Rúa negó haber participado en ninguna reunión en la que se hablará de las coimas. “Nunca pensé que la política podía caer tan bajo”, sostuvo. En diálogo con Página/12, Ibarra dijo que “apareció un arrepentido que habiendo participado del hecho da los datos de quienes participaron, quiénes cobraron y la ruta del dinero. Lo que ya se sabía hoy tiene pruebas y un arrepentido que lo avalan. Es la posibilidad de terminar con un sistema político que llevó a sancionar leyes a cambio de dinero”.
Las principales definiciones realizadas por Pontaquarto realizó frente a TXT son las siguientes:
- “Me manifestó (José) Genoud que el justicialismo estaba pidiendo algo más. Y que había que hablarlo con el gobierno. El hablaba del bloque del justicialismo, no lo personificaba en alguien en particular. La negociación la llevaban el presidente del bloque y el presidente de la comisión de Trabajo, o sea, Augusto Alasino y Alberto Tell”.
- “Yo fui invitado a una reunión para hablar de la ley laboral. Fue en la Casa de Gobierno, en el despacho del Presidente. La fecha precisa no la recuerdo. Habrá sido unos veinticinco días antes de la sanción de la ley, a fines de marzo o a principios de abril. Fue cerca del mediodía. Estaban el presidente Fernando de la Rúa, Genoud, Alasino, Tell y yo. Flamarique ingresó después. Al Presidente se le planteó esto y manifestó que lo tenían que hablar con Fernando de Santibañes, para acordar cómo se instrumentaba todo”.
- (La reunión) Fue muy breve. Las características de De la Rúa hacían que las reuniones fueran cortas, con música de fondo como para que no se grabara nada de lo que se hablaba. La música estaba más alta de lo normal, era música clásica. Primero hablaron sobre la ley en sí. Después, Alasino manifestó que necesitaban otras cosas para tratar la ley. Y ahí fue donde De la Rúa dijo: ‘Arréglenlo con Santibañes’. Y se fue. En el trayecto de regreso, Genoud me explicó qué rol iba a tener yo...”
- “Al ser yo secretario de la Cámara y la persona que tenía una buena relación con el justicialismo, ellos se sentían cómodos”.
- “Genoud manifestaba mucho miedo por lo que pudiera hacer el justicialismo. El decía que eran promiscuos, que se movían impunemente. Creo que por eso tomé un rol mucho mayor. Genoud hizo que yo fuera el canal, mientras él preservaba su rol institucional”.
- “En general se hablaba con Alasino. Hablaban de 5 millones y algo, casi 6 millones. Y después de idas y venidas, se concretó que el pago fuera de 4.300.000 pesos”.
- “Genoud me dijo: ‘Toma contacto, vas a tener una reunión, vas a ir a hablar y ahí te van a decir lo que tenés que hacer’”.
- Según el testimonio de Pontaquarto a TXT, ese día fue el 18 de abril del 2000, en la SIDE, donde se vio con Fernando de Santibañes.
- “Habrá sido a las 11 de la mañana. Debe estar el registro de que yo ingresé a la SIDE en ese horario. Ahí hablé con De Santibañes, estábamos solos, y me dijo que la operación se iba a hacer esa misma noche. Era martes y la ley se iba a votar el miércoles. Volví a la SIDE cerca de las 9 de la noche, en mi Peugeot 406. Ingresé por la calle Alem, por un portón, a un garage. Ahí me esperaba la secretaria de Santibañes, que se llama Gladys. Subimos en un ascensor y llegamos después a una bóveda como las de los bancos, con puerta de acero o de hierro... Otra persona a la que no conozco ayudó. Sacaron el dinero en dos maletines y una caja cerrada con cinta adhesiva. Lo bajaron y lo pusieron en el baúl de mi auto”.
- “(Fui) Al Senado. Había reunión de Labor Parlamentaria. Y había un gran barullo afuera del Congreso: los gremios estaban protestando contra la ley. Me acompañó un auto de la SIDE, que era un Laguna o un Renault 19 blanco, conducido por un chofer, supongo, o un oficial de la SIDE. Ingresé por la puerta de senadores, fui al primer piso y había muchos senadores. Me decían que en esas condiciones era imposible tratar la ley. El dirigente sindical Julio Piumato había recibido un tiro, y eso aceleró las cosas para que la ley no se tratara. Entonces le transmití a Genoud la necesidad de devolver lo que tenía. El me dice, entonces, que se comunica con De Santibañes y que éste le dice que esperemos”.
- “Esa noche habló Genoud con De Santibañes y yo tomé contacto con su secretaria y le dije que tenía ‘esos expedientes’ y qué hacíamos. Y ella me dijo que De Santibañes le había dicho que esperáramos a que se tratara la ley. El llamado fue a la SIDE, no recuerdo si desde mi celular o desde mi despacho. A partir de ahí, el tema era qué hacer con el dinero. Se me generó una situación complicada. ¿Y si me robaban? ¿Y si me mataban? Esa noche la plata quedó en el auto. Me volví a mi casa e intenté buscar un lugar donde guardarla.
- “Lo hablé con mi esposa, fue un gran disgusto. A partir de ahí, me hizo crack todo y empecé a ser otra persona. Sentí que estaba involucrando la seguridad de mi familia.
- “(Los maletines) Eran negros y la caja estaba envuelta con esa cinta marrón plástica... Los abrí. Estaba el dinero envuelto, encerrado al vacío como se le dice. Yo no podía ver exactamente el monto, pero eran fajos de 10 mil pesos y cada ladrillo tenía 100 mil pesos. Tenían fajas del Banco Nación.
- “Se acordó el martes 25 que la ley se iba a sancionar el miércoles 26. Yo tenía que hacer todos los arreglos para viajar a Jordania, al otro día, adonde me acompañaba mi esposa. Me vine solo muy temprano a Buenos Aires. Reservé una habitación en el hotel Howard Johnson, en la calle Bartolomé Mitre o Sarmiento, en el Congreso. Nosotros nos alojábamos en el hotel para dormir esa noche. Ingresé el equipaje que íbamos a llevar en el viaje, junto con estas cosas, y las dejé en el hotel hasta el momento en que me dijeran cuándo las tenía que entregar. Volví al Congreso. La sesión fue muy larga. En el transcurso, me avisó el senador (Remo) Costanzo que el dinero lo tenía que llevar al departamento del senador justicialista (Emilio) Cantarero, ni bien finalizaba la sesión”.
- (El departamento queda) “En Callao, casi esquina Posadas. No sé si lo sigue teniendo, era donde él se alojaba en Buenos Aires. Fui después de la sesión. Entré con mi auto por un garage, un portón. Calculo que serían las 10 y 30 u 11 de la noche. Me abrió otra persona. Pero Cantarero estaba, de sport, en el garage. Bajamos las cosas del baúl del auto, los maletines... Subimos por una escalerita para llevar las cosas al departamento. Es muy amplio, yo dejé las cosas sobre la mesa, no alta, una mesa tipo ratona pero grande, con tapa de vidrio. Yo estaba nervioso. Muy nervioso”.
- “Cantarero... (Lo veía) Normal. Esperándome ansioso. Llegué y dejé el dinero arriba. El me sacó el dinero, yo le dije: ‘Mirá, esto está en fajos de cien aparentemente, si los querés contar... El rompió el envoltorio...porque donde había un millón, las tiras de cien mil estaban envueltas... no sólo las tiras envueltas sino con un envoltorio también.
- “Bueno, Emilio, ya está; te dejo esto porque me quiero ir cuanto antes’. Me preguntó: Vos te vas de viaje mañana, le dije que sí y me dijo: ‘Toma Ponta –porque el me decía Ponta– así te quedás tranquilo’. Y me entregó una lista con los nombres de algunos legisladores y escritos, al lado, los montos. Yo me llevé esa lista. El decía que hacía las cosas bien, que era una constancia mía”.
- “Estaban puestos los nombres de pila. Choclo, que es el apodo de Alasino; Beto, por Tell; Remo que es el nombre de Constanzo... Son seis o siete nombres. Están Julio San Millán, Beatriz Raijer, Carlos De la Rosa, José Luis Gioja, después decía otros. Yo voy a estar en condiciones de mostrar este papel a la Justicia.
- “Tenía una firma, un gancho como se dice, y los montos. Hablaba de 300 mil, de 200 mil, de 100 mil, de 50 mil. A mí me daba la sensación de que ese papel lo tenía porque los que iban a retirar el dinero iban a ir al departamento, era como un ayuda memoria”.
- “Yo retiré de la cifra que me habían dado 700 mil pesos, que se los entregué a Genoud. La puse aparte en un bolso mío, marrón. La entrega a Genoud fue al día siguiente, en el Senado”.
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