EL PAíS › OPINION
Presidentes que vienen y cambios de agenda de Macri. Patricia Bullrich que va al Norte. Viajes a Wall Street, para arreglar con los buitres. El endeudamiento, clave del programa económico. La Paritaria Nacional Docente: un buen acuerdo que espabila a las dos CGT herbívoras. Ganancias: un golazo en contra. Algo sobre el 24 de marzo,
› Por Mario Wainfeld
Dicen que viajando
se fortalece el corazón
pues andar nuevos caminos
te hace olvidar el anterior.
“Solo se trata de vivir”. Litto Nebbia.
El presidente Mauricio Macri ofició y oficiará de anfitrión de los presidentes de Francia, François Hollande, y de Estados Unidos, Barack Obama. Y fue recibido, al fin, por el papa Francisco en el Vaticano. Los intercambios regocijan al oficialismo pues lo traducen por haber “re-entrado al mundo”.
La comparación blanco versus negro respecto del kirchnerismo es caballito de batalla de la narrativa macrista, lo que admite exageraciones o distorsiones. Hollande, sin ir más lejos que París, tenía programada una visita el año pasado, durante el segundo mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. La troncharon los asesinatos terroristas en la redacción de la revista Charlie Hebdo.
Francisco fue contertulio amigable y frecuente de Cristina. La tenida de ayer con Macri, dicen, pierde en la comparación.
De cualquier modo, la agenda internacional siempre importa. Acrecienta las ínfulas de cualquier gobierno que, por supuesto, escoge sus relaciones, dentro del acotado margen que tiene un país emergente.
Dos viajes de ida redondean el cuadro, ambos con rumbo norte. El primero se afinca en Wall Street: son las aceleradas tratativas con los fondos buitres para pagarle con usura sus créditos. El segundo, difundido con menos estrépito, son las negociaciones de la ministra Patricia Bullrich con agencias de seguridad norteamericanas, la DEA en especial. “Negociaciones” es una expresión eufemística, en el peor sentido. Bullrich va en pos de directivas de la peor expresión de las políticas de Estado gringas. Procura conseguir “fierros” y “know how” en lo que el gobierno argentino moteja “lucha contra el narcotráfico” y los norteamericanos “Citizen security”.
Encolumnarse tras la DEA ha sido fatídico para las libertades públicas y la seguridad bien entendida de otros países de la región, con México como ejemplo extremo aunque no atípico. Cualquier observador atento de las series norteamericanas de este siglo conoce la feroz excepcionalidad instituida después del atentado a las Torres Gemelas. Supresión de garantías constitucionales, instauración de la tortura como herramienta cotidiana, arrasamiento de derechos humanos tradicionales en Occidente. Variantes apenas matizadas de la ley marcial puestas en manos de funcionarios oscuros, jamás surgidos ni sometidos a votaciones, procedimientos velados, retrocesos históricos. El Protocolo para las movilizaciones de Bullrich sería un juego de niños comparado con esa praxis cotidiana, esparcida por todo el mapamundi. No lo es porque no está aislado: es una pieza de un paradigma represivo deplorable y temible.
La “calle” y la “delincuencia” (a menudo encarnada en jóvenes pobres, sospechosos por portación de aspecto) son los objetivos declamados. En verdad, y al menos parcialmente, son una de las pinzas del plan económico: por si no resulta o por si las reacciones sociales mortifican al gobierno o para disciplinarlas. Las tres finalidades no vienen en secuencia temporal ni escindidas.
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Alimento balanceado para buitres: Un acuerdo suntuoso con los buitres es básico para redondear el programa económico. Un instrumento para abrir el grifo del endeudamiento externo. Según el discurso oficial llegarían generosas remesas de divisas, centrales para compensar los efectos de las medidas eficaces ya concretadas. El paradigma macrista, a diferencia del kirchnerista, rehúsa que sea la demanda interna el motor de la economía. En ese sentido, avanzó fenómeno.
Las redistribuciones de ingresos a sectores dominantes fueron las primeras acciones, las más eficaces: devaluación machaza (que no alcanzó su techo), quita o supresión de las retenciones a grandes exportadoras y a la minería. En la cola para cobrar siguen las concesionarias de servicios públicos, energía eléctrica y gas.
La recesión, la merma del valor real de los sueldos la y suba de la inflación son consecuencias directas, de manual, de esas movidas. Solo “sorprenden” a periodistas y opineitors oficialistas.
Los flujos de divisas son centrales en la estrategia oficial. Un país desendeudado como nunca, en términos comparativos, habilita la fantasía. Los prestamistas serán munificentes, se fascinan en la Casa Rosada y zonas de influencia.
El propósito verbalizado es volcar la plata que llegue a la inversión productiva o a la obra pública. Hasta ese punto, no es tan distinto a lo que se intentó durante la gestión del ministro de Economía Axel Kicillof. La propia Cristina expresó esa voluntad en discursos durante el segundo mandato.
Las diferencias imaginables son, empero, sensibles. Para empezar el exorbitante quantum que se prevé. Y lo que se está dispuesto a pagar a los compañeros hold outs como canje por ganar reputación en “los mercados”.
Para seguir, la cartilla (virtual hasta el cierre de esta nota) del desarrollismo macrista se sustenta en variables socio económicas fundacionales o regresivas.
Uno de los requisitos (el principal, si nos descuidamos) de la “competitividad” macrista es la baja del valor de mercado de los salarios y por ende de su capacidad adquisitiva. El cotejo con los de países vecinos y hermanos es comidilla en los medios dominantes y oficialistas. Se los describe como un escollo insalvable, cuando es una virtud relativa. No del todo satisfactoria porque los standards históricos argentinos impulsan a no conformarse con solo eso. Desde otra perspectiva ideológica o de proyecto, claro.
Inyectar plata es básico no tanto para enriquecer a los más ricos (el gobierno se da maña para lograrlo) sino para mantener la “paz social” y la aprobación mayoritaria. No parece que la ecuación cierre, así llegue Godot con la faltriquera llena. Sobre todo porque los despidos masivos son otro ítem de la hoja de ruta, para bajar “el costo laboral” y, llegado el caso, minar la combatividad y apetencias de los trabajadores.
En un contorno democrático, con instituciones laborales que funcionan, la compatibilización se complejiza. Las marchas y contramarchas del oficialismo se vinculan con objetivos distintos, antagónicos en algún lugar del horizonte.
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La paritaria docente, sus mensajes: Tras una ristra de contradicciones y retractaciones el gobierno cerró trato con las centrales nacionales de trabajadores de la Educación.
Que sí, que no, que después... Se acumularon sucesivas contramarchas a ritmo frenético: cada refutación de lo prometido horas atrás fue justificada con argumentos ad hoc, desmentidos horas después.
Lo sustancial es un acuerdo en la Paritaria Nacional Docente (PND). Incremento sensible del salario inicial para maestros de grado, que es lo único de que se debate en ese escalón del sistema convencional de los maestros. Un cuarenta por ciento, medido de punto a punto, sin demorar mucho el segundo pago es un reconocimiento de derechos y de atraso salarial. Tácitamente de la inflación corrida, harto diversa a la que divulga el voluntariado macrista.
El gobierno central hace su aporte con 800 pesos per cápita del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid), un esfuerzo fiscal de más de 800 millones de pesos. También deberá hacerse cargo de los incrementos en las Universidades nacionales, están a su cargo. Los aumentos salariales suelen imitar muy fielmente a la PND, por razones comprensibles.
El segundo tramo son las Paritarias provinciales para el resto de la escala. Los gobernadores trinan por la señal emitida porque el resto de los docentes no se conformarán con una suba muy menor, que achataría la pirámide salarial y descolocaría a los trabajadores con más antigüedad, mejores trabajos y cargas de familia.
Macri mismo prometió valerse del Fondo de Compensación Salarial (FCS) para auxiliar a las provincias más necesitadas a solventar el aumento de la inversión social. La cuestión, siempre, es con cuánta plata y a cuántos.
Las provincias más grandes, que en general estaban por arriba del nuevo piso con los valores de 2015, tendrán que sudar la gota gorda. Varias tienen conflictos y hasta huelgas fijadas para el inicio de las clases. Santa Fe y Córdoba están a la cabeza.
La PND es un avance institucional legislado por el kirchnerismo. Su funcionamiento es trabajoso pero superador del desamparo anterior. En ese caso, el macrismo debió avenirse a conceder un aumento que impactará en las provincias y en las demandas de los empleados públicos de todos los territorios. Y que fuerza a los sindicatos de actividad privada a no quedar en off side con subas irrisorias o concesivas.
La finalidad esencial es comenzar las clases sin paros mañana. Un modo de distinguirse de los últimos años del kirchnerismo, en un aspecto esencial de la agenda familiar de todos los argentinos, de todas las clases sociales y regiones.
Seguramente no pasará en las 24 provincias pero sí en la mayoría. Macri podrá destacar ese logro. Máxime porque sucederá en la Ciudad Autónoma y en Buenos Aires que congregan a casi la mitad de la población nacional. Además, first y para nada least, son las dos únicas provincias que gobierna el macrismo
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Los muchachos evitistas: La PND interpela y preocupa a los principales dirigentes de la dos CGT. Sudarían tinta si aceptaran pactos por cifras sensibles menores: los laburantes toman nota, no olvidan. Si la intención de los dirigentes era ceder y ser herbívoros, algo se interpuso en el camino. El listón se elevó para todos.
El anuncio de aumento del mínimo no imponible para Ganancias regó con acíbar su comida. El macrismo pensó que serviría para moderar los reclamos en las convenciones colectivas. Los compañeros jerarcas “compraron” el convite, asistieron para aplaudir a la Casa Rosada. Hugo Moyano citó a Evita para elogiar a Macri. Too much.
Cuando se desató el paquete y se conocieron los números reales, manyaron que se ensartaron, como dice el tangazo. Fue cuestión de horas. La desilusión y el despecho duplicaron la bronca. Se auto convocaron en la CGT, referentes de los dos sectores. No los unió el amor sino el despecho.
Son muy contados los trabajadores que mejorarán su ingreso de bolsillo. La acción fracasa por donde se la mire. Es complicado entender algunos manejos del gobierno, errores no forzados o goles en contra. Ante tales perplejidades, personas del común, políticos o periodistas echan mano a las teorías conspirativas. Lo que parece una gran metida de pata sería una astucia, no visible a los ojos. La hipótesis subyacente es que los protagonistas son infalibles y no se equivocan. La realidad, por ahí, es menos sofisticada y más decepcionante. El error acecha siempre a quien toma decisiones rápidamente y bajo presiones.
No hay forma de encontrar sentido a un cambio enfilado a ganar consenso que se desbarata ni bien se hacen las cuentas. Funciona como búmeran.
Los jerarcas se dejaron embaucar por un ratito pero no comen vidrio. Y los trabajadores de a pie argentinos son inteligentes, celosos de sus derechos, acostumbrados a defenderlos. Como piso: no hay nadie que deje de comprender cuánta plata le entra al bolsillo o al cajero automático
No hay una astucia velada, apenas un gol en contra, disgusto que a cualquiera le ocurre y a un gobierno novato con asiduidad.
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Vientos cruzados: La cercanía con el triunfo electoral y el estado de asamblea y desgajamientos del peronismo fungen como viento de popa para el oficialismo.
También lo empujan hacia adelante ventajas que legó el kirchnerismo. Las mejores y escasas medidas a favor de los trabajadores se sustentan en instituciones creadas desde 2003 en adelante. El reajuste semestral de jubilaciones y de la Asignación Universal por Hijo. Las convenciones colectivas anuales y la PND, una innovación con pocos antecedentes comparados.
Hollande visitó el Parque de la Memoria, el Centro Cultural Kirchner, el Polo Tecnológico. Aportes K al patrimonio público, a la memoria colectiva, a la cultura y al saber.
El viento de frente proviene de los propios errores, de la contradicción entre las vigas maestras de la política económica y los derechos de los trabajadores. La crisis económica internacional, prolongación agravada de la que estalló en 2008, pone en riesgo las perspectivas de lluvia de inversiones.
La merma del valor internacional de las materias primas es otro contratiempo, paliado pero no reparado por la baja del petróleo.
Los poderes fácticos aliados tampoco ayudan. Cobran y no retribuyen. El caso más sonado es el de los exportadores agropecuarios. Las profecías del ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat-Gay sobre sus aportes siguen incumplidas. Les habló al corazón y le contestaron con el silobolsa. Esperan que la devaluación se agrave y ponen su mejor esfuerzo para cumplir sus deseos sectoriales.
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Un relato con coautores: La narrativa macrista relata la herencia con rústico beneficio de inventario. Sólo refiere lo peor, a la luz de su credo ideológico.
Formadores de opinión y políticos aliados claman para que Macri denuncie la pesada herencia pasado mañana, cuando inaugure las sesiones del Congreso. Para ser francos esa misión se cumple cotidianamente desde el gobierno y desde la cadena oficial privada de los medios. El presidente, además, prometió hacerlo en su primera reunión con intelectuales afines o incondicionales.
El enigma relativo es si centrará su relato en lo económico social e institucional. O si lo ornamentará con arrebatos referidos a la corrupción.
Sería astuto de su parte dejar la última parte de la labor al periodismo fiel y a los jueces o fiscales con camiseta amarilla que abundan y le ponen garra. Claudio Bonadio, María Romilda Servini de Cubría, Ricardo Sáenz y los correligionarios radicales de “la Justicia” jujeña trillan el terreno con pasión. Dejar ese capítulo de la herencia a “la Justicia”, así sea en lo aparente-discursivo, agregaría un toque de elegancia a la alocución presidencial.
De paso, la haría más breve ya que, chimentan en Palacio, se alargará mucho para lo que gusta ser la métrica macrista.
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