Por S. M.

Eduardo Duhalde llegó a Buenos Aires desde Montevideo en la mañana de ayer. Por la tarde estaba embarcando nuevamente hacia Uruguay, a continuar con sus labores en el Mercosur. La prisa respondió a su necesidad de atender, en Argentina, al frágil estado de salud de su longeva madre. Así y todo, se hizo un tiempo para dialogar con Página/12. Aquí el tramo de esa charla correspondiente a sus ideas sobre los piqueteros y la inminencia de las marchas por la memoria del 19 y 20 de diciembre de 2001.
–¿Teme que ocurra alguna desgracia en las marchas?
–Yo le digo lo que va a pasar: no va a pasar nada. No va a pasar nada por una razón: los piqueteros, los más duros o los más blandos, los piqueteros en general advierten que hay un reclamo social para que la protesta tenga otra forma. Entonces, yo estoy convencido como estaba convencido el 19 del año pasado. En esa época, todo el periodismo, influenciado por lo que decían los piqueteros, pensaba que iba a ser el 20 de diciembre del año anterior. Yo decía: “Quédense tranquilos, no va a pasar nada. No son gente que quiere violencia. Quieren resolver problemas, la mayoría”. Y a los dirigentes que responden no a esa gente excluida sino que son dirigentes políticos, tampoco les conviene la violencia. No va a haber violencia, se van a organizar. Va a ser una demostración importante porque es lógico que lo sea. El fenómeno piquetero va a ir desapareciendo progresivamente en la medida que la justicia social se vaya reinstalando lentamente, sobre todo en el trabajo.
–¿Coincide con el discurso del Gobierno que diferencia entre protesta social legítima y protesta ideológica?
–La protesta es siempre legítima, sea ideológica o no sea ideológica. Pero lo que debe quedar claro es que algunos responden o son los emergentes de una situación de exclusión y otros no son emergentes de una situación de exclusión, sino que son partidos políticos que se movilizan con todo derecho, como nos hemos movilizado nosotros, los justicialistas, en algún tiempo, como se han movilizado todos. Yo en un tiempo decía que había quienes se disfrazaban de piqueteros, los caracterizaba así.
–También dijo que si no hubiese sido Presidente habría sido piquetero.
–En un primer momento. En el momento en que había un reclamo absolutamente legítimo. En el primer momento, cuando nace el movimiento piquetero, nace como una explosión de la gente que no tenía ninguna otra forma de hacerse escuchar. Y realmente yo me sentía solidario. Además venía reclamando por ellos desde el gobierno de De la Rúa. En junio del año anterior reclamaba por la creación de los planes de Jefas y Jefes como una primera solución, no porque tenga una especial perspicacia sino porque yo sé que se ha hecho en todos los países del mundo en los que han habido problemas como este. El drama que ocasionaron las políticas neoliberales en la Argentina es tremendo. Había que tenderle una mano a esa gente y rápidamente. En el gobierno anterior se decía: “Señores, la plata que entra la utilizamos para pagar las deudas que tenemos”, era así. Yo en Tucumán, en febrero, al otro mes de asumir, dije: “Señores, cambia la ecuación”. La primera plata que entra es para los planes sociales, para los jubilados y lo que queda para pagar la administración y el funcionamiento del Estado. Cambiamos el régimen de prioridades.