Lun 11.04.2016

EL PAíS  › OPINIóN

Una revancha peligrosísima

› Por Eduardo Aliverti

Como todo se asemeja a un espectáculo de noticias, que en las últimas horas es liderado por el pedido fiscal de investigar a Cristina en la causa Báez, lo más conveniente sería determinar si no son acaso noticias de espectáculo.

Hay mucha diferencia entre una y otra definición, aunque sólo pueda parecer un juego de palabras contrastadas. Si uno habla de espectáculo noticioso, bien puede referirse a informaciones de gran impacto que son a la vez datos valiosos y reveladores. Pero si el orden es inverso y, para este punto, se trata de noticias de espectáculo político, la cosa cambia -hasta sustancialmente- porque su sentido de entretenimiento y manipulación queda por encima de la valía que esas noticias pudieran tener respecto de ocultamientos destapados, andanzas non sanctas, pasados que es mejor olvidar, etcétera. Los dos grandes protagonistas de la espectacularidad son Lázaro Báez más compañía, donde entra el paquete Fariña junto ya a la ex presidenta, y los papeles de Panamá que involucran a Macri, Mauricio, en aventuras offshore para evadir impuestos y fugar capitales. Ahora dicen que hay la salvedad, en el punto de Macri, su padre y/o su familia, de que según lo destapado son hechos de altri tempi. Y de que formalmente no habría delito. Funcionarios, voceros explícitos y periodistas militantes del macrismo pregonan que, al fin y al cabo, era una forma empresarial de escapar a la inestabilidad y cerco estatalista. Es complicado creer que el chancho chifla, y sobre todo porque hay una lista de referentes gubernamentales involucrados e involucrables en el Panamacri que no son, ni serían, de otro tiempo excusable. Y en cuanto a Báez y su ruta, resultó que el juez Sebastián Casanello, a quien los principales emisarios periodísticos del macrismo sindicaban como “tortuga”, en la campaña electoral, por encajonar causas afectantes de los K, se transformó repentinamente en Spiderman. A nadie se le ocurriría poner medio dedo en el fuego por Báez, pero de ahí a esperarlo en una estación aérea con un operativo mediático descomunal, cuyos mandates se enteraron de la detención antes que el propio Báez, media precisamente que eso fue una sobreactuación repugnante. Báez venía aterrizando y el juez ya había dicho que el tipo quería fugarse. Increíble, por usar un término que no alcanza ni de lejos para designar el armado. No de la causa: de la puesta en escena que conduce, o que quiere conducir, a Cristina presa.

Constitutivo de tal espectáculo que denigra toda pretensión de justicia independiente, el montaje fue simultáneo a que los papeles panameños dejaron a Macri varios metros en orsay. Se esparció entonces una artimaña comunicacional redoblada, para resaltar –en pinzas con la detención de Jaime– que por fin había presos K. Que la limpieza había llegado a la República, sin importar cómo, y que el Panamacri debía y debe ser interpretado como una minucia incómoda de fácil aclaración. Eso tiene sus contradicciones, todavía no primarias, en la interna del bloque dominante. Las cadenas norteamericanas Turner y Fox, de acuerdo a lo admitido en público por el coordinador oficial de Fútbol para Todos, Fernando Marín, compiten con Clarín en el proceso licitatorio a que se llamaría si se da la rescisión del contrato entre la AFA y el Estado. Sobrarían comentarios acerca de lo simpático que puede caerle a Clarín tener contendientes de ese fuste, rumbo al retorno de las transmisiones de fútbol privatizadas; y es de todo, menos traído de los pelos, articular el enojo del Grupo con el giro casi brusco que medios y periodistas de Clarín, salvo los obscenos, vienen pegando, desde sabidos los competidores, con su contemplación y loas a Macri. Así, los papeles de Panamá y la responsabilidad del hijo de Franco, que es Francisco, que es Macri, permiten encontrar títulos y comentarios, en Clarín y sucedáneos, que ya no son de luna de miel. Prueba de fuego para la alianza mediático-gobernante: te apoyaré y apoyo porque sos la garantía de los negocios y negociados genéricamente interpretados, pero no me jodas los que me atañen. Periodismo independiente.

De todas formas, precisiones o señalamientos como ésos no son más –y nada menos, se acepta– que ulterioridades confirmatorias de lo conocido o sabido por cualquier persona intelectual o políticamente inquieta. ¿Hacía falta que vayan presos Jaime o Báez para ratificarse que hubo corrupción kirchnerista, como si eso pudiera alterar una visión completa de 2003/2015? ¿Y hace falta esperar la comprobación de que Macri, Mauricio, no cometió delito alguno en la empresa offshore de/con su padre, para constatar que evasión, elusión, fuga de capitales, paraísos o guaridas impositivos, son inherentes a cualquier gran grupo empresario y, claro, al funcionamiento mismo de un sistema capitalista? ¿Cuáles serían las sorpresas? Y, en consecuencia, ¿son un espectáculo de noticias o solamente unas noticias de espectáculo?

En el salto hacia la temática más específicamente económica se encuentran quizá noticias u observaciones menos espectacularistas pero de mejor profundidad. Por caso, la nota de Alejandro Bercovich en el último número de la revista Crisis, en torno de que “La revolución productiva es un sueño eterno”, se detiene en que, otra vez, “las corpos argentinas ‘no están a la altura’ de la sumisión que ofrece Cambiemos, y los halcones de la ortodoxia afilan sus cuchillos en las gateras. Mientras tanto –apunta el copete del artículo– la Liga de los gobernadores rosquea su autonomía financiera, y en la Casa Rosada le prenden velas a Wall Street”. La cabeza del escrito de Bercovich recuerda la frase que leyó Macri ante los casi 1400 gerentes y CEOs que se habían hospedado en el Sheraton marplatense para verlo clausurar el coloquio 51 de IDEA. Dijo Macri en esa oportunidad: “Antes de que el mundo vuelva a invertir en Argentina, hay que sacar lo poco o mucho que tengamos y ponerlo en el país. Yo confío en que ustedes van a estar a la altura del desafío y (que) desde el primer día van a apostar a la comunidad”. Hay malas noticias para Macri, si es por sus esperanzas de clase o de compañeros pícaros. Ultimos estudios de consultoras conocidos en estos días, y entre ellos el de Miguel Angel Broda, advierten que la rendición de divisas campestres no estarán a tono con lo esperado y que la economía seguirá desplomada por lo menos durante el próximo trimestre, por gracia de un mercado interno hecho pelota. Y si es por los documentos de origen centroamericano, también se debe reparar en otra nota, del colega Walter Goobar, publicada en LaTecl@ Eñe, en cuanto a lo curioso de que los 11 millones y pico de documentos de los Panamapapers, salpicadores de más de 140 figuras mundiales junto con miles de empresas y corporaciones globales que van desde Argentina a Ucrania, de Islandia a China y Arabia Saudita, no incluyen nombres de corpos, políticos y celebridades estadounidenses (a más de alemanas, israelíes y británicas, excepto en lo tercero por las canas al aire de James Cameron). Como alerta Goobar, además de la City de Londres el bastión de las guaridas se encuentra en Wall Street, que es “una república independiente”, a efectos fiscales, desde la revolución ultraliberal de Reagan en los años `80. “La estrategia de denunciar la corrupción, pero sólo ‘la corrupción de los malos’, es (...) para profundizar la ya existente crisis de legitimidad del poder, enterrar cualquier forma de voz crítica los intereses de Estados Unidos y sumir al mundo en la incertidumbre propia de necesitar al Gendarme Global”. De paso, o en esencia, otra puntualización del colega es remarcar que uno de los organismos que coordinó la investigación es financiado por Fundación Ford, Carneghie Endowment, Open Society (de George Soros) y la Fundación Rockefeller. El propio Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación tiene sede en Washington, que queda un tanto alejado de los Wikileaks de Assange y Snowden. Nada de lo señalado es para quitar mérito a los valores del escándalo internacional habido y por haber. Sólo se recuerda que nunca debe perderse análisis y pensamiento críticos.

En definitiva, mientras ocurre que toda la agenda de las grandes corporaciones mediáticas se concentra en la podredumbre institucional e individual que habrían representado los K, y en el objetivo de zafar a Macri de su trayectoria como miembro de una familia de empresarios pillos, lo que avanza –sin perspectivas de aprovechamiento opositor hasta donde da la vista corta– es una situación económica entre amenazante y explosiva. Tapar eso por vía de cercar a Cristina judicialmente tendrá patas cortas. Lázaro Báez, Ricardo Jaime y quienes por el estilo vayan a seguir por tribunales, en materia de empresarios sospechosos y sospechados, no modifican en absoluto la valoración global que debe hacerse de lo significado por el kirchnerismo acerca de un proceso inclusivo, que amplió derechos sociales y que, como señala el filósofo y politólogo Eduardo Rinesi, le ofreció a esta sociedad un desafío muy difícil; un relato jodido de asumir porque se nos planteó alejarse del discurso fácil, berreta, infantil, de la unión de los argentinos y la política como escenario de concordia y no de conflicto. Del mismo modo, los papeles de Panamá podrían no redundar en que Macri, Mauricio, cometió un ilícito; pero ya derivaron en que le quede poco margen para mostrarse con esa impolutez republicana de que tanto hizo gala, y quienes lo votaron desde ese perfil deben hacerse cargo de que era y es Macri. De ahí para adelante, discutamos política y a quiénes creerles mejor su vocación de justicia social.

El mencionado Rinesi refirió haber sacado la cuenta de la cantidad de veces en que Macri dijo la palabra “derechos” cuando inauguró las sesiones parlamentarias. Cero.

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