EL PAíS › EL MODELO SOCIAL DE LA TUPAC AMARU
› Por Alejandra Dandan
La Tupac Amaru construyó 8 mil viviendas en Jujuy. El modo en el que desarrolló esas obras es uno de sus logros. Pese a que durante diez años las políticas de acceso a la vivienda fueron políticas de Estado, la Tupac fue la única organización que logró pensar el hábitat como parte de un sistema integrado de vida y de ciudadanía. Contra la lógica del “viviendismo” o el crecimiento de los “barrios dormitorios”, pensaron la construcción como parte de una forma de ver la vida.
Jaime Sorin es arquitecto, ex decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (UBA), ex director de Patrimonio Histórico de Nación. Luego de recorrer el Alto Comedero escribió: “La experiencia desarrollada por la Tupac parte de estos supuestos, aprovechando un Programa del Estado y dándolo vuelta hasta transformarlo totalmente en otro. De un Plan de Recuperación del Empleo a través de Cooperativas de Trabajo se derivó a un Proyecto Común que habilita la multidimensionalidad de la vida de un grupo, incluyendo en esto también la mirada sociopolítica y económica. La vivienda en estos conjuntos es repensada desde un modelo de mundo social en el que la idea de un techo solo no es suficiente y habilitando la posibilidad de construir ciudad a través de la acción de un colectivo social devenido en comunidad, rechazando la fragmentación territorial y la segregación social de las formas tradicionales de estandarización urbana”.
En diciembre de 2014, la Tupac publicó un anuario con números que dan cuenta de un sistema orgánico de producción. Durante ese año, la bloquera de Alto Comedero fabricó más de 2,5 millones de bloques. La fábrica también produjo caños de hormigón de hasta 1,20 metros de diámetro y de 1 metro de largo de caños vibrados y comprimidos utilizados para canalizaciones de arroyos y acequias, alcantarillados e impermeabilización de canales de los ríos. En el mismo período se hicieron bloques de adobe, bachas, piletas de lavar y pilares. Y de ese tipo de fábricas llegaron a tener diez en distintas localidades de Jujuy.
Alrededor de las bloqueras surgieron otros polos de producción para abastecer las necesidades surgidas de las obras: 5 metalúrgicas donde hacían puertas, marcos, aberturas, parrillas, juegos de jardín, hornos, moldes de cámaras sépticas; 3 carpinterías donde hicieron sillas, alacenas, armarios y puertas; 3 panaderías; 5 textiles donde se hacían desde guardapolvos hasta manteles, trajes de danza, conjuntos deportivos, banderas, cortinas, ambos o disfraces.
Ella es de Humahuaca donde la Tupac realizó entre 2003 y 2015 700 viviendas con bloques de adobe y no de cemento, por la Ley de Patrimonio de la Humanidad. “Muchos de nosotros jamás pensamos que podíamos tener una casa –dice–. Era muy difícil porque estamos hablando de gente que vivía entre cerro y cerro, que cuidaban ovejas, sembraban, y que a lo mejor tenían que ir al médico y se conseguían una camioneta o subían a una camioneta para poder llegar al hospital o iban en bicicleta. Hoy por hoy todas las personas consiguieron su vivienda cerca del hospital y cerca de la escuela para que sus hijos que criaban animales puedan estudiar. Para que lo que tiene el rico, puede ser lo mismo para el pobre”.
Ella tiene nombre pero este diario no va a darlo porque la mujer está asustada: ser parte de la Tupac Amaru ahora parece ser condición suficiente para ser objeto de persecución. Durante estos años, la mujer pasó de “ayudante” a “oficial” en las distintas etapas de obra. Ella también comenzó en 2003, cuando la organización se enfrentó a una suerte de desafío: construir casas con parámetros de empresas privadas pero organizados en cooperativas. A diferencia de las empresas, las cooperativas sólo tenían un plazo de seis meses para entregar las viviendas. Y ese suele ser el origen de los proyectos de vivienda de los que hablan los dirigentes de la Tupac cuando reconstruyen su historia.
Corría el año 2003, dicen. La organización venía de la crisis de los ‘90, los piquetes en la calle y prácticas establecidas fundamentalmente entorno a los comedores y copas de leche como paliativo social. Con la apertura de la agenda de ampliación de derechos, Milagro Sala convocó a una reunión: “Vamos a empezar a construir casas”, dijo. Alrededor la miraron desconcertados. Pero la idea no era mala: el dinero les iba a permitir cubrir dos demandas, techo y trabajo.
“La gente de acá sólo sabía hacer cañas, de construcción no tenían idea”, dijo Normando, de Parapetí, cuando explicó ese origen. “No sabíamos ni cómo empezar a levantar una pared. Al comienzo armamos cinco cooperativas y las primeras casas las hicimos con ladrillos porque pensábamos que era más liviano y más cómodo, pero sobre la marcha nos fuimos dando cuenta que convenía construir con bloques. Fue un constante aprendizaje”.
La primera etapa en Parapetí llevó casi un año de trabajo; en 2013 hacían tres etapas por año.
Según el programa estandarizado de Viviendas, una cooperativa debe realizar una casa en 6 meses con 4 personas. La Tupac implementó un sistema para ahorrar tiempo y dinero: cuadrillas por serie y etapas. Generaron cuadrillas de revoque, techado, llenado de vigas, columnas, fino; cuadrillas dedicadas a levantar paredes, hacer columnas, poner cerámica, machimbre, hacer trabajos de plomería y electricidad. Cada una con alrededor de 20 personas. “Con ese sistema logramos hacer viviendas en cuatro meses”, explica Alejandro Garfagnini, coordinador nacional de la Tupac. “Es legal que las cooperativas obtengan ganancias. Así, en vez de hacer dos etapas por año, hacíamos tres. Con eso no sólo hicimos más casas sino que ahorramos dinero para invertirlo en otras construcciones del barrio.”
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