EL PAíS › LA EX PRESIDENTA RECUSó AL JUEZ BONADIO POR “ARBITRARIEDAD, ILEGALIDAD E INCOMPETENCIA” EN LA CAUSA POR EL DóLAR A FUTURO
CFK presentó un escrito historizando episodios de persecución política. Se negó a contestar preguntas tras recusar al juez, quien la acusa genéricamente de asociación ilícita. Fue recibida y sorprendida por el afecto en los pasillos del tribunal. Después habló ante la multitud.
› Por Irina Hauser
Cristina Fernández de Kirchner hablaba con el ímpetu que lleva en su ADN, pero combinado con las pausas necesarias para que a la secretaria que tipeaba no se le escapara ni una palabra. “La única organización de la que he participado es en la del Poder Ejecutivo Nacional en mi carácter de titular en dos oportunidades, por voluntad mayoritaria del pueblo argentino con el 46 y 54 por ciento de los votos respectivamente”, ironizó, con el humor intacto, para refutar la acusación como líder de una asociación ilícita que inventó el juez federal Claudio Bonadio para citarla a indagatoria en la causa sobre los contratos de dólar futuro. Ya había pasado a esa altura buena parte de la audiencia: le habían pedido sus datos, sus medios de vida, su estado civil. “Viuda de un ex presidente”, enfatizó. Le leyeron los cargos y las pruebas. Cuando preguntó “¿Dónde está el juez?”, le dijeron que sólo aparecería si contestaba preguntas. Estuvo una hora y media pero no respondió nada, porque ayer mismo había pedido apartarlo del expediente, por mutua enemistad manifiesta, entre otras cosas. Contestar –explicó– “no haría más que convalidar su arbitrariedad, ilegalidad e incompetencia”. En contra de todas las especulaciones la ex presidenta no fue detenida.
Fue ahí, justo cuando Cristina Kirchner se zambullía en un descargo en vivo, para dejar constancia en actas de sus opiniones, que Bonadio se asomó por una puerta, dijo un “buenos días” genérico y se quedó parado detrás de su imputada, sin mirarla a la cara. La escena era incómoda para todos los que estaban ahí. El abogado defensor, Carlos Beraldi, se puso de pie y le tendió la mano al juez. Lo mismo hizo el fiscal Eduardo Taiano. La ex presidenta no se inmutó. La acusación, siguió con su exposición, “no tiene el menor asidero jurídico y técnico, cosa que no me extraña dada la manifiesta incompetencia técnica de Su Señoría, como así también la manifiesta aversión política que tiene sobre la suscripta”. Insistió en describir al juez como alguien “arbitrario, parcial y orientado políticamente”, pero no en el sentido de la “política judicial”, dijo, sino de la política partidaria, que se un terreno reservado para quienes “se presentan a elecciones” pero “prohibido para quienes administran justicia”.
Al llegar cerca de la hora de la audiencia a los tribunales federales, Cristina entró por una puerta lateral, que mira hacia el lado del río y allí se encontró con Oscar Parrilli, el ex juez Raúl Zaffaroni y Beraldi. Se llevó una primera sorpresa cuando el ascensorista, un hombre petisito, entrado en años, le dijo visiblemente emocionado, a la espera de ese momento: “¡Por favor vuelva, que no quiero ser pobre otra vez!”. En un pasillo y en un hall junto a la ventana del cuarto piso, donde está ubicado el despacho de Bonadio, aparecieron empleados, secretarios y ordenanzas que le gritaban fuerza, le daban aliento y le pedían sacarse selfies. La ex mandataria se sorprendió y se conmovió, igual que su defensor, ya que no esperaban ese calor allí adentro. Desde las ventanas se veía la masa inmensa que instalada en la avenida Comodoro Py, que se extendía mucho más allá del Correo, hacia la plaza enfrentada a la terminal de ómnibus.
La audiencia fue en la oficina de una secretaria del juez, un ambiente pequeño, con libros, papeles encimados, tazas de café y un mate, donde estaban todos bastante encimados. Al entrar, Cristina balbuceó una broma sobre el color amarillo de las paredes. Cuando el fiscal Taiano la saludó, le dijo: “a usted esperaba conocerlo”. Después de la burocracia inicial, a pedido de la ex presidenta le leyeron qué es lo que le imputa el juez y le especificaron las pruebas. El delito es el de asociación ilícita, y aunque el texto no detalla su papel se deduce por el planteo que la considera como la jefa de una supuesta organización, que conformaría con otros ex funcionarios, como el ex ministro de Economía Axel Kicillof, el ex titular del Banco Central Alejandro Vanoli y otros, destinada a provocar a sabiendas un quebranto para las arcas de le Estado a raíz del ofrecimiento de contratos de dólar a futuro a valores inferiores al precio de mercado. De eso, dice Bonadio, se derivó un perjuicio superior a los 70 mil millones de pesos. Un dato que figura en la denuncia penal contra el juez y contra Federico Sturzenegger que presentó ayer un grupo de diputados, es que el segundo le consultó al primero en diciembre último, en el marco de la causa, si había algún problema con que procedieran al pago de contratados de futuros, y el juez contestó que ninguno. De eso, se desprendería que sabiendo que podía haber en teoría un resultado ruinoso, se avanzó con el pago en medio de una devaluación.
Desde adentro del juzgado se escuchaban los bombos y los cantitos a todo volumen: “Hay que saltar, hay que saltar, el que no salta tiene cuenta en Panamá”; “Che gorila, che gorila, no te lo decimos más, si la tocan a Cristina, que quilombo se va a armar”. Beraldi entregó la recusación con la que busca apartar a Bonadio, que será el primero en tener que pronunciarse sobre ella (ver aparte) y un descargo que la ex presidenta reprodujo casi íntegro al terminar su exposición , en un discurso que sumergió a todos los que la escuchaban en una especie de catarsis colectiva. Ese texto, además de mostrar que la historia se repite, recuerda que ella ni siquiera fue mencionada por los denunciantes ni por el fiscal. Repasa la causa y recuerda su génesis, con una “falsa denuncia que el juez rápidamente instruyó. Dos días antes de la segunda vuelta de las elecciones nacionales” allanaron “el BCRA con el propósito de originar una corrida bancaria para forzar una devuluación y no lo lograron”, después “presionaron” para denunciar a Vanoli y “llevaron a cabo una devaluación de la moneda que produjo efectos devastadores”. “Por último, con la complicidad del Poder Judicial, avanzaron con esta causa imputando falsamente a personas inocentes”. “No les tengo miedo”, repitió afuera, una y otra vez.
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