El obispo Jorge Casaretto, presidente de Cáritas nacional, volvió a ratificar que “debe ser el Estado el que distribuya los planes sociales”, aseguró que debe haber algún “organismo de contralor” para garantizar la transparencia e impedir el “uso político” de ellos y, al mismo tiempo, admitió que Cáritas está colaborando con el Ministerio de Desarrollo Social para establecer lineamientos de una “nueva política social” que contemple también la creación de “consejos consultivos de políticas sociales”. Por su parte, el obispo emérito de Viedma, Miguel Hesayne, pidió en su mensaje de Navidad construir “una nueva Argentina, con argentinos reconciliados”, dejando atrás “las coimas y la dádiva, la corrupción y la injusticia social, el consumismo de unos a costa de la desnutrición de muchos”.
Hablando para distintos medios periodísticos, Casaretto se mostró algo molesto porque “cada dos por tres aparece la idea de que Cáritas tiene que hacerse cargo de los planes sociales”, pero reconoció que no le consta que ésa sea una idea del Gobierno, sino más bien el resultado de algunos comentarios periodísticos. Según el obispo, “si los municipios o las provincias usan políticamente los planes sociales, la solución de fondo no es que otras instituciones se ocupen, sino que se reforme la política para que el Estado pueda ser garante confiable”.
El obispo de San Isidro insistió también en la idea de que es necesario “implementar un reempadronamiento y crear un padrón único” para todos los planes sociales y que, en forma paulatina y en algunas regiones del país, se comience a “pagar a través de una tarjeta, porque de esta manera se podría tener un mayor control”. La iniciativa en torno de la tarjeta como forma de pago de los planes sociales está en la agenda del Gobierno, aunque la propuesta está siendo sometida nuevamente a estudio y no se conoce cuál puede ser el momento de su aplicación.
Por su parte, el obispo Hesayne subrayó en su mensaje navideño que para construir “una nueva Argentina” es necesario también que “los cristianos pudientes –que no son pocos– arriesguen negocios no para simples ganancias personales sino como fuentes de trabajo para millones de desocupados”. Dijo además el obispo que ese propósito se alcanzará también “si los cristianos argentinos recuperamos la celebración de la Nochebuena para renovarnos en la misión de una Iglesia (pastores y fieles) servidora de la Paz (Shalom) allí donde deba estar presente”.
Un grupo de aproximadamente 150 cristianos, ministros y fieles de distintas comunidades, dieron a conocer una reflexión con motivo de la Navidad en la que señalan que “nosotros, cristianos y cristianas de este tiempo, no renunciamos a la esperanza en un mañana fraterno, no renunciamos a celebrar la Navidad como lo que en verdad es: el nacimiento de la vida, y vida de Dios. Quienes se sientan a la mesa del dinero podrán comulgar con él, comer el pan robado al Tercer Mundo, beber la sangre derramada en Afganistán e Irak, podrán darse el saludo inmune de la paz de los misiles y llamar ‘padre nuestro’ al emperador de la tierra que sirve pavos de plástico”.
En el mismo documento, que entre las numerosas firmas cuenta con las de fray Antonio Puigjané, la monja Martha Pelloni y los sacerdotes Eduardo de la Serna, Juan Luis Moyano, Fernando Montes y Miguel Hrymacz, identificados con la “opción por los pobres”, se dice que “otros preferimos sentarnos a la mesa vacía de los pobres, mesa del llanto de niños y esperanzas invencibles”. Sostienen que si lo hacen de esta manera es “porque sabemos que allí nace Jesús, allí empieza una nueva historia que seguramente –como la de Jesús– no estará en los libros de historia de nuestro tiempo –como no figuran los desheredados ni los derrotados– pero que es una historia de vida. Una historia de verdad, no de marquesinas”, concluyen.