EL PAíS
Todo por dos en San Luis, que tiene dos intendentes
La inusitada situación provoca hechos confusos y choques todos los días. También hay dos concejos deliberantes, dos recaudadoras de impuestos y dos instituciones policiales.
El intendente Daniel Pérsico le buscó la rodilla al jefe de la Policía provincial Miguel Angel Ubieta y lanzó la patada. El uniformado eludió el golpe y se abrió sobre el lateral derecho para mandar un centro llovido. El cabezazo del delantero que interceptó el balón en el aire pasó sobre el travesaño y la valla de la oposición siguió invicta. Muchos coinciden en que el conflicto que vive la capital de San Luis desde hace días con dos intendencias paralelas parece una disputa futbolística, pero desde ayer la idea dejó de ser una metáfora: en una iniciativa insólita, opositores y oficialistas se enfrentaron cara a cara en un “juego de las estrellas” organizado en el estadio del Club Pringles.
Como si se tratara de una teatralización de la disputa política que tiene en trance a la población puntana, uno de los equipos estuvo capitaneado por Pérsico, que defendió el arco, y el otro por el titular de la fuerza policial que responde al gobernador Alberto Rodríguez Saá, y a la intendente oficialista María Angélica Torrontegui. El marcador final fue 2 a 1 en favor del conjunto opositor. El encuentro sirvió para mostrar el costado deportivo del conflicto, pero mientras tanto en San Luis la realidad sigue viéndose doble: hay dos intendentes, dos sedes comunales, dos Concejos Deliberantes, dos cuerpos de policías y dos administraciones con dos cajas de financiamiento distintas. Y en el medio hay 120 mil personas que no logran resolver las superposiciones: nadie sabe dónde pagar los impuestos, tramitar un registro de conductor o una habilitación comercial, y durante días los empleados municipales no sabían a cuál de los jefes comunales responder ni dónde trabajar. La única certeza que toda la población comparte es que la disputa entre el intendente Pérsico, acérrimo opositor a los Rodríguez Saá, y la ultraoficialista Torrontegui, no parece encaminarse hacia una solución sencilla.
Todos los días hay una historia nueva en una ciudad en la que el gobernador es persona no grata. El enredo nació el 13 de noviembre, cuando el disidente Pérsico ocupó el cargo para el que había sido electo en unos comicios que la Justicia provincial consideró inválidos. El gobierno de San Luis hizo nuevas elecciones diez días después, y Torrontegui resultó ganadora. El día que la Argentina cumplió 20 años de democracia, Torrontegui asumió en una ciudad que ya tenía intendente, e instaló su gobierno en el tercer piso de la Legislatura provincial.
Pocas luces. 48 horas antes de la Nochebuena, una cuadrilla de empleados de Torrontegui llegó a la esquina de Illia y Caseros y desplegó el equipo para la instalación de las luces navideñas. Los trabajadores bajaron bobinas de cable, escaleras y herramientas. Pero apenas empezaron, un grupo de inspectores municipales de la gestión Pérsico los obligó a desmontar las lucecitas por considerarlas un tendido “clandestino”. Hubo argumentos cruzados y la discusión casi llegó a las trompadas. Entre empujones y forcejeos aparecieron cerca de 200 policías de la gobernación y otros tantos municipales, y los empleados oficialistas tuvieron que suspender sus tareas.
Presupuesto dividido. Apenas asumió Torrontegui, previendo la pelea por el cobro de impuestos, la administración Pérsico llamó a pagarlos como siempre en la sede comunal desde donde opera su gestión. Pérsico quería evitar que esos fondos quedaran atrapados por el bloqueo que la Justicia provincial dispuso sobre las cuentas de coparticipación del municipio. Pero su rival, con una fuerte campaña de prensa y la ayuda del gobierno provincial, convocó a abonar en los bancos. Durante varios días, los contribuyentes no sabían cómo proceder.
Pagar o no pagar. “A la gente ya casi no le interesa la pelea política, lo que quiere saber es dónde pagar los impuestos”, señaló el periodista local Mauricio Conté a Página/12. La gran duda es que mientras Torrontegui amenaza con no reconocer ningún pago efectuado en la vieja municipalidad, Pérsico sigue manejando a los inspectores.
Record de recaudación. Una consecuencia inesperada de esta incertidumbre fue un aumento sin precedentes en la recaudación. Mientras que apenas entre el 18 y el 22 por ciento de los contribuyentes solía abonar sus tributos municipales, desde que estalló la pelea ese número trepó al 32 por ciento. Todos señalan que sólo se explica como un gesto de rechazo explícito hacia el Alberto.
Espacios verdes. Un grupo de 30 trabajadores del Plan de Inclusión Social, que depende del Ministerio de Trabajo de la provincia, llegó bien temprano a la plaza Pringles. Debían realizar tareas de mantenimiento y limpieza, gracias a un convenio que la oficialista Torrontegui firmó con su padrino político. Pero en la plaza chocaron con un grupo de empleados del municipio que ya realizaban la misma labor. Se trasladaron hacia otro espacio ubicado en el acceso Este de la ciudad, frente a la residencia del Alberto, pero se encontraron allí con inspectores municipales que labraron un acta de infracción, porque los trabajadores no tenían autorización.
Chicas bravas. Los Rodríguez Saá cerraban su campaña para las legislativas del 23 de noviembre en la capital provincial. Querían aprovechar el acto para revalidar su apoyo a Torrontegui. Zulema Rodríguez Saá, hermana del Alberto y el Adolfo y secretaria de la gobernación ultimaba los detalles para la instalación del escenario, cuando apareció con una topadora Miriam Agúndez de Grasso, secretaria de Gobierno de Pérsico, que amenazó con derribar la estructura porque no contaba con la habilitación municipal. Las damas cruzaron gritos e insultos. Aparecieron entonces cinco patrulleros de la policía provincial que acompañaban a la hermana del gobernador, y al mismo tiempo varios vehículos de la fuerza municipal al mando de Pérsico.
Informe: Alfredo Ves Losada.
Subnotas