EL PAíS
› CRISIS MATRIMONIAL DEL GOBERNADOR BONAERENSE
Fin de año en Punta del Este
› Por Diego Schurman
Felipe Solá podría haber dicho “yo en mi casa y ella en el bar”, recordando aquel viejo tema de La Joven Guardia que también escuchaba y cantaba en su juventud María Teresa González Fernández. Pero fue mucho más escueto y menos literario para graficar su situación marital. “Sí”, apenas largó, mostrando celo por su vida privada, cuando le preguntaron si se había separado luego de veinte años de convivencia.
El gobernador y La Colorada ya no comparten techo. La impasse –así prefieren definir el estado actual de la pareja– alejó a la mujer de la residencia de La Plata. Por estas horas se encuentra en las cálidas playas de Punta del Este, donde pasará fin de año.
La prudencia y la buena predisposición –en público se siguen prodigando respeto y adoración– no pudo poner freno a las especulaciones políticas. Sobre todo porque Solá está al mando de la principal provincia del país, ella es presidenta de la Fundación Banco Provincia, y su hermano José María Fernández González, es secretario general de la Gobernación.
Algunos llegaron a mencionar molestias de Solá por la incursión de su entonces mujer por la Casa Rosada, hace más de un mes, cuando le planteó al presidente Néstor Kirchner los tironeos entre el gobernador y el duhaldismo. Ese día en los pasillos del Gobierno, Teresa se cruzó justamente con Eduardo Duhalde, a quien le habló sin medias tintas ni gestos diplomáticos.
Dicen que Solá, ahora como gobernador, no asiente con la manera en que La Colorada toma contacto con el poder, en algunos casos sin avisarle previamente. Se trata de un tema recurrente y que Teresa siempre le quitó vuelo con una autodescripción: “Soy saludera”, dice para devaluar las versiones conspirativas. Cualquiera sea la apreciación, todos la reconocen como una pieza clave en el armado político del felipismo.
A ninguno le agrada que el tema ocupe centimetraje en los medios. Dicen que no lo ameritan ni las razones privadas ni las públicas. “Esto no es la Guerra de los Roses”, se los escuchó decir. En La Plata confirmaron además que los González Fernández no dejarán sus cargos.
Amén de la crisis matrimonial, Solá y Teresa tiene muchas cosas en común. Por ejemplo la manera de apreciar la política. Aunque no lo verbalizan de la misma manera. El es irónico y en más de una oportunidad, seguramente conocedor de su fama de seductor, se fue de boca. La más recordada: cuando dijo que ninguna mujer le dice que no y, para su desgracia, esa vez Chiche Duhalde le dijo que no. Resultado: se quedó momentáneamente sin compañera de fórmula para la gobernación.
Teresa es más directa y confrontativa. Participó del fugaz gobierno de Adolfo Rodríguez Saá como secretaria de Cultura. Y en la última campaña presidencial apareció en un acto junto al puntano, una señal inequívoca de cuestionamiento al duhaldismo. Ella nunca renegó de su estilo ni del hit de La Joven Guardia. “Qué voy a haceeeeeer si ella es así, con una hippie yo me metí.”