EL PAíS › ALEJANDRO SLOKAR, PRESIDENTE DE LA CASACION, DESPUES DE SU CITA EN EL VATICANO
El juez Slokar explicó a Página/12 qué hace, escribe y dice Francisco sobre la Justicia y las cuestiones penales y criticó a quienes “hace tres años exhibían grandes cruces en el pecho y ahora dicen que el Vaticano es una unidad básica”.
› Por Martín Granovsky
Llegado hace pocos días de un encuentro con Francisco en Roma, el presidente de la Cámara Federal de Casación Penal Alejandro Slokar dijo a Página/12 que “el Papa descoloca a gran parte de la política tradicional argentina”.
“Hasta hace tres años dirigentes que exhibían una enorme cruz en el pecho lo visitaban en el arzobispado y decían predicar sus enseñanzas”, recordó el camarista, que encabezó una delegación encargada de discutir en Roma el problema de los encarcelados en la Argentina. “Y hoy, a la distancia, ¿qué dicen? Agreden a Francisco advirtiendo que no hay que viajar a Roma y afirmando que el Vaticano se convirtió en una suerte de unidad básica porque el Papa supuestamente hace política.”
“En mi opinión es una muestra patética de incoherencia”, dijo Slokar. “Tanto más si esa incoherencia se comunica en un almuerzo televisivo.”
Según Slokar uno de los problemas es que el Papa es visto desde la Argentina como si solo pensara en términos domésticos.
–¿Y no le preocupan los temas argentinos?
–Claro que sí. Es obvio que la Argentina le interesa y le preocupa. Por ejemplo se interesó mucho en el enfoque de jueces argentinos sobre la situación en las cárceles. Pero ejerce un liderazgo universal contra la globalización excluyente y el neoconservadurismo. En algunos asuntos se revela como una suerte de voz de la conciencia universal. Un ejemplo fue su mensaje contra los que rechazan a los refugiados al recibir al Premio Carlomagno. En la encíclica Laudatio si criticó al capitalismo depredador. Siempre habla de la paz mundial y de los migrantes. Y siempre se ocupó del tema de la dignidad del preso y de su reinserción.
–¿Siempre como Papa?
–Antes como arzobispo y en los últimos años desde que es Papa. Uno de sus primeros actos públicos fue lavar los pies de diez hombres y de diez mujeres presos en un penal. No había sucedido nunca. Y durante este año, año del Jubileo de la Misericordia, uno de sus propósitos es interesarse aún más por la cuestión de los presos. Cuando habla de la globalización excluyente Francisco dice que la cárcel es un síntoma de la cultura del descarte. Se refiere a los privados de dignidad. En Ciudad Juárez, durante su gira mexicana, dijo que las cárceles son fábricas de incapacitación. Y no es una actitud de “buenismo” o de sentimentalismo ingenuo. Es una postura que se opone al concepto de seguridad y razón de Estado como fuente de toda política pública.
–¿Cuál es el fundamento?
–Que en una sociedad donde se multiplican los hechos delictivos la solución no son las penas más duras y la construcción de más cárceles. El Papa tiene un discurso contra la mano dura, contra la demagogia punitiva y el populismo patibulario. En términos penales es antropocéntrico.
–¿Cómo aplica ese criterio?
–Por ejemplo, hace centro en el preso y en la víctima. Apunta a la persona. Por eso digo que desbarata la razón de Estado y los discursos de las emergencias que desatienden la condición humana de hombres y mujeres.
En la visita al Vaticano Slokar encabezó una delegación integrada también por el presidente del Consejo de la Magistratura Miguel Piedcasas, los jueces Horacio Días, Rodolfo Pociello Argerich, Angela Ledesma, Pablo Vega y María Jimena Monsalve, el jurista Roberto Carlés, el secretario de Asuntos Penitenciarios Juan Bautista Mahiques y los integrantes del Ministerio Público Fiscal Julián Axat, Enrique Senestrari, Nadia Espina y Josefina Minatta.
Es conocido ya que la comitiva le entregó al Papa un crucifijo de madera hecho por presas de la cárcel de Ezeiza. También que le dio un ejemplar multilingüe de “Por una justicia realmente humana”, basado en un mensaje del propio Francisco en 2014 y editado por las principales asociaciones de Derecho Penal del mundo. “Vengan, saquémonos una foto todos juntos”, cuenta Slokar que les dijo el Papa. También invirtió su fórmula habitual (“Recen por mí”) por una promesa: “Voy a rezar por ustedes, porque su función es muy importante”.
Como suele ocurrir con los materiales que necesitan lectura, mucho menos conocido es el mensaje papal sobre la justicia. Puede leerse completo haciendo click en http://bit.ly/23QSrdb. Entre otros elementos puntualiza los que siguen:
“En las últimas décadas se difundió la convicción de que a través de la pena pública se pueden resolver los más disparatados problemas sociales, como si para las más diversas enfermedades se nos recomendaría la misma medicina. No se trata de confianza en alguna función social tradicionalmente atribuida a la pena pública, sino más bien en la creencia de que mediante tal pena se pueden obtener los beneficios que requerirían la implementación de otro tipo de política social, económica y de inclusión social”.
“No se buscan sólo chivos expiatorios que paguen con su libertad y con su vida por todos los males sociales, como era típico en las sociedades primitivas, pero además de esto algunas veces existe la tendencia a construir deliberadamente enemigos: figuras estereotipadas, que concentran en sí mismas todas las características que la sociedad percibe o interpreta como peligrosas. Los mecanismos de formación de estas imágenes son los mismos que, en su momento, permitieron la expansión de las ideas racistas”.
“Se ha debilitado la concepción del derecho penal como ultima ratio, como último recurso a la sanción, limitado a los hechos más graves contra los intereses individuales y colectivos más dignos de protección. Se ha debilitado también el debate sobre la sustitución de la cárcel con otras sanciones penales alternativas. En este contexto, la misión de los juristas no puede ser otra más que la de limitar y contener tales tendencias. Es una tarea difícil, en tiempos en los que muchos jueces y agentes del sistema penal deben desempeñar su cargo bajo la presión de los medios masivos de comunicación, de algunos políticos sin escrúpulos y de los impulsos de venganza que crece en la sociedad”.
“La prisión preventiva –cuando de forma abusiva procura un anticipo de la pena, previa a la condena, o como medida que se aplica ante la sospecha más o menos fundada de un delito cometido– constituye otra forma contemporánea de pena ilícita oculta, más allá de un barniz de legalidad”.
De acuerdo con la interpretación de Slokar a Página/12, Francisco recoge antecedentes como los de Friedrich Spee, un jesuita y poeta que confesaba a las mujeres condenadas a ser quemadas en la hoguera. “En pleno siglo XVII un jesuita como Spee, que escribió la obra Cautio Criminalis, llegó a plantear límites frente al poder represivo del Estado absoluto, y en el siglo XXI un Papa jesuita vuelve a reivindicar lo mismo: la existencia de límites.”
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