EL PAíS › OPINIóN
› Por Gabriela Farrán y Néstor Abramovich *
Nos viene a la mente aquello de Freud. Lo de las tres profesiones imposibles: psicoanalizar, gobernar y educar. Nosotros no gobernamos ni analizamos, pero cumplimos rigurosamente con la tercera: ejercemos el imposible arte de educar. Y pensamos en Mauricio Macri, pobre, que ejerce el de gobernar.
Estamos atrapados en lo imposible. En nuestra diaria tarea discutimos y peleamos por los sentidos de las cosas, que la disciplina de trabajo es necesaria, que en estos tiempos pensar es una necesidad vital, que debemos aprender a habitar la incomodidad para encontrar en ella otros posibles, que se dice yerro y cupo en lugar de erro y cabió. En fin, peleamos por el gobierno de las palabras que es el universo dónde se dirimen los sentidos. Es un eterno intentar, como en la película “El día de la marmota”, que se repite y se repite, con pequeñas modificaciones que nos sostienen en medio de lo imposible.
Y entonces prendemos la tele. Y vemos al Presidente firmar una nueva Acta de la Independencia rodeado por gobernadores que avalaron su negociación con los holdouts. Después, los desfiles del 4 de julio. ¿O eran del 9?
Apagamos, sí. Y en Facebook encontramos comentarios sobre la angustia de los próceres y pensamos “che, no exageren con los chistes” y después alguien nos comenta que Aldo Rico desfiló y que qué angustia que da la Independencia…
Sí, qué angustia da independizarse de Uruguay porque el Directorio traicionó a Artigas; o independizarse de Paraguay porque lo que le ofrecía la Junta de Buenos Aires era subordinarse al puerto; o del Alto Perú por no tener las fuerzas suficientes para combatir a los realistas en su territorio más arraigado.
Vaya uno a saber; por ahí está bueno disculparse con el Rey de España porque le arruinamos la herencia a los Borbones ¿Y si le decimos que “era una jodita para Tinelli” y retrotraemos todo a 1815, cuando el Congreso de Viena decidió reinstalar las monarquías absolutas y aplastar todo intento de rebelión en América y Europa? El viejo mundo se había vuelto totalmente conservador y retrógrado… No, pará, eso es ahora ¿O era en la época de la Independencia? ¡Qué confusión, país!
Suponemos que para el presidente Macri gobernar es casi tan imposible como para nosotros es éticamente imperioso educar en estos tiempos de Billiken light.
Aunque esté la tentación de acudir al psicoanálisis que opera en el imposible campo de sacarnos la enorme angustia a que nos lleva esta nueva argentinidad.
* Educadores. Directores del Colegio de la Ciudad.
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