EL PAíS › LAS AREAS DESTINADAS A MEJORAR LAS CONDICIONES DE APRENDIZAJE SON LAS MAS POSTERGADAS POR EL GOBIERNO
Los datos de la propia administración PRO dan cuenta de que la educación no es una prioridad. Los programas de atención a los sectores más vulnerables y la mejora de la enseñanza tuvieron en lo que va del año un bajísimo nivel de ejecución.
› Por Nora Veiras
“La solución a la pobreza pasa por la generación de puestos de trabajo de calidad. Todos sabemos que eso no se logra mágicamente, se alcanza con la educación, algo central”, dijo el presidente Mauricio Macri la semana pasada al entregar el galardón “Maestros Argentinos”, un día después de anunciar un índice de pobreza del 32,4 por ciento. La realidad muestra que la prioridad discursiva del líder de Cambiemos no se refleja en la ejecución del presupuesto educativo. El año pasado se habían incorporado 150 mil jóvenes adultos a la educación formal y 29 mil se habían alfabetizado, en este primer semestre ninguno. En el nivel universitario las casi 20 mil becas destinadas a estudiantes de bajos recursos no se pagaron durante los primeros seis meses del año. Los datos oficiales de la Secretaría de Hacienda de la Nación dan cuenta de que las áreas destinadas a mejorar las condiciones de aprendizaje son las más postergadas. Al 30 de septiembre, se usó apenas el 10,94 por ciento de los fondos previstos para el programa de Innovación y Desarrollo de la Formación Tecnológica; el 19,16 por ciento de lo pautado para Infraestructura y Equipamiento; el 31,35 por ciento en Acciones Compensatorias y el 30,94 por ciento en Formación Docente. La fórmula del recorte combina inoperancia con ajuste en proporciones equivalentes. En los últimos tres meses del año, los tiempos del Estado tornan imposible hacer lo que no se hizo en nueve.
La información surge del Sitio del Ciudadano de la Secretaría de Hacienda de la Nación que releva mes a mes la eficiencia de cada dependencia del Ejecutivo y del informe de ejecución física financiera trimestral de la misma cartera. Educación tiene un promedio de ejecución presupuestaria del 63,98 por ciento. La media logra elevarse por el cumplimiento de lo pautado para el pago de salarios: el Fondo de Incentivo Docente se ejecutó en un 83,55 por ciento y el presupuesto de las universidades en el 69,52. El compromiso en la liquidación de haberes limita el margen de maniobra para el recorte o la dilación en el cumplimiento de lo pautado. En cambio, en todo lo que tiene que ver con políticas compensatorias y mejoramiento de las condiciones de educabilidad se hace evidente la discrecionalidad de la concepción de política educativa.
“Se necesita que cada uno de los niveles educativos logre sus objetivos, es decir que se invierta en capacitación docente, en herramientas tecnológicas o de didáctica, o lo que haga falta, porque la verdad es que todos los chicos pueden aprender”, suele repetir el ministro de Educación y Deportes, Esteban Bullrich. Como en otras áreas de gobierno, en Educación es notorio el contraste entre lo que se hace y lo que se declama. Hace diez días, el secretario de Gestión Educativa, Max Gulmanelli, posteó en Facebook: “Feliz Día de las Bibliotecas Populares. Los libros son fuente de inspiración. Nos hacen pensar y sentir.” Es el mismo funcionario que a principios de agosto declaró: “Visitando establecimientos de todo el país, notamos que se han repartido muchos libros, pero se ha leído poco de ese material.” Consecuencia: para 2016 se había previsto distribuir 5 millones de ejemplares pero no se compraron libros. Informaron además que se decidió no comprar más literatura para las escuelas secundarias.
En el informe periódico sobre “Presupuesto en educación: ajuste y subejecución”, el Instituto Marina Vilte de la Confederación de Trabajadores de la Educación (Ctera), advirtió a principios de septiembre que “la redefinición de políticas” se está dando a través del desmantelamiento de los equipos técnicos, de los despidos masivos y del cierre de importantes planes y programas que se encontraban en ejecución: como por ejemplo, el Plan de Finalización de Estudios Secundarios (Plan Fines), y el Plan Nacional de Educación Sexual Integral (ESI), así como también la discontinuidad de las obras de infraestructura escolar y de la compra y distribución gratuita de millones de libros a todas las escuelas del país”.
En el análisis basado en los datos oficiales se advirtió que “también se observa una virtual paralización del Plan Conectar Igualdad, por el cual se distribuían netbooks a estudiantes secundarios de todo el territorio nacional”. Eduardo López, secretario general de la Unión de Trabajadores de la Educación y miembro de la conducción de Ctera, explicó a Página/12 que “el gobierno anterior repartió cinco millones de netbooks, había universalizado la distribución. Este año sólo había que repartir a 600 mil estudiantes de primer año. Se entregaron 100 mil que eran el remanente del año anterior, es decir que 500 mil chicos de primer año se quedaron sin computadora. Si esto sigue, el año próximo serán los de primero y segundo año los que no tengan este recurso tecnológico”.
El programa Conectar-Igualdad que se articuló en forma conjunta entre la Anses y Educación es uno de los que se están “redefiniendo” en la cartera de Bullrich. Funcionarios del área se reunieron con empresas informáticas multinacionales para pedirles que financien la instalación de polos tecnológicos en dos ciudades por provincia con el objetivo de que los alumnos tengan allí los recursos para utilizar. La idea sufrió un primer revés porque las empresas estadounidenses no pueden financiar en forma directa inversiones públicas. El sondeo muestra que la universalización de los recursos tecnológicos para los estudiantes no figura entre las prioridades de política pública de Cambiemos.
La subejecución presupuestaria en las áreas que el Ministerio de Educación puede desarrollar acciones compensatorias y pedagógicas se da en un contexto de disminución de hecho de los recursos del sector. El informe elaborado por la Ctera destacó que “agrava la situación que el Presupuesto 2016 estuvo elaborado con una pauta inflacionaria esperada del 21 por ciento. En el actual marco macroeconómico, donde la inflación estimada para todo el año llega al 42 por ciento –de acuerdo a expresiones del mismo ministro de Hacienda y Finanzas–, el monto previsto para el sector educativo debería incrementarse en términos nominales en esa magnitud para mantener el valor real de las distintas acciones en materia de políticas educativas (formación docente, infraestructura escolar, becas) y poder cumplir con las metas de la Ley de Educación Nacional”.
“En la ciudad tuvieron la misma forma de operar, van subejecutanto el presupuesto y lo van reduciendo año a año. En ocho años, lo bajaron del 30 al 20 por ciento”, dijo López.
Las planillas del Ministerio de Finanzas son elocuentes sobre la línea de conducta que define los hechos más allá del discurso.
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