EL PAíS
› NI INCIDENTES NI GRAVES
PERTURBACIONES DURANTE LA PROTESTA PIQUETERA
El día en que todos cantaron victoria
Los piqueteros se mostraron satisfechos por la cantidad de personas movilizadas y porque se realizaron casi todos los cortes. También por la tranquilidad de la jornada. El Gobierno celebró la falta de violencia y juzgó que la convocatoria fue escasa y que los “duros” quedaron más aislados.
› Por Fernando Cibeira
La había precedido un clima tenso, pero la jornada de protesta nacional de ayer terminó siendo evaluada como un éxito por las partes en cuestión. Las organizaciones piqueteras dijeron que había sido un éxito movilizar 50 mil personas en todo el país, el gobierno y la Justicia bonaerenses aseguraron que fue un éxito que no hubiera incidentes y se pudiera garantizar el libre tránsito, mientras que para el gobierno nacional también resultó un éxito que los manifestantes y los cortes no fueron tantos como se esperaba. Pese a la absoluta calma que caracterizó a la jornada más allá de los inconvenientes en la circulación, resultó un fenómeno para el análisis la forma en que los medios trataron la protesta y cómo la clase media, molesta por la reiteración de los cortes, expresó su furia a través de ellos.
El acto de cierre de la protesta se hizo pasadas las 17 frente al Congreso, en donde se concentraron unos cinco mil manifestantes. Para el líder del Movimiento de Desocupados y Jubilados, Raúl Castells, el de ayer fue “el más grandioso golpe a la política de este gobierno”. Para el jefe del Polo Obrero, Néstor Pitrola, resultó una demostración de que “no estamos solos, está solo el Gobierno entregando el país y las conquistas sociales”.
Castells, Pitrola y las otras agrupaciones que componen el Bloque Piquetero Nacional anunciaron una nueva protesta para el miércoles próximo en contra del proyecto de reforma laboral que propone el Gobierno para reemplazar a la reforma aprobada durante la gestión de De la Rúa y sospechada por el pago de sobornos. El rechazo a la reforma fue uno de los reclamos que impulsaron la jornada de ayer, junto a la exigencia de restitución de 250 mil planes sociales dados de baja y a la oposición al aumento de tarifas.
Sin embargo, por la noche, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, dijo que esperaba que no hubiera más protestas con cortes. “Dios quiera que éste haya sido el último día en que hemos debido tolerar este tipo de expresiones”, dijo. La evaluación pública de Fernández ponderó la paz que reinó durante la jornada junto al rechazo que despierta la modalidad de los cortes de tránsito. “Por legítimas que sean las aspiraciones de quienes reclaman, también es cierto que en la inmensa mayoría de los argentinos anida la convicción de que no es éste el modo de reclamar”, agregó el funcionario.
Desafío doble
Tanto para las organizaciones de desocupados como para las autoridades la jornada de ayer era una prueba a superar. Los piqueteros “duros” debían probar su nivel de movilización luego del fracaso parcial en que terminó la ocupación el Ministerio de Trabajo que realizaron la semana pasada en reclamo por planes sociales caídos. El Gobierno no aceptó negociar y los piqueteros encabezados por Castells debieron levantar la medida que se extendió por seis días y alteró aún más el ánimo de los porteños frente a las protestas.
Lo extenso del reclamo y lo magro del resultado también provocó grietas dentro del movimiento piquetero. Algunos dirigentes recriminaron a Castells su paso en falso. Al clima enrarecido contribuyó lo sucedido el viernes pasado, cuando un grupo que se identificó como piquetero y que actuaba en un comedor barrial cortó la 9 de Julio y agredió a un taxista. El desafío para el gobierno nacional y los provinciales pasaba por garantizar el derecho a la protesta sin que eso impidiera la total circulación por las rutas, manteniendo la premisa de no reprimir que el presidente Néstor Kirchner impuso desde que asumió. Otra prueba era evitar que algún particular se enojara con los manifestantes y se generara un incidente de gravedad. En ese sentido, y teniendo en cuenta estos desafíos previos, fue que luego todos pudieron cantar victoria sin que les faltara razón.
Balance desparejo
Los piqueteros habían prometido 107 cortes de rutas en todo el país. Ayer, aseguraron que se produjeron “más de 100”. Un informe que circuló por la tarde en Casa de Gobierno hablaba de apenas 17 cortes. Luego, la agencia oficial Télam consignó unos 50, incluyendo los tres que cerraron el acceso a la Capital Federal.
Durante todo el día, desde el Ministerio de Justicia se monitoreó la situación a través de los jefaturas de la Policía Federal del interior y con las policías provinciales. “La protesta fue ordenada y pacífica como esperábamos”, sostuvo luego el subsecretario de Seguridad, José María Campagnoli. Hasta el juez federal Adolfo Ziulu, quien había firmado una resolución para que se garantizara el libre tránsito en la provincia de Buenos Aires, sostuvo que la de ayer fue “una jornada que terminó en paz, con estricto cumplimiento de la ley”. La felicidad del juez radicó en que se la pasó recorriendo la autopista Buenos Aires-La Plata y pudo comprobar que se podía circular (ver asimismo página 4). Extrañamente, el único incidente no fue con los piqueteros sino con los ahorristas de Nito Artaza que rompieron la vidriera de bancos en el microcentro.
La evaluación victoriosa de los piqueteros contrastó con la que hicieron en la Casa Rosada. “Se notó mucho el desgaste. No hubo la gente que ellos esperaban mover”, analizaba un vocero. En Gobierno justificaban así un nuevo éxito en la estrategia de Kirchner de no reprimir y dejar que la protesta termine como víctima de su propia reiteración.
Si algo caracterizó la jornada de ayer fue por el amplio tratamiento que le dieron los medios –particularmente las radios– y el airado rechazo que mostró la gente por la metodología piquetera. En los mensajes de los oyentes eran una amplísima mayoría quienes exigían medidas represivas de parte del Gobierno, en tanto quedaban en ínfima minoría quienes defendían a los manifestantes y sostenían que el problema de la desocupación necesita de la intervención oficial.
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