Dom 22.02.2004

EL PAíS

En el conflicto con Reutemann, la estrategia es el “ninguneo”

Después de pasar sin mayores problemas por el acto en Rafaela, Kirchner decidió bajar el tono al enfrentamiento con el ex gobernador por las cifras de ayuda. De hecho, lo va a ignorar.

› Por Martín Piqué

Eran casi las diez de la noche del viernes y el avión de la gobernación bonaerense empezaba a corretear entre las luces del aeropuerto de Rafaela. Dentro del jet Citation 2, que puede aterrizar en pistas cortas, Néstor Kirchner escuchó la pregunta obvia sobre su primer cruce con un dirigente del peronismo: Carlos Reutemann. Le preguntaban por la evolución del conflicto con el santafesino, quien había asomado como el primer opositor interno al criticar en público su gobierno. La respuesta de Kirchner, que escucharon su secretario privado, su vocero y el diputado José María Díaz Bancalari, reveló que el Presidente no cree que la aparición de Reutemann sea peligrosa. Para Kirchner, el tema más importante es la negociación con los acreedores privados de la deuda. Aunque en Rafaela –donde su imagen positiva es muy alta– hayan arrojado los primeros volantes en su contra.
El viernes a la noche, Kirchner se subió al avión en Rafaela después de entregar subsidios y contestar preguntas de los periodistas santafesinos. Allí lo interrogaron por los 500 millones de pesos de ayuda para los inundados de Santa Fe. Sobre ese tema, Reutemann había denunciado que la Nación sólo había girado 150 millones. Ante la insistencia de los periodistas, el vocero Miguel Núñez distribuyó un informe similar al que había difundido, un día antes, el jefe de Gabinete Alberto Fernández.
Según esos papeles, la ayuda del Gobierno para los inundados habría sido cercana a los 500 millones. Pero en Santa Fe insistían en que los fondos específicos para los inundados fueron de 150 millones. Aunque el gobernador Jorge Obeid reconoció que había recibido más fondos a través de distintas obras. El propio Kirchner intentó zanjar la cuestión diciendo que la Nación había girado a Santa Fe “más de 700 u 800 millones” si se contaban las obras que se estaban realizando en la provincia.
A esa altura, lo que había comenzado como un intrincado debate sobre cifras se había convertido en el primer desafío desde el PJ que debía soportar la gestión de Kirchner. El jueves, Reutemann había motorizado dos pedidos de informes en el Senado para que el Ejecutivo aclarara cuánto dinero había enviado a Santa Fe. El texto llevaba su firma y la de once senadores, la mayoría provenientes del menemismo. El Gobierno había contestado ese mismo día, a la noche, con una conferencia de prensa del jefe de Gabinete. La pelea había llegado a un punto que algunos allegados al Presidente pensaron que suspendería el viaje a Rafaela.
No fue así. Kirchner viajó a Santa Fe y dijo en público que no quería polemizar con nadie y buscó bajar el tono. Pero en la comitiva sabían que el Presidente aprovecharía el viaje para tantear el ánimo de los santafesinos tras la pulseada con Reutemann. Luego del discurso, en el regreso a Aeroparque, hizo un balance positivo ante sus allegados. “Le dimos más pelota nosotros de afuera que él de adentro –contó a Página/12 uno de sus acompañantes–. Kirchner lamenta que este tipo (Reutemann) se haya equivocado tan feo. Se perdió una fiesta infernal creyendo que iba a poder torcer la voluntad de la sociedad.”
Cerca del Presidente esperaban algún desplante, como las pancartas que asomaban en primera fila, muy cerca del palco, con la leyenda “Lole, gracias. ¡Volvé!”. O como los volantes que decían “Kirchner, ¿dónde están los 500 millones? Inundados de Santa Fe”, que habían aparecido por las calles de Rafaela y que algunos atribuyeron a Alberto Hammerly, mano derecha del Lole. Pese a todo, en la comitiva oficial consideraron que salieron airosos del desafío. “Si (Reutemann) jugaba a que la sociedad no le diera bola a Kirchner, se equivocó. Salió el pueblo entero a la calle”, analizaban, exagerando un poco, en la delegación presidencial.
Si entre la comitiva que volvió a Buenos Aires el clima era de alivio y cierta victoria, el humor era muy distinto entre los reutemistas. “El gobierno nacional fue imprudente en decir lo que dijo. Reutemann actuó mucho más en defensa de su honor, de su situación personal, que en labúsqueda de un espacio de confrontación”, se lamentó ante Página/12 un legislador que conoce muy bien al ex Fórmula Uno.

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