Dom 22.02.2004

EL PAíS

Las preguntas sobre Lala

Pese a estar imputado como uno de los principales secuestradores de Belluscio y Rodríguez, tiene un prontuario lleno de extrañas irregularidades: de a ratos parece un ángel, preso ejemplar, ladrón “light”.

Por R. K.

Buchón de la Policía Bonaerense, buchón del Servicio Penitenciario, protegido de las empresas de seguridad conformadas por ex policías, comprador de certificados de conducta truchos. La historia de Horacio “Lala” López, imputado como uno de los principales secuestradores de Ernesto Rodríguez y Pablo Belluscio, es una pintura de los grandes interrogantes que rodean la relación entre delincuentes, secuestradores, narcos y las instituciones bonaerenses. Aunque no se puede decir que eso sólo ocurra en la provincia de Buenos Aires.

- Interrogante uno: ¿Lala fue un ladrón desarmado? En mayo de 1998, Horacio Lala López, que por entonces tenía 30 años, fue detenido por robo en poblado, un viejo término que en verdad designa a lo que en el argot de los ladrones se llama “escruche”, o sea ingresar a una vivienda para robar, forzando alguna puerta o ventana. El delito está penado con tres a diez años de prisión y es sensiblemente menos grave que el robo a mano armada, cuya pena parte de los cinco años y puede llegar hasta los 15.
En el ambiente policial es famosa una treta casi habitual. El jefe de los efectivos arregla con el delincuente: “Esta arma que te encontramos no la incluimos en el acta, la sacamos del medio y vos ponés tantos miles”. La treta obviamente le resulta un negocio al delincuente, ya que la condena será sin duda menor. Se ahorra años de cárcel. Los policías se llevan los miles que pactaron y, claro, el arma, que venderán en el mercado negro.
¿Puede haber sido Lala un ladrón light, que robaba sin armas, en 1998? Puede ser, pero parece extraño que en tan poco tiempo haya evolucionado en forma tan tenebrosa, sobre todo teniendo en cuenta que está imputado de haberle cortado un dedo a Pablo Belluscio y haber tratado de la forma más salvaje al padre de Jorge “Corcho” Rodríguez.
En el caso de Lala, lo concreto es que fue condenado a tres años de prisión y cumplidos los dos tercios, en 2000, salió en libertad.

- Interrogante dos: ¿Lala tuvo conducta 10? Según relató el camarista de San Isidro Fernando Maroto, los reportes del Servicio Penitenciario Bonaerense indicaban que la conducta de Lala en la cárcel fue calificada con un 10. Fue Página/12 que denunció hace varios años que los certificados de buena conducta en las cárceles se venden. En verdad, el régimen dentro de la prisión es absolutamente autoritario y los hombres del Servicio Penitenciario sancionan a los presos por cualquier razón, con lo cual después habrá que pagar por el certificado de buena conducta. Ese documento no sólo se necesita para obtener la libertad condicional, sino incluso para las llamadas visitas higiénicas, o sea el derecho a mantener relaciones sexuales con la pareja del preso.
Hay casos en que no es necesario pagar para conseguir el certificado de buena conducta: en forma gratuita suelen obtenerlo los buchones (informantes) del Servicio Penitenciario. ¿Qué papel juegan esos buchones? En general son matones que, por un lado, mantienen el orden en el pabellón haciendo pesar su superioridad física o el poder de su banda dentro de la cárcel. Al mismo tiempo, suelen ser los distribuidores –en sociedad con los penitenciarios– de las pastillas, las drogas, el alcohol y todo lo que circula en forma clandestina en las cárceles, además de que someten a la esclavitud, incluso sexual, a otros presos. Por último, aunque tal vez sea lo más importante, son los que les pasan información a los penitenciarios sobre las bandas que actúan dentro y fuera del penal y resultan una especie de capataces de los planes urdidos por algunos penitenciarios, como por ejemplo amenazar o directamente matar a algún juez, como Maroto, o a algún fiscal, como Luis María Chichizola, de San Martín.
¿Lala pudo haber tenido conducta 10 dentro del penal? Es posible, aunque resulta raro que se haya transformado en forma casi mágica de preso ejemplar en integrante de bandas más que pesadas y protagonizar secuestros feroces y de la mayor crueldad.

- Interrogante tres: ¿Se transformó Lala? Según los papeles oficiales, Lala era un ladrón light y un preso con 10 de conducta. Pero lo cierto es que en algún momento se transformó o, como todo lo indica, siguió igual que siempre. Esto lleva a echar una mirada a la cárcel como institución que, supuestamente, debería llevar a la resocialización. Todo el mundo sabe que ello no ocurre y que, por el contrario, el sistema carcelario argentino y en particular el bonaerense tienen los más altos índices de reincidencia del mundo. Pero incluso ese dato oculta un hecho trascendente: las bandas tienden a armarse dentro de los penales y quien es poronga dentro de la cárcel, resulta poronga afuera. Es más, en los barrios en los que se concentró la banda de secuestradores –San Pablo, en Talar de Pacheco, y San Cayetano, en Beccar– se dice que los que hoy aparecen como personajes centrales de los secuestros –Lala, el Negro Sombra, el Jeta Medina– fueron reclutados para conformar una misma banda dentro de las cárceles en las que estuvieron.
- Interrogante cuatro: ¿Qué hizo Lala en los últimos tres años? Los vecinos de San Cayetano cuentan de su estrecha relación con los policías de la zona y con ex oficiales que integraban una agencia de seguridad. Es más, afirman que cada vez que había movimientos extraños y que se olía que lo podían detener, le avisaban los de la agencia de seguridad de Beccar. “Es un buchón de los milicos”, dicen en San Cayetano, lo que traducido significa que trabaja en combinación con los policías. Como en el caso del Negro Sombra, visto infinidad de veces en la comisaría de la zona, Lala también era un habitué de las tertulias con policías. ¿En qué consiste esa relación? En general, ese tipo de “pesados” está relacionado con una organización que distribuye drogas en el barrio y que, por lo tanto, paga el peaje correspondiente a los uniformados de la zona. Además, existe un canje casi permanente de dinero por impunidad.

- Interrogante cinco: ¿Desaparecieron los secuestros? Esta semana se cumplen dos meses del secuestro de Ernesto Rodríguez y salvo el caso de Cristina Taborda, la esposa del titular de la AFIP de Pergamino, no se produjeron otros casos. Además, según la Justicia, los detenidos formaban una especie de elenco estable de los secuestros y se les imputa haber participado en los casos Rodríguez, Astrada, Belluscio, Andrada, Mirta Fernández, Cirielli y Facundo Lafont. Por lo tanto, no es que había cien bandas dedicadas al secuestro extorsivo, sino que la clave estaba en cuatro o cinco personajes, todos acusados de tener relaciones con hombres de uniforme. ¿Alguien les habrá bajado el pulgar? ¿Es casualidad que todos hayan caído presos en los últimos 60 días? ¿Por qué fue tan difícil durante tanto tiempo y ahora se logró en apenas unas semanas? Sin perder de vista que es muy buena la noticia de que esos siniestros personajes, torturadores y cortadores de dedos estén tras las rejas, son muchos los interrogantes sin respuesta, sobre todo teniendo en cuenta que hoy mismo hay quien sigue comprando certificados truchos de buena conducta, quien consigue que le hagan desaparecer un arma del acta y quien delinque en combinación con penitenciarios y policías.

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