Patas de conejo, amuletos y todo tipo de cábalas circularon ayer al mediodía en la Legislatura porteña, que finalmente decidió por sorteo cuáles de sus integrantes deberán abandonar sus bancas dentro de dos años para dar lugar al recambio parcial del cuerpo. Pero la superstición no surtió para todos el mismo efecto y, curiosamente, el azar jugó en contra de varios de los que pelearon hasta último momento para negociar la selección dentro de cada bloque con el objetivo de asegurarse cuatro años de empleo: fue, por ejemplo, el caso del ibarrista Jorge Giorno o el de Jorge Mercado, quien días atrás renunció a la vicepresidencia primera de la bancada de Compromiso para el Cambio disgustado con los macristas que impulsaron la realización del sorteo.
La definición por medio de un bolillero de los nombres de los legisladores que cesarán en su mandato dentro de dos años demoró apenas un instante; concretamente, el tiempo que el presidente de la Legislatura, el vicejefe de Gobierno Jorge Telerman, tardó en apretar el pulsador para que las bolillas empezaran a salir.
Semanas, en cambio, había durado en la Legislatura el debate entre quienes proponían realizar el sorteo y aquellos que pretendían negociar la selección dentro de cada bloque. La discusión al respecto terminó cuando un grupo mayoritario de legisladores de diversos bloques logró consensuar un proyecto que estableció que “el mecanismo para determinar los turnos de renovación de todos los mandatos será el sorteo”. En la iniciativa aprobada la semana pasada por 30 votos a favor contra 25 abstenciones se cuidó respetar la representatividad de las listas que compitieron en los comicios del 27 de agosto pasado y de las alianzas que se armaron entonces, además de la “proporcionalidad entre varones y mujeres”.
Ayer, a la hora de la verdad, ya nadie puso reparos y todos se encomendaron a la suerte. Sólo Mercado tuvo un gesto que varios interpretaron como un síntoma de su bronca. “Cuándo cierra el spot”, ironizó desde su banca mientras Telerman se explayaba en sus explicaciones acerca del procedimiento que se seguiría para el sorteo.
El vicejefe de Gobierno no se la dejó pasar: dijo que agradecía la colaboración de todos los legisladores “y, en particular, el humor de Mercado, que aun antes de saber cuál será su suerte muestra un estado de ánimo encomiable”. Después echó a andar el bolillero que Lotería Nacional aportó especialmente para la ocasión.
La primera bolilla en aparecer fue la que tenía inscripta la A. La ansiedad que ganó entonces a los treinta diputados anotados en el grupo denominado con esa letra dejó poco después paso a la desilusión: la bolilla siguiente fue la 2 y determinó que sus mandatos vencerán el 9 de diciembre de 2005. La otra mitad de los legisladores, los enrolados en el grupo B, seguirán en cambio en sus bancas hasta 2007 y no ocultaron en absoluto la satisfacción por el resultado que les deparó el sorteo.
Entre los perdedores, obviamente, el ánimo no fue el mismo. “Al final acertó (Ariel) Schifrin, que decía que íbamos a perder porque él no ganaba ni a las bolitas”, se lamentó un legislador que compartió el grupo con el kirchnerista. El propio Schifrin, de todos modos, pareció restarle importancia a su mala suerte y destacó que “los porteños pueden ahora oxigenar la política renovando la Legislatura cada dos años”. En la misma línea, Telerman subrayó que “la Legislatura actuó en el marco del espíritu de la época y en sintonía con una sociedad que quiere acciones dignas de su dirigencia política”.