EL PAíS
› OPINION
Cuatro dedos
› Por Horacio Verbitsky
En la nota del último domingo, “Cuadros de situación”, narré la visita presidencial a la ESMA con un grupo de ex detenidos-desaparecidos. Decía que fue una recorrida muy emocional, en la que Kirchner dio contención a quienes iban reconociendo los lugares en los que fueron torturados y donde vieron por última vez a compañeros asesinados. A uno de ellos le faltaban cuatro dedos. Kirchner le preguntó qué le había pasado. “Me llevaban a la carpintería y me hacían manejar la sierra con grilletes y encapuchado”, le contestó. Ayer, ese sobreviviente me pidió una rectificación: la capucha y los grilletes se los colocaban cuando no estaba en la carpintería de la ESMA y se cortó cuatro dedos pero sólo perdió dos. Pese a que la nota no lo identificaba estaba preocupado por la repercusión del párrafo. “Los que me conocen van a pensar que soy un chanta”, dijo. Es un oportuno testimonio de la actitud ética de las víctimas del terrorismo de Estado, de cuyo desencandenamiento se cumple hoy un nuevo aniversario.