Jue 25.03.2004

EL PAíS

Dos homenajes a la memoria

La emotividad del acto en la ESMA y la importancia que tuvo para el movimiento de derechos humanos llevó a miles de personas. Y muchas de ellas participaron luego en la multitudinaria concentración de Plaza de Mayo.

› Por Luis Bruschtein

Aunque fue menor que la de la tarde, la asistencia al acto de la ESMA fue muy numerosa pese al día laborable, la hora y el lugar a trasmano. En el acto que hicieron los organismos de derechos humanos a las 11 de la mañana, hubo algunas discusiones porque varios de los manifestantes querían que el acto se hiciera dentro de las instalaciones de la ex ESMA. Finalmente se hizo del lado exterior de la reja que da a Figueroa Alcorta y luego se marchó hacia la calle lateral donde se había montado el escenario. La gente llegaba en forma permanente hasta sumar varios miles de personas, sobre todo jóvenes. Estaba la gente que convocan los organismos de derechos humanos, muchas familias y grupos dispersos y agrupaciones piqueteras como la FTV, Barrios de Pie, MTD Resistir y Vencer, MTD Evita y Peronismo Militante, MVP y MP20 así como un cartel del Partido de la Liberación.

La presencia lúgubre del edificio donde funcionó uno de los mayores centros clandestinos de la dictadura –junto con el de Campo de Mayo– se hacía sentir en el ánimo de la multitud. Pese a la música que aportaron Gieco, Heredia y Serrat bajo el sol implacable del mediodía, no fue un acto festivo; la emoción era una masa compacta suspendida en el aire, como si todo el mundo sintiera la presencia de los desaparecidos de la ESMA. Estaban esas voces en el silencio que provenían de los edificios y que creaban una sensación de irrealidad o perplejidad por algo que nunca podría haber llegado a suceder. Hubo lágrimas, ojos cerrados capturando recuerdos, un apretón de manos por historias compartidas, miradas al piso para ocultar un ramalazo de dolor. Fue un ejercicio puro de la memoria.

El Presidente y hasta el último manifestante fueron inundados por ese clima, no hubo actuación. De un lado estaba la ESMA y del otro, las tribunas de Defensores de Belgrano con un gran cartel con los colores del club, que decía “Somos la semilla del Pato Zucker”, uno de los miles de desaparecidos. Para el movimiento de derechos humanos el acto fue un hito importante en su historia. “Como Presidente quiero pedir perdón por el ocultamiento por parte del Estado en estos veinte años de democracia”, dijo Kirchner en su discurso en un gesto institucional que asumió como propias las banderas del movimiento. El radicalismo reaccionó ofendido por esa frase y recordó los juicios a los ex comandantes. Pero Kirchner no se puso por fuera de esa afirmación, la pronunció como parte y jefe de ese Estado y tampoco fue un análisis histórico, sino el simple enunciado de una realidad y el hecho de asumir la responsabilidad que implica.

La discusión y algunas protestas sobre si el acto debía hacerse dentro o fuera del predio quedaron en la nada, porque cuando terminaron de cantar Gieco, Heredia y Serrat, las puertas de la ESMA estaban abiertas. Nadie lo anunció, no se vio a nadie que lo ordenara, no hubo movimientos de seguridad, simplemente las puertas laterales estaban abiertas. Y la gente que ya se estaba retirando empezó a entrar, tímidamente, y cada vez fueron más y de repente todo estaba invadido, miles de personas caminaban en silencio por los senderos arbolados del que fuera un campo de concentración. No había desmanes ni corridas ni gritos. Era un paseo extraño, como una reafirmación respetuosa de su posesión. Varios cientos se congregaron en el amplio salón de actos y cantaron consignas. Alguien denunció luego que en una oficina rompieron vidrios y sillas. Pero la gran mayoría realizó ese paseo como un rito de toma de posesión y memoria.

El acto en la Plaza de Mayo fue multitudinario, más grande aún que el del 20 de diciembre pasado. El movimiento piquetero, sobre todo las columnas del Bloque Piquetero Nacional aportaron la mayoría de la asistencia, pero, a diferencia del 20 de diciembre pasado, había una gran cantidad de personas no encolumnadas y muchas de ellas ingresaron a la Plaza con los organismos de derechos humanos. Quizá por casualidad, la primera consigna con que entraron los manifestantes a la Plaza fue la misma que cantaron los manifestantes cuando terminó el acto de la ESMA: “Como a los nazis, les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”.

Muchos de los que llegaron a la Plaza, sobre todo entre los espontáneos y los que marcharon con los organismos de derechos humanos, habían estado también en el acto de la ESMA. Aunque en las discusiones previas a la concentración en Plaza de Mayo hubo posiciones que planteaban a los actos como antagónicos, la mayoría de esta gente no lo entendía así, lo cual generaba algunas discusiones. Estaba el que planteaba la duda de que el Gobierno estuviera haciendo buena letra en los derechos humanos para ocultar la problemática de la miseria y el desempleo. “Son cosas distintas, ¿desde cuándo los derechos humanos ocultan el tema social?”, le respondía el que había estado en los dos actos. “Es como la gata Flora –agregaba–, una vez que logramos algo, no podemos aceptarlo.”

En otro grupo, un hombre relataba la emotividad y la importancia que había tenido el acto en la ESMA. Otro reflexionó entonces sobre la importancia de mantener una actitud crítica. Las agrupaciones que marcharon a Plaza de Mayo acordaron un documento único que incluye la no criminalización de la protesta social, una amnistía para todos los luchadores sociales, el no pago de la deuda externa, no al ALCA, repudio a la invasión de Irak, entre otros. Esos puntos fueron leídos varias veces por los altoparlantes en la Plaza sin que los manifestantes les prestaran demasiada atención. Lo extraño del asunto es que esos mismos puntos fueron seguidos con mucha atención, en cambio, por el público en la ESMA y por el Presidente y sus ministros, ya que figuraban en el discurso que leyó con mucha energía la representante de la agrupación HIJOS. Esos contrastes dan la impresión de que la situación es mucho más rica y compleja de lo que plantean quienes quieren reducirla a un posicionamiento simplista entre oposición y oficialismo.

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