EL PAíS
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Contra toda impunidad
Por Alicia Castro*
Hemos comprendido cabalmente que el plan de la dictadura militar no tuvo por objetivo aniquilar la guerrilla o la subversión sino que se trató de un sistemático plan criminal destinado a eliminar a los dirigentes políticos, sociales, estudiantiles y sindicales que hubieran resistido la aplicación del modelo económico vigente en la Argentina.
Existe un vínculo directo entre el terrorismo de Estado y el terrorismo económico, anunciado por el lúgubre ministro de Economía de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz: “Hoy nace una nueva relación económica en la Argentina: un Estado chico para una Nación grande”.
Como señalaba Rodolfo Walsh, la tarea de la dictadura fue la planificación de la miseria; el cambio de un modelo de desarrollo productivo y trabajo al modelo de endeudamiento, renta financiera y dependencia. Se cumplió tan cabalmente que, 25 años después, la Argentina que fabricaba aviones, barcos, trenes, tractores y misiles importa serruchos y bombitas de luz; como resultado, el 50 por ciento de la población económicamente activa está desocupada o subocupada; y casi la mitad de los ciudadanos de este país rico son pobres. Son “nuevos pobres”.
Esta realidad desoladora, la de la Argentina llevada a la miseria, responde a un modelo de concentración y distribución de la riqueza, un plan que propició el saqueo de nuestros recursos naturales y de nuestras empresas públicas, el saqueo de los ahorros privados, el saqueo de los derechos sociales y laborales, el saqueo de sus sueños y esperanzas.
Con la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, nos hemos pronunciado colectivamente por el fin de la impunidad de los genocidas que cometieron terrorismo desde el Estado. Es preciso ahora terminar con la impunidad de los que propiciaron el terrorismo económico y el vaciamiento moral de la Argentina. ¿Acaso los delitos sobre los cuerpos no fueron el anticipo necesario de los delitos contra los bienes, contra la salud, contra los derechos y el bienestar de los argentinos? ¿Acaso la “desaparición” física de miles de militantes políticos y sindicales no precedió a la “desaparición” de los derechos sociales y económicos del pueblo que aquellos defendían?
Existe también un paralelismo entre los desaparecidos de ayer y los excluidos de hoy, desaparecidos de su condición de ciudadanos con derechos. Son multitudes, millones de compatriotas, son quienes –como dijo Carlos Auyero– “pelean, ya no como hicimos los jóvenes en los ‘70 para cambiar el mundo sino para entrar en el mundo”.
“Aparición con vida” y “Que se vayan todos” son los dos grandes lemas populares que marcaron el principio y el fin de la transición democrática. Las dos consignas –acuñadas con dolor– persiguen el fin de la impunidad. Las dos exigen verdad y justicia como principio para poder construir un futuro mejor.
* Diputada de la Nación Frente para el Cambio.