EL PAíS
› FELLNER Y OTROS GOBERNADORES
RENUNCIARON A LA CONDUCCION DEL PJ
Y con la cáscara, ¿qué hacemos?
El gobernador jujeño dimitió ayer a la presidencia del peronismo. También lo hicieron Insfrán, Obeid, Maza, Gioja y Galantini. Kirchner vació así de contenido a la conducción partidaria. Mientras Duhalde prepara una alternativa, en la Casa Rosada optaron por dejar fluir la situación.
› Por Fernando Cibeira
“Cáscara vacía” fue la expresión que varios dirigentes –Hilda “Chiche” Duhalde, por ejemplo– utilizaron en los últimos días para definir en qué se había convertido el Partido Justicialista. Desde ayer, la imagen se volvió literal. A las masivas renuncias de gobernadores a cargos partidarios se le sumó la del presidente del PJ, el jujeño Eduardo Fellner, quien no llegó a completar cuatro días de mandato. Fellner obedeció la orden que bajó el presidente Néstor Kirchner para quienes asumieron cargos en el congreso de Parque Norte del viernes. “Que renuncien todos”, dispuso. Con el oficialismo acéfalo, nadie sabe a ciencia cierta cómo se resolverá la crisis. Desde el duhaldismo se ofrece como salida la realización de una elección interna (ver página 2) mientras que en Gobierno aún no hay definiciones. Luego de conseguir un alineamiento casi total a su conducción, Kirchner criticó a los dirigentes “que no quieren que cambie nada”. A la noche, en la Rosada se inclinaban por dejar que “la situación fluya”.
Fellner remoloneaba con su renuncia con el argumento de que si él también se iba el congreso de Parque Norte se convertiría en un mal chiste. La orden que ayer le llegó de la Casa Rosada fue que, efectivamente, no querían que el congreso tuviera ninguna validez. En la renuncia que le giró al secretario general del PJ y titular del Congreso Nacional, Eduardo Camaño, el jujeño se pronunció por la construcción de “la unidad de acción del justicialismo en su conjunto acompañando el proceso de cambio que desde la Presidencia de la Nación ha encarado el presidente Néstor Kirchner”.
Para esa hora Fellner era el único kirchnerista que permanecía en la cúpula del PJ en medio de una lluvia de renuncias. A las cinco que se habían producido hasta el domingo –la del santacruceño Sergio Acevedo, el chubutense Mario Das Neves, el bonaerense Felipe Solá, el entrerriano Jorge Busti y el tucumano José Alperovich– ayer se sumaron en catarata el formoseño Gildo Insfrán, el sanjuanino José Luis Gioja, el correntino Eduardo Galantini, el santafesino Jorge Obeid y hasta el riojano Angel Maza, otrora menemista. Y eso por no contar unas cuantas más que se produjeron en las segundas líneas. Al mapa se sumó el vicepresidente Daniel Scioli, quien le avisó a Kirchner que ponía la renuncia a su disposición.
Desde el viernes fatídico, Kirchner no paró de recolectar adhesiones aún de aquellos que a priori no se veían tan cercanos a su gestión, lo que indicaría que su estrategia de desconocimiento del congreso le viene dando buenos resultados si su intención era saber quién estaba de su lado.
Solá insistió ayer que su renuncia se debía a “la intolerancia” que mostró un sector interno y advirtió que el justicialismo “debe acostumbrarse a ser un partido que apoye al presidente por sus políticas”. El gobernador bonaerense entró en el debate acerca de si le correspondía o no a Kirchner convertirse también en el presidente del PJ. Para Solá no correspondía porque Kirchner nunca dijo que fuera su aspiración. Insfrán, en cambio, tal vez más enfervorizado por la situación, se mostró a favor de que Kirchner asuma también la conducción del partido.
Gallego solo
De esta manera, el Gobierno consiguió su propósito de aislar a José Manuel de la Sota y a los dirigentes que en Parque Norte abuchearon a Acevedo y a la senadora Cristina Fernández de Kirchner. “Si nos dejamos seguir intermediando por alguna dirigencia que no quiere que cambie nada, la tristeza seguirá rondando la Argentina”, sostuvo el Presidente en un acto que encabezó ayer en Castelar, en lo que fue su primera referencia a la crisis partidaria. También dijo que había “que tener mucha convicción porque hay algunos que quieren volver al país que generó el 20 de diciembre de 2001”. En Gobierno sostienen que De la Sota aspira a convertirse en líder de un espacio opositor dentro del justicialismo, agrupando al gastronómico Luis Barrionuevo y a las sobras del menemismo. El cordobés salió a defenderse. “Yo no soy opositor a Kirchner y no me gusta que me coloquen en el lugar adonde yo no me pongo”, aseguró. Además, consideró de “un nivel de mala leche realmente horrible” que lo unieran a Barrionuevo en un frente antikirchnerista.
Acerca de las posibles salidas al entuerto, continúan barajándose las mismas variantes: un nuevo congreso, intervención partidaria o una elección interna abierta. Con un par de otras crisis dando vueltas –la energética y la de Santiago del Estero– en la Rosada sostenían que no había urgencia en resolver la situación del PJ. “Es un tema viejo”, respondió con sorna un importante funcionario. En realidad, lo que se decía era que Kirchner aún no tenía decidido qué medida tomar mientras continuaba contemplando la reacción en cadena que provocó su rechazo a todo lo resuelto en el congreso.
Finalmente, Kirchner no se reunió ayer con Eduardo Duhalde, pero el líder del PJ bonaerense se mostró muy activo en la resolución de la crisis. La variante que impulsa el ex presidente pasa por la convocatoria a elecciones internas en el convencimiento de que nadie se animará a armar una lista opositora a la que apoye Kirchner (ver aparte).
Un dato a tener en cuenta era que los dirigentes que reportan directamente a Duhalde son de los pocos que todavía no renunciaron a los cargos en la cúpula del justicialismo. Ni Chiche, ni Camaño, ni el jefe del bloque de Diputados, José María Díaz Bancalari, presentaron su dimisión. Un dato que los une a De la Sota y al gobernador salteño y ex compañero de fórmula de Menem, Juan Carlos Romero. La explicación de los duhaldistas era que se mantenían expectantes a la espera de instrucciones sobre la solución que se tomaría.
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