En medio de las celebraciones de Semana Santa, la Iglesia Católica reafirmó su postura de enfrentar las “causas profundas” de la inseguridad y evitar la senda de quienes postulan la mano dura. “Basta de globos de ensayo”, reclamó ayer el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y arzobispo de Rosario, Eduardo Mirás, cuando aún está abierta la polémica por el endurecimiento de penas sancionado por el Congreso el miércoles. “Hacen falta soluciones serias y efectivas”, reclamó Mirás, en la misma línea expuesta días atrás por un grupo de obispos bonaerenses frente al gobernador Felipe Solá.
“Las soluciones no están en el endurecimiento de las penas, sino en educar a la gente y que las sanciones apunten a la rehabilitación.” Esa fue la posición que 18 obispos bonaerenses fijaron el martes frente a Solá en el salón francés de su residencia platense. La reunión había sido convocada por el mandatario provincial, en busca del “apoyo moral” para fortalecer su gestión. Pero, además del aval, Solá obtuvo de los obispos la exigencia de encarar “las cuestiones de fondo, como la educación, el trabajo y los valores” para acabar con la inseguridad.
En ese encuentro, los prelados se distanciaron de los argumentos a favor de la mano dura pregonados por Carlos Ruckauf, que al día siguiente se tradujeron en el endurecimiento de las penas para ciertos delitos dispuesto por el Congreso, que sesionó durante 12 horas bajo la atenta mirada de Juan Carlos Blumberg desde uno de los palcos.
La postura sostenida por los obispos bonaerenses fue avalada luego por sus pares del interior. “La inseguridad no se soluciona totalmente con el endurecimiento de las penas, sino con condiciones de vida más dignas para todos”, aseguró el viernes el arzobispo de Córdoba, Carlos José Ñañez. En la ciudad de Buenos Aires, el cardenal Jorge Mario Bergoglio pidió “finalizar con los simplismos en los debates por la seguridad”.
En esa misma línea, Mirás, máxima autoridad eclesiástica, consideró ayer a medios rosarinos que no hay solución posible a los problemas de inseguridad “sin que se elabore un plan en el que toda la ciudadanía ponga el hombro y garantice una distribución más justa y equitativa”. El arzobispo llamó a las autoridades a tomar cartas en el asunto y exigió que el “clima de resurrección social” que generó la masiva movilización frente al Congreso por el crimen de Axel sea “encauzado para lograr soluciones y que quienes tienen que pensar en el tema de la seguridad empiecen a moverse”.
“Las autoridades deben fijar un plan a corto, mediano y largo plazo, con soluciones serias y efectivas: basta de globos de ensayo”, pidió Mirás en medio de las celebraciones por las pascuas cristianas.
El primer paso hacia esta postura de la Iglesia Católica tuvo lugar el mismo día de la movilización convocada por Blumberg. En el programa de la movilización estaban previstas las palabras del sacerdote Guillermo Marcó –que depende jerárquicamente de Bergoglio–. Pero finalmente Marcó prefirió participar sólo con su presencia. “El acto –explicó– tomó otro tinte y nos pareció prudente dejar que transcurriera así.” La misma actitud adoptaron el clérigo musulmán Omar Abud, el rabino Daniel Goldman y el encargado de la Red Solidaria, Juan Carr. Estos cambios de agenda respondieron al llamativo impulso que tuvo la convocatoria de parte de quienes abogan desde los medios y desde el Parlamento por el endurecimiento de las leyes contra los delincuentes como única vía para terminar con la inseguridad. Con el paso de los días, la Iglesia dejó en claro que ha decidido tomar distancia de esas posiciones.