Lun 17.05.2004

EL PAíS  › EL GOBIERNO SE PREPARA PARA CREAR UNA PETROLERA CONTINENTAL

Nueva multinacional, latinoamericana

La flamante Empresa Nacional de Energía será la pata argentina de una petrolera formada con Brasil, Venezuela y Bolivia. La futura multinacional tendrá el suficiente volumen de producción para influir en el mercado mundial. El Gobierno ya prepara los detalles técnicos para la reunión fundacional en Caracas.

› Por Claudio Scaletta

La Empresa Nacional de Energía, Enarsa, será la base desde la que Argentina participará en PetroAmérica o PetroSur, una nueva multinacional energética sudamericana. Fuentes del poder ejecutivo vinculadas con el proyecto confirmaron a este diario que se preparan los detalles técnicos para la reunión que tendrá lugar en pocas semanas más en Caracas y de la que se espera surja el nuevo holding petrolero. Inicialmente los países participantes serán cuatro: Venezuela, Brasil, Bolivia y la Argentina, naciones que, junto a Ecuador, concentran el grueso de la producción y las reservas regionales. En un mercado mundial caracterizado por la concentración y las fusiones empresarias, con una estructura de precios completamente oligopolizada y sujeta a decisiones extraeconómicas, la nueva megaempresa tendría el peso suficiente como para influir en la estrategia mundial. Adicionalmente sentaría las bases económicas para una verdadera integración regional que trascienda los meros acuerdos comerciales.
La idea de la empresa, de vieja data y aun anterior a la conformación de la OPEP, fue reflotada en fecha reciente por el presidente venezolano Hugo Chávez. El nombre PetroAmérica fue escrito por primera vez a mediados del año pasado en un acuerdo entre Petroecuador y Petróleos de Venezuela (Pdvsa), firma que es la quinta exportadora y octava productora mundial. Ya por entonces, Chávez había demandado “audacia” a sus pares Lula da Silva y Néstor Kirchner para alcanzar el acuerdo regional. Pero por entonces la Argentina, al carecer de una petrolera estatal, contaba con escasas posibilidades de participación. La apuesta de máxima parecía limitarse a que Pdvsa instale en el país algunas estaciones de servicio.
La continuidad del alza en los precios internacionales de los hidrocarburos sumada a la presión de las petroleras locales por desregular los pocos precios en los que todavía el Estado conservaba alguna injerencia cambiaron el panorama. Aunque las firmas del oligopolio energético lograron que su presión genere algunos resultados, como los decretos 180 y 181 que propiciaron que la desregulación del gas en boca de pozo se vuelva efectiva, o la penalización del consumo que funciona como aumento encubierto, también consiguieron que la cuestión energética vuelva al centro de la escena.
En el juego de presiones desencadenado, una de las consecuencias fue la marcha atrás en la reducción de algunas retenciones, concedidas al inicio de la gestión de Roberto Lavagna, y el aumento de 5 puntos en las retenciones al crudo. También se prevé la eliminación de la graciosa exención al tributo que benefició al gas natural. En el cruce de amenazas no faltaron quienes también se acordaron de la escasa capacidad de control ejercida por los entes reguladores.
La argumentación de que los precios a los consumidores subían debido al aumento de sus valores internacionales hizo recordar la disociación entre estos últimos y los precios de extracción internos. También el absurdo de que la Argentina sea el único país exportador de petróleo en el que los precios se comportan como si fuese importador. El ofrecimiento de Venezuela de fuel oil en medio de la crisis resultó una oportunidad para un contacto más intenso entre funcionarios de los dos países.
El regreso del Estado al mercado surgió en el tumulto como una opción que caía por su propio peso. Con Enarsa se completaron las condiciones previas para que la Argentina pueda sumarse al nuevo holding multinacional inicialmente propuesto por Chávez.
No son pocos los que en el Poder Ejecutivo se entusiasmaron con las propuestas complementarias realizadas por el presidente venezolano. La idea de Chávez es que PetroAmérica o PetroSur puede constituirse en una base de integración real desde la cual plantear un acuerdo regional que se oponga al ALCA y que genere los recursos para la creación de un Fondo Monetario y un Banco de Desarrollo propios. De esta manera sería posibleliberarse de las presiones y condicionamientos que actualmente imponen estos organismos crediticios.
Lejos de estos sueños independentistas de máxima, la sola conformación de la multinacional sudamericana ya sería un logro en sí mismo, pues podría convertirse en una de las empresas energéticas más grandes del mundo. De acuerdo con cifras de la Olade, la Organización Latinoamericana de la Energía, la región representa el 11,5 por ciento de las reservas mundiales de petróleo y el 14,5 por ciento de la producción total. En gas natural estas cifras se reducen al 5,2 y al 7,5 por ciento, respectivamente.
Si se considera sólo a los cuatro países que inicialmente integrarán el holding se tiene una producción de 5,2 millones de barriles de petróleo por día y de 100 mil millones de metros cúbicos de gas por año (ver cuadros). En ambos casos se trata de una producción potencial –porque tanto en la Argentina como en Bolivia la producción actual está en manos privadas– más que suficiente para tener una sensible influencia en el mercado mundial. El espíritu de la nueva empresa es, precisamente, mantener esta capacidad de influencia en un mercado que en lo últimos años se caracterizó por fuertes procesos de concentración expresados en las megafusiones empresarias. Entre ellas, las de Exxon y Mobil, la de British Petroleum (BP) y Amoco (que a su vez adquirió ARCO), la de Total y Petrofina y la de Chevron y Texaco.
Aunque en todos los casos las fusiones apuntan más a la autopreservación que al control del mercado, el proceso significa en la práctica la reversión de la desmonopolización histórica. Muchas de las firmas en las que en 1911 fue desmembrada la Standard Oil (SO) por decisión de la Corte Suprema estadounidense, han vuelto a fusionarse. BP adquirió la SO Ohio, SO Indiana se convirtió en Amoco. Chevron es en realidad SO California, ARCO es Atlantic Refining, también emergente de la división de la SO. Exxon fue el nuevo nombre de SO New Jersey y Mobil el de SO New York.
Así, quienes impulsan PetroAmérica creen que la constitución de una empresa regional no satisface sólo la voluntad de integración sino que resulta una necesidad de escala. El objetivo es que la firma aporte una “importante masa crítica de capital, autonomía frente al chantaje de los oligopolios y, especialmente para la Argentina, la posibilidad de recuperar su base científica y tecnológica”. Aunque entre los objetivos formales de la integración subcontinental se cuente el desarrollo de proyectos y la ampliación conjunta, lo que se persigue, según los funcionarios, es un nuevo núcleo de poder.

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