EL PAíS
Policías impunes en San Luis
“Rompieron la puerta. Estaba oscuro y la verdad es que creímos que entraban a robar. Mi marido actuó en defensa propia”, explicó a la prensa puntana María Baigorria. La mujer es la esposa de Nicolás Quevedo, un discapacitado de 61 años que la semana pasada acuchilló a un policía provincial que había ingresado a su casa en busca de dos presos evadidos de la comisaría primera de la ciudad capital de San Luis. Luego de ese incidente, los efectivos policiales allanaron de manera violenta la casa del matrimonio. La comisión provincial de Derechos Humanos repudió el accionar de los uniformados.
La comisión oficial aclaró en un comunicado que “repudia, cuestiona, rechaza y condena los métodos autoritarios e irregulares utilizados por fuerzas policiales”. El operativo fue realizado en horas de la madrugada y fue considerado como una represalia por el acuchillamiento del uniformado.
“Sí, mi marido actuó en defensa propia”, dijo Baigorria luego de aclarar que su marido confundió al policía con un ladrón. A pesar de tener una prótesis en un brazo, ser ciego de un ojo, contar con un 50 por ciento de visión en el otro y padecer otras afecciones, Quevedo logró acuchillar al policía que había ingresado sin permiso en la propiedad del matrimonio.
Aunque llame la atención y más allá del repudio de la comisión provincial de Derechos Humanos, denuncias por atropellos policiales no son nuevas. En noviembre del año pasado y a instancias del gobierno provincial, la Legislatura puntana le otorgó a la Policía de San Luis el poder de allanar propiedades sin orden judicial. Por supuesto, como con todas las iniciativas remitidas por Alberto Rodríguez Saá, los legisladores la aprobaron en tiempo record sin llamarle la atención los excesivos poderes que estaban delegando en la fuerza que hoy cuestionan. El gobierno provincial había pedido tratar el proyecto de manera “muy urgente”. Los diputados lo aprobaron con los dos tercios. En el acto el proyecto llegó al Senado y allí los senadores puntanos lo aprobaron sobre tablas. En lugar de preguntarse ¿por qué nos atacan?, los Rodríguez Saá deberían explicar el porqué de tanto apuro.
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