EL PAíS
Vázquez se defendió diciéndose víctima de una venganza montonera
Fue a Diputados apoyado por amigos menemistas como Roby Fernández y Loly Domínguez. Aceptó algunos cargos, pero dijo que eran inventos. Y que este proceso es consecuencia de cuando expulsó a los montoneros de FF.CC. en 1973.
› Por Felipe Yapur
“En 1973 fui interventor de Ferrocarriles por orden directa del general (Juan Domingo) Perón para expulsar a los montoneros que lo tenían copado. Ahora se la están cobrando”, azuzó el ministro de la Corte Adolfo Vázquez. Estaba como agitado, nervioso, molesto luego de presentar su descargo frente a la Comisión de Juicio Político. Otro emblemático representante de la “mayoría automática” dilapidó adjetivos en contra de los legisladores. Los acusó de “recibir órdenes de arriba” para destruir la Corte y habló de persecución ideológica. Si bien reconoció que existió la reunión con la jueza Alicia Iermini –por la que se lo acusa de “interferencia indebida” en un proceso judicial–, aseguró que todo se trata de “rumores de pasillos” para lo cual se fraguaron pruebas en su contra. De nada sirvió el respaldo que le brindaron conspicuos dirigentes de la más rancia estirpe menemista. Así, el presidente de la comisión, el justicialista Ricardo Falú, señaló que “luego de escuchar la defensa me convenció de que el juez Vázquez es cada vez más culpable”.
El escenario armado en el segundo piso del edificio anexo de Diputados era lo más parecido a una sala de juicio. Los diputados se ubicaron en las mesas que rodeaban la que estaba dispuesta para el acusado (ver foto). Vázquez y su defensor, Virgilio Loiácono, ocuparon las sillas dándoles la espalda a las cámaras y que los obligaban a mirar siempre de frente a Falú. Esta situación predispuso al acusado y a su séquito que llegó para respaldarlo. Rápidamente el cortesano desnudó su estrategia dirigida por un lado a provocar una fisura dentro del bloque oficialista al insistir con su condición de peronista y que por lo tanto se estaba castigando a un compañero. Por otra parte, Vázquez intentó generar reacciones por parte de los integrantes de la comisión y, si era posible, dividirlos al castigar a algunos y halagar a otros. No lo consiguió.
El primer cruce se produjo cuando Loiácono intentó expresar a viva voz las recusaciones contra Falú y el santiagueño José María Cantos. El presidente de la comisión rechazó la posibilidad y sólo autorizó al abogado a entregar el escrito. Esto provocó una airada reacción de la barra de Vázquez. Ubicados estratégicamente en la sala, los menemistas Roberto “Roby” Fernández, Dolores “Loly” Domínguez y el abogado masserista y hermano del edecán de Carlos Menem, Omar Gustavo Igounet, coordinaron la reacción. A principio, Fernández dudó, pero luego se plegó a sus acólitos al grito de “es una vergüenza lo que están haciendo”, “sean democráticos” y “lo están acorralando (a Vázquez) antes que hable”. Los diputados, tal como habían acordado previamente, no respondieron ante la provocación.
Afuera, mientras tanto, una veintena de seguidores de Vázquez hacían flamear banderas argentinas al tiempo que lanzaban al aire panfletos que daban cuenta de acoso contra Vázquez, hoy convertido en un supuesto referente político.
“¿Por qué la persecución ideológica contra Vázquez? 1973, Vázquez junto a Perón. Kirchner con los montoneros. 2004, Kirchner con los terroristas, los piqueteros, el odio y la transversalidad. Vázquez con la unidad peronista, los trabajadores, los ahorristas, las fuerzas del orden”, rezaba uno de los volantes. Sin embargo, el preferido de los manifestantes era el que llevaba la firma de lo que denominaron Fuerzas armadas y de Seguridad de la República Argentina y que decía: “Kirchner verdugo. La nación no es tu feudo provincial. ¡Basta de degollar!”.
El cortesano no utilizó los mismos términos, pero durante su descargo repitió casi como una letanía su orgullo peronista mirando siempre fijo a los ojos de los legisladores del PJ. Los miembros justicialistas de la comisión supieron, y así lo afirmaron ante este diario, que la intención de Vázquez era introducir una cuña en la agitada interna del bloque oficialista. Más allá de la proclamada condición partidaria del supremo, lo que sí quedó en claro fue que Vázquez es un furioso menemista, sobre todo por aquellos dirigentes que llegaron para respaldarlo.
Durante el descargo, el magistrado reconoció que se había reunido con la jueza Iermini, pero no brindó detalles de ella aduciendo que había transcurrido tanto tiempo que no podía recordar las alternativas de la charla. Eso sí, aseguró que los cargos eran improcedentes y dijo estar en “desigualdad de fuerzas, entre mi persona y la turba de diputados que me acosan”. Esto le dio pie para atacar a la diputada que presentó el caso en su contra, la correntina Araceli Méndez de Ferreyra, del kirchnerista bloque Convergencia.
La condición de transversal de la legisladora fue utilizado por Vázquez para avanzar sobre un tema que genera tirria en el bloque oficialista y marcar así diferencias: “Puedo entender la actuación de los que abrazan aquellas doctrinas caídas en desuso, setentistas, transversales y otras expresiones de iz- quierda que dominan la conducción de esta comisión, pero les pido que no se sumen a ella peronistas, socialistas y radicales que siempre defendieron las instituciones”.
Inquieto y nervioso, hablando rápido hasta quedarse casi sin aire, el cortesano jugó una de sus últimas cartas. Vázquez, el más menemista de todos de sus ex colegas, terminó su descargo asegurando que los procesos contra los miembros de la Corte –ordenados “por el Presidente por cadena nacional”– han logrado detener la tarea del máximo tribunal. Reconoció que se siente molesto y perturbado en su trabajo, pero al mismo tiempo juró resistir las presiones. Cada frase, cada afirmación eran acompañadas por el asentimiento de sus seguidores, entre los que se sumó casi al final el actor y ahorrista Nito Artaza.
Vázquez se retiró del salón sin haber conseguido una reacción de los legisladores. Ahora resta que la comisión emita el dictamen acusatorio, previsto para mediados de junio. De ser así, se estima que el Senado comenzará a desarrollar el juicio propiamente dicho a fines del mes próximo por lo que se prevé que la definición llegará tres meses más tarde. Los legisladores de la comisión descartan que será destituido.
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